Las investigaciones sobre salud y sexualidad se han enfocado tradicionalmente sobre adolescentes y jóvenes adultos: se asume que son las franjas de edad en las que se cometen más prácticas de riesgo debido a la inexperiencia y a la fogosidad de la juventud. Pero se están obviando realidades significativas, ilustra un artículo publicado en BMJ Sexual & Reproductive Health, especialmente en lo que se refiere al sexo en función del género y la madurez.
Así, la concepción tradicional dibuja una biografía sexual en la que la tendencia sería a experimentar en los primeros años del despertar con una cantidad variable de parejas para ir desarrollando relaciones más duraderas con la edad. Pero eso se trata de una visión reduccionista, según los investigadores. No tiene en cuenta factores sociodemográficos complejos que, en algunos casos, no parecen estar relacionados directamente con el sexo.
El retrato robot de la mujer que tiene una cantidad de parejas sexuales superior a la media a lo largo de su vida puede por tanto no encajar en el cliché mental que compartimos. Se trata de una persona de mediana edad con otros dos rasgos añadidos: la bisexualidad y la práctica del deporte. Mujeres y hombres comparten factores comunes a la hora de determinar la cifra de amantes, pero en el caso de los varones mayores, los más determinantes son la homosexualidad y los ingresos.
El trabajo se realizó a partir de una muestra en Reino Unido: 3.054 hombres y 3.867 mujeres de cincuenta años o más, que habían participado en el English Longitudinal Study of Ageing (Estudio Longitudinal Inglés del Envejecimiento). Se trata de un informe anual y nacional a base de encuestas y entrevistas cara a cara que monitoriza el bienestar y la calidad de vida de los ciudadanos de mediana edad desde 2002.
Se extrajeron las respuestas al Cuestionario de Actividades y Relaciones Sexuales, completado por 7.079 personas en el periodo 2012-13. De ellos, 6.921 habían especificado la cantidad de parejas sexuales que habían tenido hasta la fecha. Más allá de ese dato, se recopiló información demográfica sobre el origen étnico de los participantes, su estado civil, ingresos, orientación sexual, salud y hábitos de vida.
Estos incluían la frecuencia en el consumo de alcohol y tabaco, pero también de la práctica de deporte y ejercicio físico. Así, los hombres tendían a declarar una cifra de amantes superior a la reportada por las mujeres: hasta el 40% de los encuestados manifestó haberse acostado con al menos cinco personas diferentes, algo que solo había ocurrido para ellas en uno de cada cuatro casos (24%). Y uno de cada cinco varones había tenido al menos diez parejas diferentes, una cantidad que no representaba ni a una de cada diez (8,5%) del grupo femenino.
Asimismo, los factores sociodemográficos que demostraron incidir en la sexualidad tanto de hombres como de mujeres tenían que ver con la edad relativa, el estado civil (con una subdivisión entre separados/divorciados y solteros) y con el consumo habitual de tabaco y alcohol. Las diferencias radicaban en la orientación sexual. Los varones gays tenían más amantes que los heterosexuales, pero no así las mujeres: eran las bisexuales quienes superaban a lesbianas y heteros.
También dentro del grupo femenino, el realizar con frecuencia un tipo de ejercicio tanto moderado como intensivo se relacionó con tener más parejas. Otros factores de influencia detectados fueron los de ser de raza blanca y no sufrir enfermedades crónicas. Para los hombres, la situación económica también implicaba una mayor cantidad de encuentros sexuales con personas diferentes: curiosamente, esto aplicaba tanto para el 20% más rico como para el 20% más pobre de la tabla.
¿Por qué sucede esto?
El hecho de que los varones mayores tengan más parejas que las mujeres es consistente con los estudios realizados sobre jóvenes, subrayan los autores del estudio. Lo atribuyen a un ramillete de factores que abarca desde los mayores niveles de testosterona masculina a lo largo de la vida al 'doble rasero' cultural que tiende a censurar la promiscuidad para ellas pero no para ellos. Por no decir que se puede haber introducido algún sesgo, al estos los hombres más predispuestos a "alardear de sus conquistas".
Sin embargo, no tienen explicación a que las mujeres blancas sean las que informen de un mayor número de amantes, ni por qué este factor racial no se da en hombres. "Se trata de un estudio observacional que no puede establecer causalidades", se justifican. Pero en cualquier caso, se trata del primer trabajo que identifica esta variabilidad en un grupo de edad ignorado tradicionalmente por la investigación sobre salud y sexualidad.
"Esta información puede ayudar a los profesionales sanitarios a identificar a los pacientes que presentan un mayor riesgo de enfermedades de transmisión sexual y sus complicaciones asociadas a lo largo de la vida", proponen. "Además, puede beneficiar a los adultos jóvenes, mediante intervenciones educativas en los grupos identificados con mayor potencialidades de parejas diferentes que conciencien sobre los riesgos asociados y la práctica del sexo seguro".