Uno de los actos más arraigados en la sociedad, y con el que mostramos infinidad de emociones, es el beso. Existen innumerables tipos de formas de besarnos y con ellos podemos expresar desde cariño y respeto hasta nuestro más profundo deseo hacia alguien.
Según determina la ciencia, hay cinco zonas del cerebro que llegan a activarse en el momento de besarse, liberando una gran cantidad de hormonas - oxitocina, dopamina, adrenalina- que son las responsables de darle mayor o menor intensidad y fogosidad a la acción del beso. Así, se convirtiéndose en uno de los actos más importantes dentro de las relaciones humanas y, sobre todo, sexuales.
Y es que la acción de besar es tan primordial en el momento de tener sexo –durante el acto y, sobre todo, en los "preliminares"- que muchas personas la necesitapara poder alcanzar el clímax total. Este hecho es conocido como basoexia y se describe como la excitación que es producida únicamente por los besos.
Pero estamos acostumbrados a señalar como beso en su acepción erótica al contacto directo que existe entre las bocas de dos –o más- personas. Tenemos que reconocer, sin embargo, que en cuestiones sexuales muchas son las prácticas denominadas de ese modo que se pueden salir de lo convencional.
Posiblemente el más popular de todos sea el llamado 'beso negro', que consiste en lamer el ano de la pareja sexual, llegando incluso a introducir la lengua por el orificio rectal para estimular las zonas erógenas que rodean el esfínter. Se considera una práctica placentera indistintamente para hombres y mujeres, ya sea en una relación hetero u homosexual.
No es un acto que sea del agrado de todas las personas, como es de imaginar: se trata de una zona de la anatomía humana en el que más gérmenes y bacterias podemos encontrarnos. Sin embargo, si la higiene es escrupulosa, muchas personas descubren que sus reticencias se basaban más en prejuicios que en otra cosa.
Entrando en ámbitos que pueden resultar aún más escatológicos, encontramos el 'beso blanco', la acción de besarse tras haber eyaculado en la boca de la pareja tras una relación gay como heterosexual. También existe el beso del del payaso o 'beso rojo': una práctica similar que se da después de practicar sexo oral a una mujer que esta menstruando.
El difícil arte del 'pompoir'
Pero en el mundo del sexo no todos los besos se dan ni con la boca ni en la boca. Podemos encontrarnos una curiosa y muy placentera práctica conocida como 'pompoir' y que se ha popularizado con el sobrenombre de 'beso de Singapur'. Tal arte consiste en masajear el pene erecto, tras introducirlo en la vagina o el ano, con los músculos que se encuentran en su interior. Hablamos ya sea de musculatura circunvaginal o pubocoxígea.
Se trata de una técnica en la que se tarda varios años en dominar. Para conseguirlo es necesario un entrenamiento prácticamente diario en el que se utiliza, entre otras cosas, las conocidas como 'bolas chinas' que proporcionan flexibilidad, firmeza y control total sobre la musculatura interior. Los ejercicios que fortalecen el suelo pélvico, como los de Kegel, ayudan a desarrollar estas regiones y son muy apreciados por los intérpretes de cine porno de ambos sexos.
La forma usual de realizarlo consiste en colocarse la persona penetrada en una postura de sentadilla, en cuclillas sobre su pareja que está tumbada boca arriba. El resto del trabajo se encargan de hacerlo las contracciones rítmicas de los músculos circunvaginales o pubocoxígeos.
Aunque esta práctica no es originaria de Singapur, sí que se considera un arte amatorio popular en el Sudeste Asiático. Tiene que ver con el sexo tántrico y también es conocida como kabazzah, un término que vendría a significar "agarre".