La mentira de la autoexploración de mamas: ni detecta más cáncer ni salva vidas
- En el Día Mundial del cáncer de mama abundan los talleres para enseñar una práctica ineficaz para mujeres sanas.
- "Tratar un cáncer grave en un hospital pequeño me parece una aberración"
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Este viernes se celebra el Día Internacional contra el Cáncer de Mama. Las calles de muchas ciudades se teñirán de rosa, como lo harán también numerosos monumentos emblemáticos. El lazo rosa -con su polémica- estará en las solapas de personas anónimas y celebrities pero también, como el resto de días del año, este 19 de octubre se diagnosticarán en España aproximadamente 71 nuevos casos de la enfermedad, en los que pacientes y médicos rezarán porque se trate de un tumor en los estadios más bajos, cuando más posibilidades hay de que sea curable, algo relativamente frecuente en este tipo cáncer, cuya tasa de supervivencia a cinco años supera en general el 85% de los casos.
Las mayores posibilidades de que esto ocurra es que el cáncer se detecte dentro de los programas de diagnóstico precoz, los llamados cribados sistemáticos que coinciden en la realización de mamografías, que se recomiendan sólo para unos grupos determinados de edad, cuyo inicio varía según la Comunidad Autónoma entre los 45 y los 50 años. Pero, ¿qué puede hacer una mujer que no haya cumplido esa edad para contribuir a la localización temprana de un tumor que es poco frecuente en esa franja, pero que a veces se da en mujeres jóvenes?
A tenor de lo que dicen muchas asociaciones de pacientes e incluso grupos de investigación como GEICAM, hay algo que se puede hacer: una vez al mes, las féminas deben autoexplorarse las mamas en busca de cualquier anomalía anatómica. "Consiste en un examen visual y mediante palpación que sirve para vigilar la aparición de bultos en las mamas y axilas y comprobar si hay cambios en el tamaño, la forma y el aspecto de la piel de las mamas, incluyendo areola y pezón. Las mujeres deben comenzar con la autoexploración mamaria a partir de los 25 años; se debe realizar 7 días después de la menstruación y en aquellas mujeres que ya no tienen la menstruación, se debe hacer en un día fijo del mes. Lo más importante es hacerlo periódicamente y durante toda la vida", reza en la web de GEICAM.
Así, parecería que este sencillo método, que es además de coste cero, podría ser la solución para localizar precozmente el cáncer de mama y contribuir a su curación. Decenas de instituciones y webs explican cómo llevarla a cabo, en el mes de octubre -mes de concienciación del cáncer de mama- y se realizan incluso talleres físicos para enseñar a hacerla. Todo sería muy bonito si no fuera por un pequeño detalle: la autoexploración mamaria no sirve para detectar precozmente el cáncer de mama y tampoco para reducir la mortalidad por esta enfermedad.
[Más información: "Tratar un cáncer grave en un hospital pequeño me parece una aberración"]
Ni un organismo internacional la apoya
El vicepresidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Álvaro Rodríguez-Lescure, quita importancia al hecho de que el GEICAM recomiende esta práctica -"Hay que tomarlo como lo que es, una infografía informativa"-, porque tiene claro que existe "un acuerdo bastante sólido" en cuanto a su falta de eficacia como método de cribado. El también jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital General Universitario de Elche y Vega Baja puntualiza, eso sí, que la práctica sí es útil para mujeres que ya han tenido un cáncer de mama y que han sido tratadas quirúrgicamente de forma conservadora -sin extirpar todo el pecho- y para las que tienen un riesgo genético alto de padecer la enfermedad.
Pero para la población general -para esa que se ve bombardeada por mensajes de que tienen que explorarse sus mamas periódicamente- no es un sistema eficaz. Rodríguez-Lescure explica a EL ESPAÑOL que esta afirmación se basa "en dos grandes estudios". El primero, publicado en 2002 en el Journal of the National Cancer Institute, incluyó a más de 250.000 mujeres y el segundo, que vio la luz en la revista rusa Voprosy Onkologii, a más de 122.000. El vicepresidente de SEOM resume lo que ambos demostraron: que cuando un grupo "enorme" de mujeres se sometía a una autoexploración mensual de las mamas -para la que, además, se les había instruido- y se las observaba durante "muchísimos años", no había diferencia ni en detección de cáncer de mama -no se localizaban más casos de la enfermedad en un grupo que en otro- ni, sobre todo, en mortalidad.
La ginecóloga del Hospital Virgen de las Nieves de Granada Amira Alkourdi apunta a la misma idea: "No hay ninguna guía clínica que lo recomiende y no sé en qué momento se generalizó la idea de que era una práctica eficaz".
El aspecto negativo
Un metaanálisis publicado en 2003 en el British Journal of Cancer ponía el foco en un asunto que también menciona el vicepresidente de la SEOM. Que el problema de una prueba que es "completamente inocua" y para la que las asociaciones de pacientes organizan talleres "con toda su buena intención" es que tiene "un aspecto negativo". La realidad es que las féminas que se autoexploran detectan más lesiones, pero benignas. Esto implica la posibilidad de que tengan que hacerse biopsias sin necesidad, incrementa la ansiedad y es una situación estresante.
Alkourdi lo resume con esta contundencia: "Se llevan pinchazos, se llevan pruebas y se llevan ansiedad". La especialista reconoce que son muchas las mujeres que le preguntan por esta práctica en su consulta. "Muchas creen que hay que hacérselo antes de la regla y en todo caso es mejor después", señala. Ella prefiere formarlas para que, al menos, no se alarmen sin necesidad. "Yo las exploro y les hago explorarse delante de mí y les digo que recuerden cómo es su pecho en ese momento, pero nunca que se autoexploren de forma sistemática".
Los datos de los grandes estudios hicieron que empezaran a cambiar las recomendaciones a nivel mundial. Las primeras fueron las autoridades sanitarias canadienses, en sus guías publicadas a principios de la década de los 2000 y actualizadas en 2011. Pero no fueron las únicas. Las U.S. Preventive Services Task Force -un organismo independiente que realiza recomendaciones muy respetadas sobre diversos aspectos de salud- concluía que los médicos no debían enseñar a las mujeres a hacerse la autoexploración mamaria. "Esto no significa que no tengan que ser conscientes de su cuerpo", escriben los autores.
Habrá muchas mujeres a las que les choque esta evidencia científica. Son aquellas que se han detectado un bulto -haciéndose la autoexploración mamaria-, han acudido a su médico y se les ha acabado diagnosticando y tratando un cáncer de mama. ¿Cómo se explica esta aparente paradoja?
De nuevo, Rodríguez-Lescure lo aclara: "Lo que nos dicen los datos es que la gran mayoría de los casos que se detectan fuera de los programas de cribado establecidos [las mamografías] son porque la paciente se nota un bulto, pero la cuestión es que se lo notaría independientemente de autoexplorarse o no". "Si tienes un bulto que detectas en una autoexploración te lo vas a detectar igual al ducharte o al colocarte el sujetador por debajo del aro, por ejemplo", señala el oncólogo.
Además, como destaca la ginecóloga granadina, cuando un tumor es palpable es ya porque su tamaño es considerable y este factor es uno de los que modifica el pronóstico. "Si te has notado un bulto, lo normal es que veas la deformidad o éste se acompañe de otros síntomas, como el pezón retraído", concluye.
El futuro del cribado
El hecho de que la autoexploración de las mamas no sea, pues, un método de cribado recomendable ni útil para mujeres sanas deja sin opciones sobre todo a las mujeres jóvenes, aquellas que no entran en la edad en las que las mamografías no están recomendadas. "En este grupo, esta prueba no es eficaz para detectar el cáncer de mama y además implica irradiar innecesariamente las mamas", recuerda el vicepresidente de la SEOM.
El oncólogo subraya que los casos de cáncer de mama en mújeres jóvenes son una minoría y suponen menos del 7% del total. Pero él cree que el concepto de cribado "va a cambiar en los próximos años". A su juicio, lo que ocurrirá es que se acotarán las pruebas a grupos de riesgo más concretos y entonces sí se podrá incluir a las más jóvenes. "Es posible que se use, por ejemplo, la resonancia magnética, pero no para toda la población sana", concluye.