Dormir toda una noche de un tirón es mucho más difícil de lo que parece. Incluso las personas que creen dormir como troncos suelen tener varios de estos micro-despertares de los que no llegan a ser conscientes.
Esto es algo muy normal, que no tiene por qué representar trastorno alguno. Todo lo contrario, se trata de la capacidad heredada evolutivamente de percibir de forma inconsciente cualquier perturbación en el medio circundante y mantenernos más alerta durante el sueño de lo que sospechamos.
Por ejemplo, puede contribuir a disminuir la probabilidad de que los bebés sufran el síndrome de muerte súbita del lactante, que causa la muerte de infantes aparentemente sanos mientras duermen. No se conocen las causas exactas de este síndrome, pero se cree que puede tener que ver con la incapacidad de algunos bebés para despertarse de un sueño profundo.
Por otro lado, en adultos la regulación de estas breves interrupciones del sueño también puede tener implicaciones en el tratamiento de la apnea, por lo que comprender su origen resulta esencial en muchos ámbitos diferentes.
Ruido neuronal
Por lo general, estos micro despertares pueden durar desde unos segundos hasta un minuto. En los casos más cortos, la persona que los sufre no llega a ver afectada la calidad de su sueño. Sin embargo, en las ocasiones en las que sí perciben el despertar, puede comenzar un periodo de nerviosismo que alargaría la vigilia.
El origen de este fenómeno común era hasta ahora un misterio. Sin embargo, un equipo de investigadores de la Universidad de Bar-Ilan, Israel puede haber dado con la respuesta.
Y es que, según cuentan en un estudio publicado recientemente en Science Advances, el origen podría ser el ruido neuronal del cerebro. Se llama así a la actividad aleatoria de las neuronas, que puede darse también mientras éstas se encuentran en reposo. En algunos casos, esta actividad azarosa puede actuar sobre las hormonas encargadas de la vigilia, provocando un pequeño -y habitualmente fugaz- despertar.
Peces cebra para comprender el cerebro
Este estudio no fue llevado a cabo sobre humanos, sino sobre peces cebra. La elección del organismo modelo puede parecer un poco descabellada, pero en realidad se trataba del animal perfecto para un trabajo como este.
Por un lado, sus mecanismos cerebrales de alteración del sueño son muy similares a los nuestros. Por otro, son animales ectotermos, que mantienen su temperatura corporal en un nivel muy similar al de su entorno.
Los seres humanos adultos, por el contrario, somos endotermos, ya que nuestra temperatura corporal se mantiene en torno a los 37ºC, haga frío o calor. Sin embargo, los bebés tienen un pequeño rasgo ectotermo, ya que son más sensibles a los cambios de temperatura del entorno.
Y esto precisamente es un factor muy a tener en cuenta, ya que los responsables de este estudio han descubierto que la temperatura de su dormitorio puede actuar sobre el ruido neuronal, aumentando la cantidad de despertares durante la noche.
Concretamente, las temperaturas bajas propician un incremento del ruido neuronal, generando más despertares durante la noche, mientras que las más cálidas generan un sueño más continuo.
Estos hallazgos pueden modularse con fines muy distintos. Por un lado, se podrían desarrollar fármacos que actuaran disminuyendo el ruido cerebral, para ayudar a las personas con problemas de insomnio.
Por otro lado, se puede regular la temperatura de las habitaciones de los bebés y aumentar el ruido para evitar muertes súbitas, ya que una estancia un poco más fría puede favorecer que estén alerta ante la posibilidad de accidentes que podrían causarles falta de oxígeno en el cerebro, como meter la cabeza debajo de la sábana.
Será necesaria mucha más investigación hasta que puedan desarrollarse estos tratamientos específicos. Pero, por el momento, se trata de un hilo muy interesante del que tirar.