Actualmente no son pocos los profesionales sanitarios que rechazan el uso sistemático que se hace de los suplementos vitamínicos. De hecho, el pasado año 2016 un estudio de más de 10 años publicado en JAMA ya llegó a la misma conclusión, y otro estudio más reciente donde se analizaron de forma específica los suplementos de vitamina D y calcio respecto al riesgo de sufrir fracturas también: los suplementos no sirven para nada más que gastarse dinero. Al menos, la mayoría.
Ahora, una nueva revisión a cargo de un equipo internacional de investigadores, donde se han analizado 179 ensayos clínicos publicados entre 2012 y 2017, ha vuelvo a llegar a una conclusión similar. En este caso, el estudio se centró en los posibles beneficios de los suplementos más comúnmente consumidos respecto a la prevención de enfermedaes cardiovasculares, ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y muerte prematura
Según este nuevo trabajo, publicado en el Journal of the American College of Cardiology, los cuatro suplementos más consumidos, como son los suplementos multivitamínicos, vitamina D, calcio y vitamina C, no demostraron beneficios significativos para reducir el riesgo de cualquiera de las enfermedades analizadas.
Según David Jenkins, autor principal del estudio, el consumo de tales suplementos no otorgaría beneficio para la salud alguno, aunque tampoco detectaron que hubiese perjuicios por su consumo, a parte del evidente malgasto de dinero.
Por su parte, sí se detectaron algunos suplementos con beneficios significativos. Por ejemplo, el ácido fólico demostró beneficios para prevenir el accidente cerebrovascular o los ataques cardíacos. En la otra cara de la moneda están los suplementos de niacina o vitamina B3 y los antioxidantes, que demostraron un pequeño aumento de riesgo de mortalidad por cualquier causa.
Por tanto, los investigadores han concluido que llevar a cabo una dieta saludable, donde predomine el consumo de alimentos frescos como frutas, verduras, granos enteros, carne, pescado y frutos secos sería la mejor forma de aportar el nivel correcto de vitaminas y minerales, evitando en la medida de lo posible el consumo de procesados y sobre todo ultraprocesados.
Limitaciones del estudio
Cabe destacar que este trabajo tiene algunas limitaciones, como su amplio enfoque, sin ser específicos en patologías determinadas. Por ejemplo, entre las conclusiones no se menciona la utilidad de los suplementos o minerales en casos clínicos donde las guías médicas actuales sí los recomiendan, sino que tan solo se analiza el consumo global sin más.
Un caso destacado es el de la niacina o vitamina B3, asociada con un leve aumento de riesgo de mortalidad. Dicho riesgo se ha detectado gracias a tan solo tres ensayos clínicos de los 179 incluidos, y solo en pacientes que tomaban fármacos contra el colesterol o estatinas, es decir, pacientes con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular en general. Por tanto, dichos resultados no deben ser malinterpretados ni generalizados, ya que en algunos países se aconseja la toma de niacina a las embarazadas; en España el único suplemento que se aconseja de forma generalizada en el embarazo es el ácido fólico.
Por tanto, la conclusión e interpretación más adecuada para este trabajo es que, en individuos sanos y sin factores de riesgo previos que lleven a cabo una dieta normal y saludable, la toma de suplementos de vitaminas no es más que un malgasto de dinero. Sin embargo, en casos determinados, debería analizarse si es necesario la toma o no de los mismos, como es el caso de la vitamina D y la 'epidemia' de déficit que existe en la actualidad.