Es la dieta de moda, pero hablar de ayuno intermitente como de una entidad única es una entelequia, porque existen muchas formas de practicar la ingesta calórica limitándose a un horario determinado o incluso limitando la alimentación a sólo unos días por semana.
Ahora, un estudio publicado en la revista Cell metabolism habla de los (muchos) beneficios para la salud de una de las formas más extremas de este tipo de ingesta, la llamada alimentación restringida a las primeras horas del día (eTRF, de sus siglas en inglés).
Esto consiste, básicamente, en comer sólo entre nueve y tres de la tarde o, por decirlo en otras palabras, terminar de cenar cuando empieza el Telediario. ¿Y después? La nada.
El estudio pretendía responder a una pregunta que se hacen muchos de los que observan los cada vez más numerosos trabajos que avalan los beneficios para la salud de las distintas modalidades de ayuno intermitente: ¿estos se deben a que se consumen menos calorías porque se come menos tiempo o a que se deja de comer en un momento determinado del día?
Según los resultados de esta última investigación, llevada a cabo por científicos de la Universidad de Alabama, la respuesta es clara y la clave está en dejar de ingerir alimentos en un momento determinado. Según la autora principal, Courtney Peterson, la explicación a sus hallazgos residiría en que el ayuno intermitente sigue nuestro ritmo circadiano, que implica un aumento de la actividad durante el día y una disminución de la misma por la noche.
"Si comes tarde, es malo para tu metabolismo", apunta Peterson, que añade: "Nuestros cuerpos están optimizados para hacer ciertas cosas en ciertos momentos del día y comer de forma sincronizada con nuestros ritmos circadianos parece mejorar nuestra salud en distintas formas".
Sin embargo, comenta, la habilidad del cuerpo para mantener el azúcar de la sangre bajo control es mejor por la mañana que por la tarde -aunque sea a primera hora de la tarde-, por lo que tiene sentido limitar la ingesta de alimentos a ese periodo.
Aunque los resultados del estudio son, sin duda, interesantes, es importante destacar su principal limitación, que no es otra que el escaso número de voluntarios que participaron en la misma: sólo ocho varones con prediabetes que pasaron cinco semanas con la dieta eTRF y cinco comiendo en el horario habitual que se sigue en EEUU. En ambos patrones de alimentación, ingirieron exactamente los mismos nutrientes y las mismas comidas, aunque a distintas horas, pero los beneficios para su salud fueron mucho mayores en el primer periodo que en el último.
Sin duda el ayuno intermitente y sus distintas manifestaciones seguirán protagonizando estudios científicos.
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