Las paradas cardíacas, habitualmente secundarias a un infarto de corazón, no son iguales en hombres y mujeres. De hecho, los síntomas que suelen asociarse a la sospecha de un infarto (dolor de pecho, náuseas, mareo, dificultad respiratoria...) son "típicos" en hombres, pero no siempre en mujeres.
En el género femenino, es poco habitual describir un infarto como "dolor de pecho", y suele describirse más como "dolor en la boca del estómago", entre otros tipos de dolores, muy diferentes del conocido "dolor de pecho". Las paradas cardíacas o cardiorrespiratorias, por su parte, también son diferentes.
Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista European Heart Journal confirma las sospechas respecto a esta diferencia de síntomas: cuando una mujer sufre un paro cardíaco fuera del ámbito hospitalario, tiene menos probabilidades de recibir una reanimación cardiopulmonar, y por tanto más probabilidades de morir.
Por qué las mujeres reciben menos RCP que los hombres
Durante el pasado mes de enero, un estudio publicado en la revista Circulation ya llegó a una conclusión similar: se solía realizar menos reanimaciones a las mujeres, por motivos dispares que iban desde la "preocupación por hacer daño", hasta el "miedo de ser acusado de un contacto sexual no deseado". Aunque en aquella ocasión el estudio era una mera encuesta a un grupo reducido de personas.
En esta ocasión, los investigadores de la Universidad de Amsterdam (Países Bajos), dirigidos por el cardiólogo Hanno Tan, encontraron algunos motivos más tras analizar datos de casi 6.000 paradas cardíacas extrahospitalarias sucedidas entre los años 2006 y 2012 en una provincia de los Países Bajos.
Según Tan y sus colaboradores, un factor importante es que a menudo la gente no reconocía que las mujeres estaban sufriendo un paro cardíaco, algo que provocaba retrasos en las llamadas a los servicios de urgencias, y por tanto un retraso para realizar una RCP eficaz.
Cabe destacar que no es lo mismo una parada cardíaca que un infarto. Si bien es cierto que un infarto suele ser una de las principales causas de parada cardíaca, esta se produce cuando el corazón entra en un ritmo irregular y finalmente deja de producir latidos eficaces. Por tanto, puede producirse de forma secundaria a un infarto, pero existen muchas otras razones potenciales.
Además, Tan destaca el hecho de que las mujeres tienen hasta la mitad de posibilidades de poseer un ritmo cardíaco desfibrilable inicialmente en comparación a los hombres.
Este ritmo cardíaco desfibrilable inicial hace referencia al ritmo cardíaco que se registra al conectar a un individuo a una máquina que pueda monitorizar la frecuencia y el ritmo cardíaco. Suele tratarse de un ritmo muy rápido y caótico, un tipo de ritmo que evita que los latidos sean efectivos, por lo que lleva un momento donde el corazón falla, no lleva la sangre correctamente al resto del organismo, y entra en paro cardíaco.
Tras el paso de unos minutos, es posible llegar a la muerte, a menos que se produzca una descarga eléctrica o desfibrilación para devolver el corazón al ritmo habitual. Si dicha descarga no llega a tiempo, se llega a un ritmo "plano" o asistolia, donde la desfibrilación no es un tratamiento factible, pero sí es posible iniciar las maniobras de RCP hasta que el corazón recupere su actividad eléctrica.
El tiempo, clave para la supervivencia
Por tanto, poder reconocer y tratar un paro cardíaco durante los primeros minutos es crucial, sobre todo si aún persiste un ritmo inicial desfibrilable. Si se llega a la asistolia, las descargas eléctricas serán inútiles.
Según los datos analizados, procedentes de 5.717 paradas cardíacas en total, siendo el 28% de todos los casos en mujeres, estas tendrían menos posibilidades de beneficiarse de un intento de reanimación por parte de un espectador (68% en comparación al 73% de los hombres), incluso cuando alguien hubiese presenciado la parada cardíaca (69% en comparación al 74% de los hombres).
Por tanto, la supervivencia general tras el paro cardíaco también se reduciría en mujeres (34% en comparación al 37% de los hombres), incluyendo la supervivencia desde el ingreso hasta recibir el alta hospitalaria, si se logra sobrevivir a la parada cardíaca inicial (37% en comparación al 55% de los hombres). Y, finalmente, la supervivencia tras el alta hospitalaria serían hasta la mitad en comparación a los hombres (un 12.5% respecto al 20%). Los investigadores sospechan que el hecho de poseer un ritmo desfibrilable inicial sería crucial, algo que en las mujeres suele detectarse solo un 33% de las veces, respecto al 52% de los casos de hombres.
Según Tan y sus colegas, a pesar de ajustar los datos estadísticos teniendo en cuenta enfermedades precias y factores de riesgo relacionados con la supervivencia tras una parada cardíaca, como el hecho de realizar bien las maniobras de RCP o la llegada a tiempo de los servicios de urgencia, las mujeres continuaban presentando la mitad de posibilidades de poseer un ritmo desfibrilable inicial. Pero se desconoce la causa por la cual sucede esto. Sin embargo, si solo se tenía en cuenta a las víctimas con un ritmo desfibrilable inicial, las tasas de supervivencia en hombres y mujeres no variaban; en otras palabras, poseer este tipo de ritmo cardíaco sería clave para la supervivencia.
Por su parte, parece que las mujeres también son tratadas de forma diferente al llegar al hospital: tenían menos probabilidades de ser diagnosticadas de un infarto de corazón, y menos probabilidades de someterse a una angiografía coronaria o intervención coronaria como tratamiento.
Las diferencias en los síntomas entre hombres y mujeres
Tan y sus colegas sugieren que el hecho de que las mujeres posean en menos ocasiones un ritmo desfibrilable inicial podría deberse a que las mujeres tienden a tener menos paros cardíacos en público respecto a los hombres. Según los investigadores, por razones demográficas, las mujeres ancianas son las que más tienden a vivir solas, y sus síntomas cuando sufren un infarto cardíaco también son diferentes a los hombres. Todo ello puede retrasar el diagnóstico, y hacer que las mujeres tiendan a un ritmo cardíaco plano o asistolia en más ocasiones que los hombres.
Por ello, los investigadores sugieren que deberían llevarse a cabo nuevas medidas para abordar el problema de supervivencia en el caso de las mujeres: campañas de concienciación sobre los ataques al corazón y paros cardíacos, o reorganización en los sistemas de atención médica, sobre todo en los casos de las mujeres que viven solas, mediante dispositivos de aviso portátiles que reconozcan las alteraciones del ritmo cardíaco, por ejemplo.
Para finalizar, cabe destacar que el estudio no está falto de limitaciones: 181 de los pacientes que sobrevivieron no se incluyeron en el estudio porque no dieron su consentimiento, y en el 27.5% de los casos de desconocían enfermedades preexistentes que pudieron dar lugar al paro cardíaco, aunque la falta de datos se distribuía uniformemente entre hombres y mujeres. Además, no se tenían datos sobre los síntomas previos a los paros cardíacos, algo que pudo influir en la rapidez de atención médica por parte de testigos, y también en la rapidez para realizar las llamadas a los servicios de urgencias.