El cuerpo humano es asombroso. Todos los días se hacen nuevos descubrimientos y, sin embargo, todavía quedan muchos misterios por resolver. Los científicos y muchas personas que saben apreciar estas noticias se frotan los ojos pensando: ¿cómo puede ser que seamos una máquina tan perfecta? Sin embargo, existen otras personas que no lo tienen tan claro. Piensan que hay cuerpos humanos que no son bonitos y que, por dentro, todos son feos.
Pues bien, este artículo va a darles otra perspectiva a estas personas. Una mucho más inquietante y que les hará pensar que los órganos y los fluidos son la belleza en sí misma. La perspectiva a la que me refiero no es otra que la que otorga el microscopio. Parece mentira que las imágenes que resultan de este artilugio sean de nuestra piel o de nuestro interior.
La pinta que tienen nuestros tejidos a través de las lentes parece más un terreno marciano que lo que se ve a simple vista. Y esos paisajes apocalípticos también están poblados de criaturas que, si las viésemos normalmente, podrían matarnos de un infarto. Sin embargo, gran parte de lo asombroso que tiene el cuerpo humano se lo debemos a las bacterias y a otros seres incomprendidos que habitan en nosotros.
El ácaro más majo
Algunos de los más terroríficos son, sin duda, los ácaros. A simple vista son imperceptibles pero se trata de unos arácnidos diminutos, es decir, son primos hermanos de las arañas y de los alacranes. Pensándolo así, a uno le empieza a picar todo el cuerpo cuando se da cuenta de que están presentes en el polvo de la casa, en muchos textiles e, incluso, en tu cara y en los folículos de tu cabello.
El bichito que siente debilidad por tu cara y tus folículos se llama, concretamente, Demodex. Y aunque en los niños es raro encontrarlo, según va cumpliendo años el ser humano la probabilidad de portarlos aumenta. De hecho, a los 70 años existe un cien por cien de probabilidades de que acojas a una población demodex en tu cara.
Para que os vayáis conociendo, el demodex es alargado. Tiene una cabecita de aspecto extraterrestre con ocho patitas muy cortas y rechonchas que están cerca de ella. Una monada. El resto del cuerpo es una especie de cola larga y eso le permite introducirse en los folículos. Una vez ahí, se queda bien acurrucado y va comiendo escamas de queratina y sebo piloso. Me gusta pensar que lo hace con pequeños mordisquitos.
Tres datos curiosos sobre el demodex: el primero es que no tiene ano y, por eso, para expulsar lo que come tras la digestión, regurgita; el segundo es que los machos tienen el pene en la espalda y, en consecuencia, es la hembra quien monta; y, por último, los demodex son extremadamente selectivos en cuanto a la especie en la que habitan, existen demodex exclusivos para perros, para gatos, para humanos (demodex follicolorum y demodex brevis) y para muchos otros mamíferos.
Los demodex tienen una esperanza de vida corta: dos semanas, tres como mucho. Si se desprenden del cuerpo en el que habitan, mueren y, por encima de los 50 grados, también. Sin embargo, están muy bien adaptados y tienen sus propios tips para perpetuar su frágil especie: los huevos que ponen tienen la capacidad de vegetar y, en ese estado, pueden quedarse en sábanas, almohadas o ropa durante algún tiempo esperando unos nuevos folículos en los que guarecerse.
A veces se pasan de amor
Los demodex no son los invitados más agradables por razones obvias, pero son unos bichitos muy pacíficos. Por lo general, no dan los problemas que ocasionan otros ácaros como las garrapatas, o los del polvo que ocasionan alergias. Pero si se descontrola la población de ácaros de este tipo, sí que pueden llegar a ser un problema.
Estos ácaros alojan a su vez a otros microorganismos que pueden ocasionar reacciones inflamatorias en el cuerpo. La superpoblación de este ácaro puede provocar afecciones de la piel como la foliculitis y la rosácea. Algunos casos de otitis externa se han llegado a relacionar con los demodex.
Sin embargo, los problemas más comunes que causa el demodex son las infestaciones en las pestañas. De esta forma, las pestañas presentan una acumulación de caspillas en la base del pelo y, como consecuencia, en ocasiones se produce una reacción inflamatoria en los ojos que se ha relacionado con algunos tipos de queratitis y queratoconjuntivitis.
A pesar de ello, los demodex y los humanos pueden convivir en perfecta armonía y, de hecho, es lo que pasa en la gran mayoría de las ocasiones. A muchos les inquietará pensar en que tienen arañitas viviendo en sus caras, sin embargo, el demodex demanda poco y no te abandona. Es un amigo fiel para toda la vida.