Un terrible suceso conmocionó a España el pasado verano. Azucena, una joven madrileña, fallecía después de haber pasado dos horas limpiando en casa con lejía y amoníaco. La mezcla había provocado una reacción tóxica, el cloruro de amonio, que inhaló inadvertidamente. Cuando empezó a notar los síntomas, logró llamar al 112, pero para cuando los servicios de emergencia llegaron nada podía hacerse ya por su vida.
Los trágicos accidentes domésticos de este tipo no son ni mucho menos excepcionales, y las medidas de prevención implementadas en los productos de limpieza no pueden reducir el riesgo a cero. Es por eso que Reactions, la rama divulgadora de la American Chemical Society, la principal organización para la investigación química en EEUU, ha publicado un vídeo para abordar los peligros específicos de mezclar estas sustancias.
Buenos conocedores del lenguaje de Internet y de la importancia de capturar la atención del usuario millenial, el vídeo se titula: "¿Puede matarte limpiar el váter?", y se ilustra con una ominosa calavera asomando de un retrete mientras espia a unas manos enfundadas en guantes de caucho. "Cuando la cosa se pone mugrienta (...) lo único que importa es acabar rápido con el trabajo"- reza el subtítulo.
"Así que abres el armarito, ves un montón de botes y piensas: '¡Eh! Esto sirve para limpiar, así que, ¿por qué no los mezclo todos? Esto acabará con la suciedad aún más deprisa'"- prosigue el narrador, leyendo los pensamientos de cualquier joven recién independizado. Aunque el tono sea coloquial, la ACS subraya que estamos ante un verdadero problema de salud pública. "Piénsatelo dos veces. Tu cóctel-para-todo de limpieza puede hacer que un mal día se vuelva peor".
Lo primero que hay que saber, aclaran desde Reactions, es que estos productos son seguros si se utilizan de acuerdo a las instrucciones, ya que han sido aprobados por las respectivas autoridades de Sanidad y Consumo. "Lee la etiqueta, ponte los guantes y estarás perfectamente a salvo", recomiendan. El problema, como ocurrió en el triste caso de Azucena, está cuando se producen reacciones con efectos perniciosos si algunos de estos químicos entran en contacto.
"Y no hablamos solo de echarlos juntos en el cubo de fregado"- continúan. "El riesgo más habitual se produce cuando una persona limpia la misma superficie, como la taza del váter, con dos productos diferentes". El error más frecuente, efectivamente, es de combinar lejía y amoníaco. La lejía, en primer lugar, es muy común y puede formar parte de multitud de productos para el hogar. La que tenemos en casa consiste por lo general en una disolución de un 5% de hipoclorito de sodio (NaClO) en agua.
El hipoclorito de sodio es un oxidante especialmente eficaz a la hora de disolver tinturas, como habrá comprobado cualquiera que haya manejado lejía sin tomar precauciones contra las salpicaduras en la ropa. También es efectivo para matar microorganismos mediante la desnaturalización de sus proteínas, impidiendo que cumplan su función natural que consiste en mantenerlos con vida. "Así que, además de para blanquear tu colada, es un excelente desinfectante para el váter", prosigue la ACS.
Los electrolitos de sodio (Na+), sin embargo, reaccionan rápidamente con otros químicos como el amoníaco, que se usa para disolver la grasa y que contiene una disolución del 5-10% de hidróxido de amonio. Se encuentra también en los sprays para limpiar el vidrio y multiusos. El primer producto de su mezcla con el hipoclorito de sodio es la cloramina, un gas ya de por sí tóxico. Pero la presencia de cloro puede provocar nuevas reacciones nocivas, como la aparición del tricloruro de nitrógeno.
Toda esta reacción en cadena se manifestará como escozor de los ojos y problemas para respirar. No se trata, en principio, de un peligro mortal, pero si a eso se suma una deficiente ventilación, se puede dar una intoxicación fatal como en el caso madrileño. "En cualquier caso te garantiza un viaje a Urgencias"- subrayan los químicos estadounidenses.
Lejía y alcohol
"Si la cloramina y sus subproductos no te han puesto los pelos de punta aún, te va a encantar lo que ocurre cuando el alcohol se suma a la fiesta", prosigue la ACS. El hipoclorito de sodio reacciona con el alcohol isopropilico que se usa para la limpieza, provocando compuestos cáusticos: ácido clorhídrico, cloroacetona y el famoso cloroformo.
Además de irritar los ojos, se absorben a través de la piel, lo que los vuelve extremadamente peligrosos. Esto también puede ocurrir con el etanol, también conocido como alcohol etílico. "Así que sé extra cuidadoso cuando estás limpiando después de una fiesta"- advierten con buen juicio.
Líquidos desatascadores
Se trata de productos de alta concentración, porque tienen que hacer su trabajo sin la ayuda mecánica de una bayeta o cepillo. Pero no todos los líquidos que pueden desatascar las tuberías tienen el mismo principio: las tres categorías primarias son los oxidantes, los ácidos y las bases. Y en el caso de los oxidantes, pueden contener gran cantidad de nuestro viejo conocido, el hipoclorito de sodio, alias 'lejía'.
Si vertiésemos una sustancia del segundo tipo, compuesta por ejemplo de ácido clorhídrico, por un desagüe en el que ya se introducido sodio, se produciría gas cloro, un arma literal de destrucción masiva. "Es conocido por transformar la Primera Guerra Mundial en una de las peores pesadillas vivientes de la historia de la humanidad", advierten. "No solo causa asfixia, también provoca serias quemaduras químicas en el interior de la garganta y pulmones".
Finalmente, mezclar los ácidos y las bases puede provocar que el agua entre en ebullición o que salga vapor a altas temperaturas por el desagüe. Y, en función del pH de los desatascadores, podría resultar que no se neutralizasen el uno al otro, provocando que residuos químicos se filtren en el agua corriente.