El alzhéimer sigue siendo una de las enfermedades actuales más desconocidas y atroces. Más de un siglo después de su descubrimiento, no existe prevención o tratamiento efectivo para este deterioro progresivo del tejido cerebral, la memoria y la identidad.
Con el envejecimiento de la población existe una necesidad creciente de aclarar los factores de riesgo y utilizar esta información para encontrar nuevas formas de tratar y evitar la patología. Pero su larga y lenta progresión y la dificultad de recolectar muestras de tejido cerebral complica la búsqueda de sus orígenes.
Investigadores del Hospital Monte Sinaí de Nueva York han identificado redes genéticas desconocidas hasta ahora que ofrecen nuevas pistas para comprender este trastorno neurodegenerativo. Sus resultados, a partir de muestras cerebrales post mortem de pacientes con alzhéimer, se publican hoy en la revista Neuron.
Estas cepas del virus del herpes humano se encuentran en los cerebros con alzhéimer en niveles hasta dos veces más altos que en personas sanas.
El nuevo trabajo respalda la controvertida hipótesis de que los virus están involucrados en la biología de esta enfermedad y ofrece posibles nuevas vías para su tratamiento. Así, los autores comprobaron que las cepas del virus del herpes humano 6A (HHV-6A) y 7 (HHV-7) se encuentran en los cerebros de personas afectadas en niveles hasta dos veces más altos que en personas sanas.
Desde la década de 1980, cientos de estudios han asociado el alzhéimer con bacterias y virus pero no han explicado cómo funciona la conexión. Esta es la primera investigación que proporciona pruebas sólidas basadas en grandes conjuntos de datos.
“Los informes previos han aportado evidencia serológica de que algunos pacientes con alzhéimer estuvieron expuestos al virus del herpes simple (HSV-1) en algún momento de sus vidas. Aquí mostramos genes del HHV-6 y HHV-7 en los cerebros de pacientes fallecidos por la enfermedad. Esa parte es diferente y nueva”, explica a Sinc Sam Gandy, uno de los expertos del Monte Sinaí y autor de la investigación.
Frenar el deterioro cognitivo
El experto explica que HHV-6 y HHV-7 tienen un par de “propiedades inusuales” que pueden ser relevantes para las conclusiones. Primero, ambos se dirigen al hipocampo y, segundo, pueden integrarse en el genoma del huésped.
“Esta característica de integración es un recuerdo del sarampión que tras la infección puede causar en algunos pacientes una enfermedad neurodegenerativa tardía llamada panencefalitis esclerosante subaguda”, añade.
Resultados similares también surgieron en pacientes con esclerosis lateral amiotrófica (ELA), que se relacionó con un retrovirus. Así, cuando se usaron antirretrovirales para tratar a los afectados con estos péptidos retrovirales, el deterioro clínico pareció ralentizarse.
Los autores enfatizan que sus hallazgos no prueban que los virus causen la aparición o progresión del alzhéimer. Se necesitan más estudios.
“Ahora queremos desarrollar una prueba de sangre, suero sanguíneo o líquido cefalorraquídeo para detectar pacientes con alzhéimer o deterioro cognitivo leve con HHV-6 o HHV-7 activo. El objetivo es tratarles con antivirales con la esperanza de desacelerar su alteración cognitiva”, señala.
Sin relación causa-efecto
Los investigadores primero analizaron muestras en el Banco Cerebral Mount Sinai. Dada la contundencia de los resultados, se mostraron escépticos y decidieron probar los tejidos cerebrales de los bancos Banner en Phoenix y Rush en Chicago. Los mismos genes se detectaron en los cerebros con alzhéimer en todos los bancos.
Aun así, los autores enfatizan que sus hallazgos no prueban que los virus causen la aparición o progresión del alzhéimer. Más bien, muestran que las secuencias de ADN viral y la activación de redes biológicas (sistemas interrelacionados de ADN, ARN, proteínas y metabolitos) pueden interactuar con los aspectos moleculares, genéticos y clínicos del alzhéimer.
“No significa nada nuevo para los pacientes actuales”, confiesa el científico del Hospital Monte Sinaí. “Si bien se requiere mucha más investigación para determinar su importancia, cualquiera que sea la causa parece un dato robusto y reproducible en múltiples bancos de cerebros”, concluye.
Los resultados alcanzados serán la base para un trabajo posterior que probará si la actividad del virus del herpes es una de las causas del alzhéimer. Además, supone un primer paso para el desarrollo de nuevos fármacos que podrían detener su progresión y, potencialmente, prevenir la enfermedad si se administra lo suficientemente temprano.