El sombrerero más famoso de la historia es un personaje de ficción, uno de los más célebres de Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll. Su característica más destacable es que estaba loco. Sin embargo, no brotó de cero de la imaginación de su autor: en la vida real los sombrereros de la época acostumbraban a mostrar conductas extrañas y probablemente le sirvieron para inspirarse.
De hecho, en inglés existe la expresión Mad as a hatter ("loco como un sombrerero") desde finales del siglo XVIII o principios del XIX. Pero, ¿de dónde viene la idea de que los fabricantes y vendedores de sombreros, una prenda imprescindible durante siglos, podían estar mal de la cabeza?
A la hora de tratar el fieltro con el que se elaboraban, se utilizaban compuestos de mercurio. En la actualidad sabemos que es un elemento muy tóxico y que una larga exposición a este metal provoca hidrargirismo o mercurialismo, una enfermedad que se caracteriza por problemas neurológicos que afectan a la visión, al habla y la coordinación, entre otros. Los signos externos pueden ser temblores, espasmos musculares, irritabilidad y nerviosismo.
Quizá hoy en día este tipo de síntomas no se confundiría con una enfermedad mental, pero en épocas pasadas la conducta de un sombrerero bien podría equipararse a la locura. Mientras trabajaban no dejaban de intoxicarse a través de la piel y sobre todo de los pulmones, ya que al parecer el envenenamiento procedía de los vapores que inhalaban al tratar el fieltro. El mercurio llegaba hasta el cerebro y dañaba sus neuronas con graves consecuencias.
Lewis Carroll nació en Daresbury, cerca de Manchester, al norte de Inglaterra, y no lejos de Stockport, una de las localidades más ligadas a la producción de sombreros, así que no debía desconocer el carácter de quienes los fabricaban. Sin embargo, también hay quienes objetan que su personaje del sombrerero no presenta los síntomas del hidrargirismo: está más bien eufórico. Probablemente, el autor de Alicia simplemente optó por recurrir al tópico de la locura.
El mercurio y la salud
Hasta mediados del siglo XX no se descubrió la relación entre los problemas de salud de los fabricantes de sombreros y el mercurio. No obstante, para entonces el uso de esta prenda había comenzado a caer en picado y las preocupaciones con respecto a este metal iban más por otro lado.
Por ejemplo, los vertidos de metilmercurio en la bahía de Minamata (Japón) entre 1932 y 1968 hicieron que el pescado de la zona estuviese fuertemente contaminado y sus habitantes sufrieron de forma masiva una extraña dolencia que ahora se conoce como enfermedad de Minamata, que incluye parálisis y delirios.
La Organización Mundial de la Salud considera que el mercurio es un problema grave y que es necesario erradicarlo de todo tipo de productos. Una de las principales preocupaciones es que puede llegar a nuestra dieta a través de pescados y mariscos.
No obstante, en realidad el mercurio se presenta de formas muy diversas. Una confusión habitual es la de confundir el metilmercurio, compuesto orgánico que puede estar presente en esos alimentos, con el etilmercurio, que es muy diferente. Esta confusión alimenta mitos falsos sobre la peligrosidad de las vacunas.
El etilmercurio se emplea en cantidades muy pequeñas como conservante en vacunas y productos farmacéuticos. Las evidencias científicas dicen que en esta segunda forma nuestro organismo lo metaboliza rápidamente sin que se acumule, de manera que su uso es totalmente seguro.
[Más información: La familia que muere porque no puede dormir: así es el Insomnio Familiar Fatal]