Se calcula que la industria del porno mueve 83.000 millones de euros al año y, sin embargo, poco se habla de este asunto en la literatura científica, ni siquiera en las revistas especializadas en sexualidad. A pesar de la generalización de su uso, la pornografía se considera un tabú.
No lo ha sido para la investigadora de la Universidad de Nevada (EEUU) Tara Emmer-Sommer que ha llevado a cabo diversos estudios sobre la pornografía y sus implicaciones, el último de los cuales se publicó en la revista Sexuality & Culture.
Tras analizar a 76 consumidores actuales de porno -una muestra que, aunque reconoce pequeña, cuenta con "importante potencial estadístico"-, la experta ha definido cuáles son las principales razones aducidas para consumir porno y a qué actitudes se asocia esta afición. Lo que se ha visto, más allá de los resultados concretos, es que hombres y mujeres ven porno por motivos distintos y que dicha motivación influye después en distintas características de los usuarios.
Así, Emmer-Sommer ha concluido que el porno se consume más en solitario y con propósitos masturbatorios que como una actividad en pareja, pero que son las mujeres las que más los consumen de esta forma, a menudo para complacer a sus parejas.
Con esta investigación se demuestra que existen diferencias entre el porno para hombres y para mujeres. La primera se refiere a la cantidad, ya que es más frecuente su consumo en varones que en el sexo opuesto. Además, ellos tienen menos reparos a la hora de declarar que ven pornografía que ellas.
La autora también preguntó a los participantes por los beneficios que obtenían tras el visionado de porno y ahí coincidían ambos géneros: todos declaraban obtener un placer físico y no psicológico o emocional.
La diferencia más preocupante se refiere a la tolerancia con los llamados mitos de la violación, una teoría que asocia el sufrir una violación a estereotipos que se han demostrado inciertos, como que una persona violada tiene que sufrir agresión física para ser realmente una víctima.
Otro dato curioso es que los hombres que consumen porno son, por paradójico que pueda parecer, mucho más conservadores en el aspecto sexual y también más tradicionales.
Pero, además de eso, los varones habituados al porno sienten más al sexo opuesto como un adversario que las mujeres con el mismo hábito.
Aunque la masturbación fue el propósito más citado como causa para ver pornografía, no es el único. También la curiosidad y la necesidad de excitarse fueron citadas como razones. Curiosamente, eran los participantes que aducían estos motivos los que presentaban mayores niveles de aceptación de los mitos de la violación y de rivalidad entre géneros.