"Antes de ir a la mili, si eres chico; nunca antes del matrimonio, si eres chica": las ideas sobre la edad 'adecuada' para mantener por primera vez relaciones sexuales han estado históricamente contaminadas por prejuicios sociales y culturales, cuando debería ser una materia a abordar desde la salud. Un estudio publicado en BMJ Sexual & Reproductive Health establece ahora las pautas para determinar cuándo se ha alcanzado realmente la madurez sexual.
Así, como en tantos otros aspectos de la personalidad, no hay un baremo de corte que sirva para todos. Los ritmos del despertar sexual varían de /a adolescente a otro/a, y el hecho de que se vean forzados prematuramente por la presión de grupo o de su pareja plantea "circunstancias incompatibles con una salud sexual positiva", según concluyen los investigadores de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, Reino Unido.
El concepto que han manejado es el de 'competencia sexual', es decir, en qué medida un individuo dispone del control y del conocimiento de su propia sexualidad. Se establece mediante cuatro factores: el consentimiento, la autonomía, el uso de anticonceptivos y la "preparación" (readyness). Para ello, recabaron datos de 2.825 británicos sexualmente activos entre los 17 y los 24 años, extraídos a partir de la Tercera Encuesta Nacional de Comportamiento Sexual y Estilo de Vida (Natsal-3 por sus siglas técnicas).
¿Cómo se evalúan cada uno de los parámetros que determinan una competencia sexual completa?
- Para considerar que la relación se produjo con consentimiento, se preguntó si había sido de mutuo acuerdo y con voluntad por parte de ambos miembros de la pareja, no solo para contentar a uno de ellos.
- La autonomía tiene que ver con la capacidad consciente para consentir a esas relaciones: se consideró que no se producía si la persona estaba bajo efecto de las drogas o el alcohol, o se vio empujada por la influencia de los demás.
- El uso de anticonceptivos incluye que supeditase el encuentro sexual a que las medidas de sexo seguro estuviesen satisfechas, y que se usasen como corresponde para prevenir las ETS y los embarazos no deseados.
- La cuarta cuestión es finalmente la más subjetiva, pero igualmente importante por lo que implica sobre la libertad individual: ¿Se sentía preparada la persona encuestada para perder la virginidad en el momento en el que hizo el amor por primera vez?
Los resultados para los chicos fueron de un 25% de casos en los que confesaron que su primera vez "no había ocurrido en el momento adecuado". Pero en el caso de las chicas, la cifra aumentaba hasta el 40%. Además, una de cada cinco mujeres encuestadas declaró que "no había tenido las mismas ganas" que su pareja cuando mantuvieron la primera relación y, en la misma proporción, que perder la virginidad "no había sido decisión suya".
Otro hallazgo preocupante fue que en un 10% de los casos, los participantes admitieron no haber practicado sexo seguro. Todo sumado, el 52% de las mujeres encuestadas y el 43,5% de los hombres dieron prueba de una competencia sexual incompleta. Y aunque los datos tendían a empeorar cuanto más jóvenes fueran los participantes, la "edad cronológica" es una variable "demasiado simplista", consideran los autores. "La juventud no amenaza la salud sexual del mismo modo que la madurez no la salvaguarda"- consideran.
Cuanta más comunicación, mejor
Un dato interesante, que corrobora los resultados de otras investigaciones en la misma línea, es que la competencia sexual -y con ella, una experiencia de pérdida de la virginidad satisfactoria- tendía a ser superior cuando la primera vez se produjo en el contexto de una relación estable. La relación inversa se daba cuando se trató de un encuentro casual en la que el participante fue incapaz de decir si también fue la primera vez para su pareja, lo que los autores atribuyen a "una comunicación problemática".
¿Y cómo influye la educación sexual recibida en la escuela o el hablar abiertamente de sexualidad con los padres? En el caso de las chicas, estos dos factores estaban vinculados con una mayor competencia sexual, pero no así en el de los chicos. Los investigadores teorizan que la comunicación y la negociación serían menos importantes para los hombres a la hora de considerar que su primera vez fue satisfactoria. Otra posibilidad, aventuran, es que los jóvenes varones se implican menos en la salud sexual tal y cómo se imparte a nivel curricular.
El estudio permitió detectar que hay factores socioeconómicos responsables de perjudicar la competencia sexual de un individuo: en el caso de las mujeres, las pertenecientes a la minoría de raza negra solían perder la virginidad en peores circunstancias, y en el de los hombres, eran quienes vivían en barrios empobrecidos. Este fenómeno, señalan los autores, está en directa relación con las mayores tasas de embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual en determinados grupos de población.
"Una parte considerable de los jóvenes del Reino Unido llega a la sexualidad activa en circunstancias que son razonablemente incompatibles con la salud sexual, definida en su sentido amplio y abarcando el bienestar tanto físico como psicosocial"- concluyen. "Estos hallazgos sugieren que las desigualdades se reflejan del mismo modo en la naturaleza del primer encuentro sexual, lo que indica que deben realizarse mayores esfuerzos para reducir la disparidad que existe en el mismo origen de la sexualidad".