El día 31 de diciembre es una fecha en la que se concentran gran parte de las tradiciones y de las supersticiones de los seres humanos. Tomar doce uvas para despedir el año, ponerse ropa interior de color rojo o brindar con cava o champán, son algunas de las costumbres que esperamos que nos den buena suerte para el nuevo año. Sin embargo, las personas también apelamos ese día a nuestra fuerza de voluntad y nos planteamos una serie de retos con la ilusión de convertirnos en una versión menos perezosa y más virtuosa de nosotros mismos.
Por eso, ese mágico y último día de diciembre nos encontramos por la tarde tirados en el sofá pensando: "Este año me pongo en forma". De repente, aparece en la televisión la retransmisión de la carrera de la San Silvestre. Ves como un montón de gente se lanza a las calles a correr vestidos de Papá Noel o de cualquier otro sórdido personaje y te decides: "El año que viene yo estaré ahí".
Sin embargo, llega otra vez el final de diciembre y has salido a correr dos días en todo el año con fatal resultado. Si estás pensando en que los diez kilómetros de carrera no suponen ningún problema e, igualmente, te planteas lanzarte al asfalto, quizás debas pensártelo dos veces. Lo primero que deberíamos hacer antes de empezar a correr es conocer cómo es nuestro estado físico. No deberíamos ser nosotros quienes valoremos si somos aptos para este tipo de reto, sino un profesional sanitario.
El perfil del corredor potencial
Una carrera popular, como la San Silvestre, es un reto que muchas personas se plantean para comenzar una vida más activa. Al ser un evento que invita a participar a todo el que se acerque, son muchas las personas que subestiman el esfuerzo que suponen. "Estas carreras deberían de estar controladas en mayor medida. Los corredores, a título personal, deberían de certificar que son aptos para correr sin sufrir riesgos y los organizadores del evento tendrían que repartir cuestionarios sobre algunos aspectos de la salud de los participantes", explica Miguel del Valle, miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (SEMED) y editor de la revista Archivos de Medicina del Deporte.
Las personas que son sedentarias pueden padecer factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares y, sin embargo, vivir sin percibirlos. Es a la hora de generar esfuerzo en el sistema cardiovascular cuando estos factores pueden suponer un peligro. "Todas los que quieren realizar deporte deben hacerse un reconocimiento médico-deportivo. Sin embargo, son las personas con enfermedades o que toman una medicación quienes deben de consultar con mayor urgencia a sus médicos. El efecto de algunos fármacos puede ser el aumento de algunos factores de riesgo cardiovasculares".
Pero, ¿qué riesgo puede suponer correr una carrera como la San Silvestre sin conocer nuestro cuerpo? El principal: sufrir una muerte súbita. "Las noticias sobre las muertes súbitas siempre suelen estar asociadas a futbolistas o a niños. Es decir, casos que son muy sorprendentes pero que, en realidad, son anecdóticos. La verdad es que la muerte súbita tiene una incidencia bastante elevada entre quienes tienen más de 35 años y realizan deporte: una de cada 18.000 personas que hacen actividad física mueren al año por esta causa. Es un riesgo de muerte realmente alto", advierte del Valle.
Estrés y esfuerzos mortales
Todos los corredores pueden sufrir estrés cuando corren. Su experiencia y la distancia a la que se enfrentan hacen que los niveles de estrés aumenten o desciendan. De esta manera, un corredor profesional en una maratón sentirá menos estrés en su sistema cardiovascular que un principiante ante una distancia relativamente corta como son los diez kilómetros (distancia de la San Silvestre vallecana).
"Tras el pistoletazo de salida, el corredor se pone en marcha pero, si es inexperto, no controlará la intensidad con la que debe llegar a la meta. Probablemente varíe el ritmo y genere estrés. Esta situación puede provocar conflictos cardiovasculares que, a su vez, causen un accidente de miocardio", comenta del Valle, y continúa "la muerte súbita no es otra cosa que un infarto de miocardio agudo por el cual mueres de manera instantánea. Algunas veces se relaciona con trombos que obstruyen las arterias pero, en la mayoría de ocasiones, se trata de un accidente cardíaco".
Si haces deporte, hazte un chequeo
No obstante, el médico advierte que las muertes que se producen por el sobresfuerzo del deporte se pueden evitar sin renunciar a la actividad física. "Todos aquellos que quieran hacer ejercicio deben hacerse un reconocimiento médico-deportivo. En él se consultarán sus antecedentes y, sobre todo, se realizará un electrocardiograma de doce derivaciones. Esta prueba es fundamental y otorga muchas claves para que los médicos podamos valorar el riesgo de poder sufrir una muerte súbita".
Las personas que descubran factores de riesgo para sufrir un accidente cardiovascular pueden adaptar el esfuerzo a su condición. Además, el médico recuerda que los accidentes derivados de una carrera pueden centrarse también en lesiones musculares y óseas. "Algunos corredores descuidan ciertos grupos musculares porque sólo corren. Fortalecer la musculatura evita problemas como las lumbalgias. Además, correr sobre un terreno duro como el asfalto puede acumular daños microscópicos en los huesos que acaben causando una lesión más grave".
El deporte, aunque a veces impacte de manera negativa en la salud, tiene múltiples beneficios para la salud. "Correr es salud y todos deberíamos hacer deporte. El problema llega cuando aparecen las obsesiones y, la moda del running, ha causado muchas. En una carrera popular puede participar cualquiera y, por tanto, puede pasar de todo. Hace cinco años murió en la San Silvestre de Gijón un hombre de una muerte súbita. Desgraciadamente, este accidente no es una simple anécdota, sino un episodio más frecuente de lo que debería ser".