Marine Eraville burló a la muerte cuando no era más que una bebé. A los dos años sobrevivió a un trasplante de corazón. A lo largo de su joven vida, se negó a resignarse a la fragilidad de su cuerpo. Se convirtió en campeona de natación, ganando medallas en los Juegos para Trasplantados en Sudáfrica, Argentina y España. A sus 16 años, sin embargo, la muerte ha regresado para llevársela demasiado pronto. La culpa, el brote de sarampión en Nueva Aquitania, Francia causado por las tasas alarmantemente bajas de vacunaciones.
El sarampión es una de las graves enfermedades que han regresado a Europa por dos factores: el descenso en la cantidad de vacunas cubiertas por la Sanidad en los diferentes estados debido a la crisis, y el arraigo de los postulados pseudocientíficos contrarios a las vacunas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertaba el pasado febrero que los casos de sarampión en la UE habían aumentado un 400% en 2017. En Francia, el Ejecutivo de Emmanuel Macron ha ordenado que todos los nacidos este año reciban ocho vacunas, entre ellas la triple vírica, para lograr una cobertura cercana al 95% de la población, una cifra que ya ha alcanzado España y que da garantías de inmunidad grupal.
Peor todavía, un 41% de los franceses duda de la seguridad de las vacunas, cuando la media mundial es de un 12% de escépticos. Y un 24% de los ciudadanos galos que deberían estar vacunados contra el sarampión nunca ha recibido la inyección. Después de conocerse el informe de la OMS, la ministra de Sanidad, Agnès Buzyn, lanzaba un mensaje implorante: "Pido sinceramente a las personas que no están vacunadas o que no han vacunado a sus hijos que se pongan al día porque en estos momentos la cobertura no alcanza el 70% y no es suficiente como para evitar una epidemia".
Buzyn mencionaba la región del Suroeste donde precisamente vivía Marine, el la que el sarampión viene considerando epidémico desde noviembre de 2017. Desde entonces se han producido 1.096 casos, cerca de la mitad de los declarados en toda Francia. Uno de cada cuatro pacientes tuvo que ser hospitalizado. Dos personas habían muerto previamente, un joven de 26 años y una madre de 32 que nunca había sido vacunada. Marine enfermó el pasado mayo, y su estado se deterioró rápidamente.
Debido a su órgano trasplantado, seguía un tratamiento inmunosupresor para reducir el riesgo de rechazo. Su sistema inmunitario era más vulnerable que el de otros no vacunados, que sin embargo actuaron como vectores de contagio. Los médicos decidieron inducirle el coma a principio de julio. La muchacha terminó falleciendo el pasado miércoles debido al deterioro neurológico provocado por la enfermedad. "Era luchadora y yo la admiraba" - declaraba su madre, Sylvie, a la prensa. "Vivió mucho más que otros niños sin su mismo problemas de salud".