Últimamente se habla mucho de la figura del 'empotrador'. En el imaginario popular es un hombre que, cuando está en la cama con una mujer, la penetra con fuerza y vigor, y la maneja a su antojo, sin preguntar. Con pasión desenfrenada. Esto, se dice, proporcionaría muchísimo placer a la mujer.
El otro día hablaba del tema con mi compañera Cristina Callao, también psicóloga y sexóloga. Añadía que, cuando pensamos en un empotrador, "lo que se nos viene a la mente es un hombre alto, fuerte, manos grandes, espaldas anchas y con las facciones bien marcadas que domine la situación".
Pero todo esto, en realidad, ¿resultaría placentero para la mujer? Callao cree que "si nos encontrásemos en una situación donde un hombre no contemplase nuestro bienestar e hiciese el amor a lo bruto, preocupándose únicamente de la penetración, sería altamente frustrante para la mujer".
En realidad, lo del empotrador es una fantasía… y no todas las fantasías tienen por qué llevarse a la práctica. La ideal del empotrador puede funcionar muy bien en nuestra mente, pero intentar llevarlo a la vida real puede ser otro cantar.
Es importante tener esto en cuenta, porque a día de hoy parece que todas las mujeres aspiramos a tener un empotrador como amante… y los hombres ya no saben a qué atenerse.
Muchas mujeres también llegan a mi consulta sintiéndose raras, pues cuando están en la cama con el empotrador que ellas querían no consiguen llegar al orgasmo, y no entienden por qué.
Creo que es importante redefinir la figura del empotrador para que, cuando intentemos trasladar la fantasía a la realidad, la jugada nos resulte más placentera:
1) La penetración puede resultar muy excitante tanto a hombres como a mujeres, pero debemos recordar que una gran parte de las mujeres prefieren la estimulación del clítoris para llegar al orgasmo. Podemos combinar la fogosidad del coito con la masturbación o el sexo oral para aumentar el placer.
2) Un buen empotrador que se precie no se dedica solo al acto de empotrar, sino que escucha a la persona y escoge el momento. "No vale solo el aquí te pillo, aquí te mancillo. También puede ser una persona tierna, que escuche, empática y que tenga en cuenta los deseos de su pareja" añade la psicóloga y sexóloga Ana Sierra, autora del libro Conversaciones sexuales con mi abuela.
3) El empotrador es, en realidad, un hombre que se siente seguro en la cama, sabe disfrutar del sexo, pide lo que quiere y se excita dando placer a su pareja. La seguridad en uno mismo es uno de los rasgos más atractivos de una persona, dentro y fuera de la cama. Eso es lo que más nos pone de la figura del empotrador.
4) Callao cree que "el empotrador es el canalla de toda la vida. Tenemos que dejar de asumir que los hombres de verdad son malotes". En nuestra cultura está muy erotizada la figura del malote empotrador, pero cuando llevamos esta figura a la cama muchas veces no satisface nuestras expectativas.
5) Sierra reivindica lo que ella llama "la inteligencia empotradora, en la que el hombre no sólo penetra con fuerza, sino que escucha a su pareja, es empático y tiene en cuenta el consentimiento".
Una de las cosas que más me preocupa de la popularización de la figura del empotrador es que coloca a la mujer en una situación pasiva en la cama, en la que se deja hacer y su placer depende únicamente de lo que haga su pareja.
Empecemos a erotizar que sea la mujer la que lleve las riendas de su placer, la que pida y haga lo que quiera en la cama y se ponga cachonda haciendo disfrutar a su pareja. Una mujer empotradora, vamos.
*Ana Lombardía es psicóloga y sexóloga.