Entre las enfermedades de transmisión sexual (ETS) hay algunas viejas conocidas, como son la gonorrea, la clamidia o la sífilis. De hecho, la gonorrea ha destacado durante los últimos años por estar volviéndose resistente a casi cualquier antibiótico, lo que le ha otorgado el título de "superbacteria".
Sin embargo, según médicos de Reino Unido, existe otra ETS que debería tenerse en cuenta dado que suele confundirse con estas viejas conocidas y acaba siendo tratada con antibióticos inútiles y poco efectivos. Se trata del Mycoplasma genitalium y tiene el potencial para convertirse también en una bacteria resistente al tratamiento.
Aunque es más común de lo que parece, la infección por Mycoplasma genitalium no es tan conocida como la gonorrea o la clamidia. De hecho, sus síntomas son similares a una infección por este último mal, pero el tratamiento es diferente. Entre los médicos especialistas en enfermedades infecciosas sí es una enfermedad conocida, pero no lo es tanto entre los sanitarios de atención primaria.
De hecho, según un estudio llevado a cabo entre la población de Madrid en 2018, el M. genitalium apenas representaría alrededor de 3 de cada 100 casos de infecciones de transmisión sexual. Sin embargo, el 20% de ellos sería resistente a un grupo de antibióticos comúnmente usado en las ETS. Posteriormente, otro trabajo ha alertado precisamente de dicha resistencia, catalogándola de problema emergente a tener en cuenta.
Este microorganismo se descubrió hace relativamente poco tiempo, aislándose por primera vez en el año 1981. Suele causar infecciones de transmisión sexual tanto a hombres como a mujeres, aunque en España la prevalencia es mayor en varones: alrededor de un 6% del total de ETS de hombres y 0.98% en mujeres. En el caso masculino, la enfermedad más común es una uretritis o inflamación de la uretra, dando lugar a dolor al orinar o incluso secreciones por el pene. En el caso de las mujeres, M. genitalium se ha relacionado con cervitis o inflamaciones del cuello del útero, dando lugar a sangrados tras las relaciones sexuales y dolor al orinar.
Si no se trata correctamente, esta bacteria puede ascender por el cuello del útero y dar lugar a la conocida como enfermedad inflamatoria pélvica, una infección general de los órganos reproductores femeninos que puede llegar a provocar casos graves e incluso infertilidad. Aunque, por otro lado, existen casos de infección por M. genitalium sin síntoma alguno.
El grave error de confundirlo
El problema con el Mycoplasma genitalium son precisamente sus síntomas, muy similares a los que causa una infección por clamidia, una ETS más común. Por ello, en muchas ocasiones se trata al patógeno infeccioso con los antibióticos que se usarían contra la clamidia. Es un error, porque no funcionan contra el M. genitalium; peor aún, están consiguiendo reforzarlo frente a los antibióticos.
De hecho, las nuevas guías de la Asociación de Salud Sexual y VIH de Reino Unido ya han alertado de dicho aumento de resistencias en la misma línea a los estudios españoles. En dichas guías se recomienda realizar de forma generalizada la prueba del M. genitalium ante síntomas de uretritis y enfermedad inflamatoria pélvica. El gran problema es que no existía hasta ahora una prueba simple y barata. En Europa ya se practican varias pruebas, aunque aún no están aprobadas por la Foods & Drugs Administration (FDA) de los Estados Unidos.
En un trabajo publicado en el Journal of Infectious Diseases en 2017 ya se criticó este problema, llegando a la conclusión de que la mala respuesta ante tal problema de salud pública es la falta de detección precoz de la infección. Tal situación ya se había producido antes con la clamidia: al empezar a realizarse la prueba diagnóstica se abrió la puerta a su curación. Sin embargo, hace 30 años, la clamidia no se buscaba ni se trataba adecuadamente como sí se hace hoy en día.