"Fui naturópata hasta que analicé los hechos y decidí denunciar las peligrosas terapias que se emplean en la medicina alternativa, especialmente en tratamientos contra el cáncer. Tras marcharme perdí a mis amigos". Pese a ser consciente de las implicaciones, a Britt Marie Hermes (California, EEUU, 1983) le bastó un fin de semana para abandonar toda una vida como profesional de las 'terapias naturales'.
Su posterior tarea como divulgadora contra las prácticas del sector le ha hecho merecedora del premio John Maddox. Se trata de un galardón anual patrocinado por Nature y entregado por la organización benéfica Sense About Science. Reconoce el trabajo de aquellos científicos "valientes" que, como Hermes, fomentan la crítica social contra la pseudociencia "enfrentándose a dificultades u hostilidades durante el proceso".
En 2014, esta psicóloga de formación descubrió que la empresa con la que trabajaba comercializaba un producto restringido por la FDA, la agencia para la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU. Este compuesto, denominado Ukrain, estaba destinado a pacientes que reciben tratamiento contra tumores cancerígenos.
Ukrain proviene de dos compuestos químicos: Chelidonium majus y la Tiotepa. Pero la fórmulas ha sido criticada por numerosos estudios médicos a raiz de la ambigüedad metodológica al probarlo en ensayos clínicos. Una de las voces más prominentes contra la pseudociencia, Edzard Ernst, catedrático de la Universidad de Exeter, sostenía en 2012 que los resultados que obtenía Ukrain en los laboratorios eran demasiado buenos para ser verdad.
Edzard, médico de origen alemán y ganador del John Maddox en la edición de 2015, detectó algunas irregularidades en las publicaciones científicas al respecto. El científico alemán alertó del peligro de difundir un compuesto cuya eficacia no estuviese demostrada con certeza.
Britt Hermes también lo tuvo claro. "El lunes por la mañana ya había contratado a un abogado y abandoné mi trabajo". Esa protección legal resultó ser premonitoria. Colleen Huber, una asociación estadounidense de naturopatía, contraatacó. Este lobby demandó a Hermes acusándola de ser un fraude y de "confundir a los pacientes".
El juicio se prolongó hasta este mismo año y se resolverá en un juzgado de Alemania, su país de residencia. Una campaña de recaudación de fondos consiguió cerca de 50.000 dólares (42.300 euros) para ayudarla con los costes legales.
"Yo no les caigo bien a los naturópatas, pero a Britt la desprecian porque la consideran una traidora", declaraba a este medio David Gorsky, editor de una revista a favor de la ciencia demostrable -esto último es un pleonasmo, sin duda alguna. "La odian mucho", reitera.
Soñó un futuro sin medicinas
Tras graduarse en Psicología por la Universidad de San Diego, Britt Hermes comenzó un posgrado en naturopatía, del que afirma estar diseñado "para parecer medicina de verdad". La divulgadora explica en esta entrevista cómo su adolescencia, en la que sufrió episodios de psoriasis, marcó su predisposición hacia las terapias alternativas.
Durante el instituto, Hermes probó tratamientos experimentales (consumió aceite de hígado de bacalao, entre otros cambios dietéticos) para ver si solucionaban su afección cutánea. La adolescente sanó y achacó esta mejora a su original pseudoterapia. "Me obsesioné con la idea de los tratamientos sin prescripciones médicas", afirma. Esto determinó su meta profesional de desarrollar un estado utópico de salubridad sin la necesidad de usar ningún medicamento.
Tras el catárquico episodio en su empresa de Arizona, donde trabajó durante prácticamente una década, Britt abrió Naturopathic Diaries, un blog dedicado a perseguir sus antiguas prácticas profesionales. La divulgadora afirma que ello le valió la crítica de defensores de la medicina alternativa, pero también de médicos que cuestionaban su pasado. "Se trataba de un grupo de ancianos blancos malhumorados", decía en este reportaje de The Guardian.
El jurado de Sense About Science ha destacado "su voluntad de cuestionar sus propios posicionamientos, así como las dificultades de difundirlos entre sus antiguos colegas entre amenazas legales y el acoso personal". El otro premiado de ese año es Terry Hughes. Este profesor de la Universidad de James Cook ha demostrado con reiteradas evidencias el deterioro de la Gran Barrera de Coral Australiana.
"Terry Hughes, Director del Centro ARC para la Excelencia en el Estudio de Arrecifes de Coral y experto mundial en la Gran Barrera de Coral, es reconocido por sus esfuerzos valientes e incansables para comunicar la evidencia científica sobre los daños al coral al público"- destaca el jurado.
"Al hacerlo, se ha enfrentado a la hostilidad de los políticos, figuras públicas y a la industria turística australiana. Frente a los esfuerzos para desacreditarlo, las críticas personales y los infundios en la prensa, Terry redobló sus esfuerzos para comunicarse con la mayor audiencia posible, llegando a medios de comunicación de todo el mundo".
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