El final de las vacaciones suele dejarnos algo de bagaje extra en el cuerpo: tres kilos más de media, según la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Esto no es en sí un problema, ya que recuperaremos nuestro peso si el resto del año hemos mantenido hábitos de estilo de vida saludable. El problema está cuando se buscan atajos de riesgo, llegado septiembre, para perder mucho en muy poco tiempo.
Dentro del ramillete de 'dietas milagro' que prometen efectos fulgurantes, las búsquedas se disparan cuando se habla de 'dietas blandas' o 'líquidas' para perder peso. Están rodeadas de un halo de glamour, porque son las que utilizan las estrellas de Hollywood cuando necesitan perder peso rápidamente para un papel. Christian Bale la usó para pasar de 80 a 50 kilos en The Machinist y el rapero 50 Cent también se dejó 25 kilos con dieta líquida, a la que aseguró haberse acostumbrado en el hospital cuando se recuperaba de sus nueve heridas de bala, una de ellas en la mejilla.
Pero las celebrities no solo recurren a ellas por motivos artísticos, sino estéticos. El caso más impactante ha sido el de la actriz Renée Zellweger, que pasó de representar a las "tallas reales" en la meca del cine a sufrir una radical pérdida de peso que atribuyó a una de estas dietas. Más recientemente han dejado paso a la fiebre de los zumos, batidos e infusiones detox que abanderan influencers y estrellas como las hermanas Kardashian. Pero una revisión de estudios publicada en Journal of human nutritions and dietetics en 2014 concluía que hacen poco bien a la hora de perder peso, y a la de desintoxicar, aún menos.
Peor todavía: un mal uso de estos remedios de moda tiene consecuencias para la salud. Una mujer de 47 años fue ingresada entre convulsiones y rechinar de dientes en Reino Unido tras pasar varios días subsistiendo a base de agua y "complementos naturales" para tratar de purgar los excesos navideños, lo que le provocó un déficit de sodio. "La creencia de que los productos dañinos pueden ser lavados del cuerpo consumiendo agua en exceso no está basada en la evidencia" -recordaban los especialistas. "Que algo sea natural no implica que no tenga efectos adversos".
Sin embargo, es extremadamente sencillo encontrar en Internet páginas, foros y testimonios que ensalzan las virtudes de alimentarse únicamente de líquidos a largo plazo para perder peso a marchas forzadas. "Los líquidos tienen menos calorías que los alimentos sólidos: el agua no tiene calorías (...) y el jugo de frutas puede significar unas 100 calorías como mucho"- afirma una de estas páginas. ¿Qué no dice? Que un aporte diario menor de 1.200 kcal ya provoca carencias en un adulto. Y que engorda más tomar fruta exprimida que entera, ya que facilita la absorción de su azúcar.
Otra página promete pérdidas de hasta 5 kilos a las semana con la dieta de zumos, batidos y caldos, y la total prohibición de hidratos de carbono (pasta, arroz, cereales) se va a lograr la "cetosis", el empleo de la grasa del cuerpo como fuente de energía. La idea parece inspirada en la dieta cetogénica de prescripción médica, pero que no tiene nada que ver con la líquida, ya que es rica en grasas y proteínas. Los carbohidratos son limitados, pero nunca eliminados, ya que son nutrientes esenciales.
Solo los buenos hábitos adelgazan
"El cuerpo es como una máquina: hay que darle de comer adecuadamente, y en las cantidades apropiadas" -afirma la Dietista-Nutricionista y Licenciada en Farmacia Pilar Alcón Orrios. "Claro que puedes perder kilos matándote de hambre. Pero es peso que recuperarás muy rápidamente, y le pasará factura a tu salud". En su blog, la especialista da la clave de la dieta líquida: se trata de una prescripción terapéutica para pacientes que necesitan minimizar en la medida de lo posible la estimulación del tracto digestivo.
Este tipo de dietas, explica, se reserva para los procesos agudos digestivos en enfermedades como la de Crohn; para después de determinadas cirugías; como preparación para una exploración o cirugía intestinal; o en las primeras fases del tratamiento de un cuadro diarreico para la reposición hidroelectrolítica.
¿Sirve la dieta líquida para perder peso? No, zanja Alcón. "Bajo ningún concepto se deben usar para otro fin que no sea el terapéutico, ya que son dietas muy incompletas nutricionalmente". E incluso en ese caso, nunca se deben prolongar más de lo necesario. "El sobrepeso lo provocan los malos hábitos alimenticios durante todo el año. Con las dietas-milagro, o dietas heterodoxas, el peso se recupera enseguida porque se saltan lo principal: haber aprendido a comer correctamente durante todo el año".
Otra de las problemáticas que apunta la nutricionista es que los recetarios online obvian que cada individuo tiene necesidades metabólicas y limitaciones particulares. "Nada de ir recomendando. Si a ti te han ido muy bien los smoothies pero se lo vendes a otra persona intolerante a la fructosa, esto la puede perjudicar".
En algo en lo que no van desencaminadas las recomendaciones es que la restricción calórica es la vía para la pérdida de peso. Pero erran en el método, advierte la experta. "Lo primero es hacer una valoración del estado nutricional del paciente. Se deben identificar posibles situaciones fisiológicas o patológicas que requieran tratamiento. Con toda la información, se elabora una dieta adaptada y personalizada. En caso de tener que tratar el sobrepeso, se llevará un control del aporte calórico pero asegurando la calidad de la dieta. Es decir, que exista un equilibrio nutricional".
La siniestra historia de la 'Dieta de la última oportunidad'
La historia de las dietas líquidas para perder peso tienen un oscuro punto de partida. En los años 70, un médico estadounidense, Roger Lynn, presentaba su cura milagrosa para la obesidad. Consistía en un batido de proteínas ('Prolinn') como única comida diaria: concretamente, provenía del colágeno de las pezuñas y pellejos de animales del matadero, una materia prima barata. Aunque el régimen debía acompañarse de suplementos vitamínicos y nutricionales, aportaba únicamente entre 400 y 800 calorías diarias.
Bautizada ominosamente como 'Dieta de la última oportunidad' (Last Chance Diet) porque se publicitaba como el remedio para quienes no conseguían perder peso de ninguna otra manera, quienes la pusieron en práctica vieron reducir rápidamente su masa corporal entre un 10% y un 30%. Después, sesenta personas murieron de forma súbita. Un estudio de la Food and Drugs Administration concluyó que la carencia de proteínas de calidad había debilitado sus músculos cardiacos, provocándoles arritmias.
Ante dietas hiperproteicas como la Dukan, Alcón previene: "La sobreabundancia de proteína, especialmente de origen animal, a la larga genera daño tanto renal como hepático. Produce merma o daño óseo, provocan alteraciones metabólicas como el aumento de la tensión y de los lípidos plasmásticos, y con ellos, de los triglicéridos y el colesterol. El daño que se produce a la salud es irreversible, y mientras tanto, se recupera el peso que se perdió".