Pueden resultar mortales para la cohabitación y la relación de pareja. Pero hasta ahora, los ronquidos continuados no habían sido considerados un problema de salud en comparación con el síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS), que provoca intermitencias en las que el paciente deja de respirar y que, más allá de trastornar el sueño propio y ajeno, presenta un potencial riesgo de muerte.
Eso no significa, sin embargo, que roncar a pierna suelta cuando no se padezca el SAOS sea una actividad inocua. Según una investigación de la Universidad de Umeå (Suecia) que publica la revista BMC, las vibraciones provocadas por el ronquido continuado y fuerte causan lesiones en las vías aéreas superiores. Esto, a su vez, puede degenerar en una disfunción diglutoria -problemas al tragar- y una serie de alteraciones que abren la puerta, esta vez sí, a la apnea.
"Más allá de las molestias que provoca, el ronquido constante puede suponer un peligro para la salud significativo", explica el profesor Per Stål, investigador jefe del Departamento de Biología Médica Integrativa. "Sin embargo, hay indicios de que nuestra investigación nos llevará a desarrollar medidas de prevención temprana y, a largo plazo, a métodos para favorecer la curación del tejido dañado por el ronquido".
Para ello, el equipo está recopilando datos sobre los procesos de las lesiones por vibración y de regeneración natural de las vías respiratorias para identificar qué personas estarían en alto riesgo de desarrollar apnea del sueño. Esto permitiría implementar nuevas estrategias terapéuticas. Hasta el momento se ha podido comprobar que los afectados por esa dolencia comparten con las personas que roncan una característica: daños neuromusculares, a nivel estructural y molecular, en el tracto respiratorio superior.
Los investigadores pudieron observar una correlación entre el hábito de roncar y la aparición de problemas en la deglución, y también un vínculo entre la SAOS con el daño neurológico. Cuando se padece apnea, explican, se produce un colapso repetitivo del tracto respiratorio superior que provoca el paro respiratorio durante el sueño e incrementa el riesgo de accidentes cardiovasculares. Y, según evidencia el trabajo sueco, los durmientes que roncan fuerte y con frecuencia sufren la misma pérdida de nervios y de masa muscular en el paladar blando que quienes sufren problemas respiratorios.
La situación es todavía más compleja, porque los intentos del organismo por reparar el tejido dañado se ven interferidos por la propia vibración nocturna, lo que da lugar a la aparición de una estructura muscular anormal. Y, en su interior, las fibras musculares desarrolladas en el paladar blando o carecían de ciertas proteínas estructurales, o presentaban una organización alterada. La función de estas moléculas consiste en estabilizar los orgánulos de la célula muscular y darle soporte a las estructuras celulares relacionadas tanto con la producción de energía como con la contracción del músculo.
El indicio sobre la "batalla" nocturna que se estaría librando en las fosas nasales tanto del durmiente que ronca como del paciente con apnea lo daría un neurotransmisor asociado con la regeneración y la curación de las neuronas que fue descubierto en las células musculares. Esto indicaría que el cuerpo sí está tratando de restañar sus heridas, pero las vibraciones impiden que esto ocurra de manera exitosa. De este modo, se entra en un círculo vicioso: los ronquidos dañan las vías, impiden que sanen, y empeoran la situación progresivamente hasta provocar apnea y otros males.
"Estos datos nos ofrecen una imagen más clara de los efectos de las vibraciones del ronquido, lo que a su vez aumenta las posibilidades de encontrar maneras para evitar el daño e incentivar los procesos de regeneración biológica", afirma Farhan Shah, uno de los investigadores. Su siguiente paso les ha llevado a generar células musculares y neuronas en el laboratorio para ser expuestas tanto a vibraciones perniciosas como a la desaturación de oxígeno, que imiten tanto el ronquido como los paros respiratorios de los pacientes.
Una vez provocado el daño en la placa de Petri, las células serán tratadas con compuestos identificados con funciones de regeneración y reparación biológica. El resultado de estos experimentos, esperan, debería aportar datos para seguir trabajando en tratamientos para los daños provocados por el ronquido y la apnea. Porque, desafortunadamente, el ronquido que no se alivia con la pérdida de peso o con una operación específica tiene difícil solución.