El balconing es desde hace algunos años uno de los problemas que ha traído aparejado el turismo de borrachera a España. Cada verano, los medios de comunicación se hacen eco de este absurdo fenómeno que consiste en pasar de un balcón a otro o lanzarse a la piscina del hotel desde tres, cuatro o cinco pisos de altura. El pasado mes de junio, sin ir mucho más lejos, un turista de 20 años fallecía en nuestro país tras caerse desde la segunda planta de un hotel mientras realizaba esta práctica suicida.
En España, el epicentro del balconing es Mallorca, donde los casos se repiten año tras año sin que las autoridades hayan sido capaces de ponerle freno. Un grupo de médicos del Hospital Universitario Son Espases, en Palma de Mallorca, decidió trazar un perfil detallado de los kamikazes que se la juegan en esta ruleta rusa a partir de los casos que se han atendido durante cinco años (de 2011 a 2016) en las Urgencias del centro. Los resultados fueron publicados en la revista Injury.
Según los datos recabados en este trabajo único dirigido por Juan José Segura-Sampedro, médico especialista de Cirugía General y Aparato Digestivo del hospital mallorquín, el perfil de los balconers se encuentra bastante bien definido. De los 46 casos registrados en esos cincos años, 45 (el 97,8%) fueron protagonizados por hombres. La media de edad rondaba los 24 años, en el 95% de los casos el alcohol estuvo presente y en el 37% estuvo acompañado de otras drogas. "La altura media de la caída fue de ocho metros, lo que equivale a tres pisos", relatan los investigadores.
El estudio revela otro dato curioso: tan sólo seis de los 46 casos que llegaron a Urgencias tuvieron como protagonistas a saltadores intencionales (aquellos que se lanzan desde el balcón a la piscina). En cambio, el 86% (40 de los 46) estuvo protagonizado por sujetos que se cayeron al intentar cruzar de un balcón a otro de forma accidental en la otra modalidad de balconing. "Aunque los saltos [a las piscinas] son el tipo de balconing más popular y conocido, nuestro estudio establece que la mayoría de las caídas son accidentes, acciones no intencionales (86,9%)", se puede leer en el trabajo.
Los británicos, los más aficionados
Según la investigación realizada por los médicos de Urgencias de Son Espases, los británicos que llegan a Mallorca son los principales aficionados a esta práctica ya que suponen el 60,8% de las víctimas (en concreto, 28 de los 46 sujetos que ingresaron en el centro mallorquín procedían de Reino Unido). Les siguen los turistas alemanes (15,2%), que protagonizaron siete de las 46 intervenciones durante ese mismo periodo de tiempo. ¿Y los españoles? Sólo el 6% (tres de las 46 víctimas) tuvieron como protagonistas a sujetos de nuestro país en esos cinco años.
Las consecuencias de semejante práctica van desde algún traumatismo (en los casos en los que se obra el milagro) hasta fracturas de cráneo, cara, tórax o abdomen. Graves lesiones que pueden dejar a una persona parapléjica o tetrapléjica e incluso causar la muerte en los casos más graves. En concreto, entre 2011 y 2016, 37 de los 46 precipitados acabaron con fracturas en cuello y/o cabeza (un 80% de los casos), algunos de ellos con lesiones intracraneales. Así, el 58% también sufrió fracturas en la cara. La mitad de las víctimas también presentaban fracturas en brazos y/o piernas y hasta el 47% necesitó cirugía mayor para reponerse de las distintas lesiones.
Curiosamente, en el periodo de tiempo en el que se realizó el estudio, los servicios de Urgencias de Son Espases sólo registraron una muerte. "La tasa de mortalidad en nuestro estudio fue sólo del 2,17%", dice el trabajo, que también aclara que sólo fueron recogidos los casos de las víctimas que requirieron ingreso, "por lo que excluyó automáticamente a los pacientes que murieron antes de la asistencia de emergencia".
Un gasto para la Seguridad Social
El turismo de borrachera no sólo supone un problema de cara a la imagen que se proyecta sobre lugares como Magaluf, sino que le cuesta a la Seguridad Social decenas de millones de euros en gastos relacionados con la atención a los pacientes en los Hospitales. El Hospital de Son Espases calcula que el tratamiento y la estancia hospitalaria de una víctima de balconing cuesta unos 32.000 euros de media, según El Periódico. Una cifra que, pese a que se factura a estos turistas, tarda algún tiempo en llegar hasta las arcas españolas.
Las autoridades británicas han lanzado distintas campañas de prevención para evitar que esta práctica absurda que llevan a cabo principalmente los ciudadanos del Reino Unido siga existiendo y cobrándose víctimas año tras año. De hecho, el propio cirujano del Hospital de Son Espases fue el protagonista de una campaña lanzada por el Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino Unido para luchar contra esta lacra.
En la web del Gobierno de Reino Unido hay un apartado dedicado a alertar a los británicos que vienen a España sobre los riesgos del balconing desde hace algunos años. "Ha habido una serie de accidentes muy graves (algunos mortales) como resultado de caídas desde balcones. Muchos de estos incidentes han involucrado a ciudadanos británicos y han tenido un impacto devastador en los involucrados y sus seres querido", puede leerse en la página. "No tome riesgos innecesarios alrededor de los balcones, especialmente si está bajo la influencia de bebidas o drogas", advierte.