Elon Musk tiene nueva competencia en el sector de las tecnológicas, aunque no precisamente por cuestiones profesionales. Parecía imposible superar aquel apoteósico fin de semana que involucró a su novia Grimes, los tuits de la rapera Azaelia Banks, unas presuntas ingestas de ácido y el desplome brutal de Tesla en Wall Street. Pero aparentemente Peter Thiel (Frankfurt, 1967) planea convertirse en el nuevo genio excéntrico de moda bajo el sol de Silicon Valley.
Este empresario de origen alemán ha decidido probar suerte con la pseudociencia. Obsesionado durante años con la medicina anti envejecimiento y la idea de la muerte, invirtió en una start-up llamada Ambrosia. El tratamiento principal de esta empresa se basa en la transfusión de sangre de gente entre los 16 y los 25 años, mucho más jóvenes que el propio cliente. Este año la empresa planea expandir sus horizontes: el público podrá seguir este vampírico procedimiento en la ciudad de Nueva York a finales de este año.
Peter Thiel no es precisamente un novato en el hub californiano. Es cofundador de PayPal, está en el consejo de administración de Facebook y ha participado en la creación de fondos de inversión y empresas de análisis de datos. Incluso estuvo presente en la controvertida reunión que Donald Trump mantuvo con las veinticinco figuras más poderosas de las tecnológicas estadounidenses, celebrada un mes después de ganar las elecciones de 2016.
Thiel afirmó en 2016 en la revista Inc que estaba investigando sobre el fenómeno de la parabiosis. Se trata de un proceso natural o inducido quirúrgicamente por el cual dos siameses comparten la circulación sanguínea. "Han averiguado que esto tiene un efecto rejuvenecedor extraordinario", afirmaba el empresario. Thiel se refiere a este artículo de la revista Science donde se experimentaba con este fenómeno en ratones. Ante la polémica generada, esta misma revista científica publicó otro estudio a modo de respuesta donde se contradecían las hipótesis iniciales.
Pero tanto la parabiosis como las declaraciones del empresario son engañosas. Los efectos beneficiosos de esta fusión de cuerpos se deben a que el siamés mayor se apoya en el organismo de su compañero (sistema inmunológico, corazón, pulmones, etcétera). No se ha demostrado que las transfusiones de sangre tengan propiedades rejuvenecedoras, aunque provengan de gente joven.
De hecho, en el año 2005 algunos científicos trataron de comprobar esta hipótesis, sin resultados concluyentes. En dicho experimento, publicado en Nature y desarrollado en Stanford, se empleó una técnica donde los animales compartían su sistema sanguíneo pero no el resto de órganos. Los ratones más viejos no experimentaron ninguna mejoría, y la salud de los más jóvenes se vio comprometida.
Según informa Business Insider, los ensayos clínicos del tratamiento pseudocientífico han costado al cliente una media de 8.000 dólares (7.010 euros). El departamento de Sanidad estadounidense aprobó su viabilidad al considerar que se trata de una transfusión de sangre normal. Hasta ahora, Ambrosia ha realizado el procedimiento en más de 150 pacientes, con casi la mitad efectuados fuera de los ensayos clínicos.
Para qué pueden servir las transfusiones
Los tratamientos que promocionan Peter Thiel y su empresa son estafas con riesgos para la salud pública. Sin embrago, el uso de la sangre tiene otros beneficios que sí están demostrados por la ciencia. Nature publicaba este artículo donde se detectó que la sangre del cordón umbilical cuenta con una proteína, TIMP2, que podría reactivar funciones cognitivas relacionadas con la memoria. En otro experimento publicado en la misma revista, el hipocampo de aquellos ratones viejos a quienes se les proporcionó sangre joven mostró mejorías con respecto a estas mismas funciones.
Sin embargo, todavía es pronto para comprobar si este tipo de tratamiento tienen algún tipo de efectividad contra enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer. "Sabemos que la sangre tiene efectos potenciales [en el cerebro], pero no sabemos si se extienden más allá de la regeneración celular", declaraba el investigador de Stanford Saul Villeda tras la publicación de su estudio sobre el hipocampo de roedores.
Este artículo publicado por Harvard muestra que el miedo a la muerte es más común de lo que parece entre los gurús de Silicon Valley. Muchos de estos empresarios han invertido en investigaciones sobre la senescencia celular, la búsqueda de especies más longevas o el uso de la sangre en potenciales tratamientos, como es el caso de Thiel. Por suerte o por desgracia, los sabios de nuestro tiempo aún siguen sin respuestas.
Peter Thiel lleva obsesionado con la muerte desde hace al menos una década. En 2009, escribía en su blog personal que detestaba "la idea de la inevitabilidad de la muerte de todos los individuos". Desde entonces, y especialmente tras su inversión en Ambrosia, ha tenido que aclarar en público que no es un vampiro. Aquello sucedió durante una conferencia organizada por The New York Times, donde negó utilizar su propio negocio para inyectarse sangre de gente más joven que él.
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