Para ser un producto de uso cotidiano y necesario para cuidar nuestra salud, las cremas de protección solar no son precisamente baratas, pero los precios varían mucho según las marcas y los establecimientos donde las adquirimos. ¿Pagar más significa estar más protegido?

"Todos los fotoprotectores tienen que pasar los mismos test de calidad, tanto los que van a la farmacia como los de supermercados y grandes superficies", explica a EL ESPAÑOL José Aguilera Arjona, coordinador técnico del Laboratorio de Fotobiología Dermatológica del Centro de Investigación Médico Sanitaria (CIMES) de la Universidad de Málaga.

Para que estos productos lleguen al mercado, los fabricantes tienen que presentar ante la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) la documentación sobre los test realizados para medir los valores de protección, así que "todos cumplen las mismas garantías de seguridad".Entonces, ¿de dónde sale la diferencia de precio?

Las fórmulas son diferentes y ofrecen distintos resultados en cuanto a textura, viscosidad y luminosidad, además de que "pagas la marca", asegura. "Es como las gafas de sol, no protegen menos las que te compras en una gran superficie que las de una marca conocida. Tienen que estar homologadas para estar en una estantería, lo que garantiza que filtran los rayos ultravioleta, otra cosa es el diseño o la calidad de las patillas", destaca.

En definitiva, el precio no define la calidad del producto en cuanto a protección, pero los expertos recomiendan que nos fijemos bien en el etiquetado. "Ante todo, tenemos que evitar la quemadura solar, así que la protección ideal es la máxima posible", sobre todo si nos vamos a someter a largas exposiciones al sol, por ejemplo, "si trabajamos en la calle o si vamos a tumbarnos en la playa". En estos casos, el factor de protección solar (FPS) debe ser de 50+. Cuanto más bajo sea, menos tiempo de protección real ofrece.

UVB y UVA

Ese número que aparece en todas las etiquetas hace referencia a la protección frente a los rayos ultravioleta B (UVB). "Son los más energéticos y los que producen las quemaduras solares y, a la larga, el cáncer de piel, porque la quemadura es sinónimo de daños en el ADN, mutaciones que un futuro pueden derivar en un tumor”, advierte el experto.

Sin embargo, también deberíamos fijarnos si la crema solar nos protege de los rayos ultravioleta A o rayos UVA. Generalmente, esto viene indicado debajo del factor de protección solar, por medio de un pequeño círculo que incluye las letras UVA. "Estos rayos son los responsables del envejecimiento cutáneo, del estrés oxidativo y de las manchas, así que también es fundamental que la crema solar nos ofrezca esta protección", indica Aguilera.

Si nuestro objetivo es ponernos morenos, conviene saber que los rayos UVA son los que incrementan la melanina, responsable de que el tono de la piel de vuelva más oscuro. Por eso, elegir una crema con un FPS más alto no impedirá el bronceado: "No hace falta que juguemos con la fotoprotección, tendríamos que tomar el sol de forma gradual para ir adquiriendo color sin quemarnos".

La Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) informa sobre estos y otros matices en el dossier ‘50 dudas sobre el sol’, donde explica que "quemarse al sol alguna vez no produce ningún tipo de problemas, pero la quemadura repetida es uno de los factores más importantes en el desarrollo del cáncer de piel".

La cantidad sí importa

En cualquier caso, a la hora de protegerse no sólo importa el producto en sí mismo, sino la forma de aplicarlo. "En general, se recomienda que el FSP sea al menos de 30, pero decimos que es mejor el de 50+ porque la gente no se lo aplica como en las condiciones ideales de los test en los que se mide esta protección", explica el especialista.

En estas pruebas participan "voluntarios tumbados en una camilla con unos simuladores solares en unas condiciones irreales y les aplican en la espalda el producto que se va a ensayar de forma abundante", 2 miligramos por centímetro cuadrado. "Para un usuario normal, esto es mucho. Nos tendríamos que poner unos 30 gramos de crema al día en el cuerpo. Es decir, un bote de 50 gramos nos duraría un par de días, como mucho. Eso no lo hace nadie", reconoce.

"Cuando la gente se gasta 20 euros en un fotoprotector, se echa cuatro gotitas. Eso ya está haciendo que el factor de protección no sea el que pone en la etiqueta, sino tres o cuatro veces menos. Por eso es recomendable ponérselo un par de veces al día o incluso cada dos horas si estamos en la playa, y más si nos bañamos o nos secamos con la toalla”, añade.

Quemados en 20 minutos

Al margen de esto, hay que recurrir al sentido común y cubrirse en la medida de lo posible con gorras, camisetas y sombrillas. Además, la hora del día y la época del año son las variables más decisivas para saber si corremos peligro de quemarnos. En estos días de verano el índice ultravioleta puede estar entre 9 y 10 en cualquier rincón de España y esto significa que "una persona de ojos marrones, pelo castaño y ligeramente bronceada se puede empezar a quemar pasados entre 20 y 25 minutos si no usa protección".

Esos altos índices ocurren en las horas centrales, especialmente entre las 12:00 y las 16:00 horas, cuando la radiación es la más alta. ¿Cuándo hay que aplicarse la crema de protección solar para evitar quemaduras? En cuanto el índice pasa de 6, lo que suele ocurrir a partir de las 11 de la mañana.

En otras épocas del año podemos estar un poco más relajados. "Es muy importante usar protección desde primavera hasta finales de verano, pero yo no soy partidario de recomendarla para todo el año. En España salimos poco en invierno y muy tapados, hasta el punto de que sorprendentemente tenemos bajos niveles de vitamina D", que se obtiene por exposición al sol. "En invierno, lo normal es que el sol no te queme, salvo que vayas a la alta montaña a esquiar", agrega.

¿Tengo que tirar las del año pasado?

De hecho, mucha gente sólo se acuerda de la crema solar en verano y ahí es donde surge otra duda relacionada con el ahorro: ¿Me vale la del año pasado? Según Aguilera, la duración de estos productos es relativa.

"Es como el yogur, el fabricante te garantiza que el producto mantiene el 100% de la calidad hasta la fecha que pone, pero eso no quiere decir que dos semanas después esté malo. En los fotoprotectores se dice que esa garantía es de un año desde que lo abres, pero las fórmulas son tan estables que realmente duran más", destaca.

“No obstante, si lo tienes todo el año en la guantera del coche o al sol en la terraza, no está en las condiciones ideales para que se pueda conservar. Además, si este producto te dura de un año para otro probablemente es porque no lo has utilizado o lo has utilizado mal”, advierte.

La lista de mejores y peores

Si queremos una mayor orientación sobre productos concretos, podemos recurrir a lista elaborada por la Organización de Consumidores y Usuarios, donde encontramos las mejores y las peores cremas de protección solar, según un análisis realizado por ellos mismos.

Sin embargo, el mismo estudio comparativo aplicado a las cremas solares infantiles ha provocado un lío monumental. La organización incluyó en este ensayo 17 productos y alertó sobre dos de ellos: la crema Isdin Fotoprotector Pediatrics Transparent Spray SPF 50+ que en realidad sólo tiene un factor 15 y la Babaria Infantil Spray Protector SPF 50+ que ofrece una protección de 30.

La OCU pidió que se retiraran del mercado, mientras que las empresas alegaron que su etiquetado es correcto porque está avalado por los estudios pertinentes. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) tuvo que salir a aclarar la cuestión, pero su respuesta salomónica ha provocado aún más confusión: según explican, tanto el ensayo de la OCU como los de las empresas son correctos y la diferencia se explica porque han utilizado diferente metodología.

El desconcierto de los expertos es absoluto. "Esperamos que la Agencia Española nos explique cómo es posible que un producto tenga factor 15 según la OCU, factor 50 según la compañía, que ambos estén bien medidos y que las dos partes tengan razón”, comenta José Aguilera como miembro de la AEDV.

En su opinión, la AEMPS ha querido lavarse las manos frente a posibles demandas de las compañías que se ven perjudicadas por el estudio de la OCU, pero carece de sentido recurrir a una posible variabilidad de los métodos usados para explicar tal diferencia. "Tú no puedes decir que un coche va a 40 kilómetros por hora o a 120 en función del método que uses para medirlo, o va a una velocidad o va a la otra, las dos no pueden ser", explica.

No obstante, y al margen del posible engaño al consumidor derivado de un mal etiquetado, "si la crema está bien aplicada, será segura incluso si la realidad es que sólo tiene un factor 15", ya que la clave estaría en aplicarla de forma más abundante y con mayor frecuencia.

Especial cuidado con los niños

Lo que sí hay que tener en cuenta es que los niños deben estar bien protegidos, sobre todo los más pequeños, y por eso existen estas cremas especialmente formuladas para ellos. "A los menores de dos años aún se les está formando la piel, no es igual que la de un adulto, la posibilidad de penetración de los rayos solares puede ser más alta. Existen fórmulas realizadas a base de filtros de origen mineral que consiguen ese efecto de reflexión de la luz", señala.

Tradicionalmente, esto se traducía en una crema muy blanca. Sin embargo, hoy en día ya se han conseguido cremas para niños más transparentes y, curiosamente, son más ecológicas que las cremas normales, debido a que llevan componentes minerales en lugar de biológicos.

[Más información: Así es el cáncer de piel que tiene el rey Juan Carlos I: muy habitual y tendente a reaparecer]

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