Cada año por estas fechas, los periódicos recogen titulares de noticias científicas que causan escepticismo o incluso risión pero que son estrictamente verdaderos. Basados en estudios elaborados con los más altos estándares de calidad, dan lugar a conclusiones que parecerían de un periódico barato sensacionalista. Pero no lo son.
Es uno de los números de la revista BMJ que más expectación causa entre los científicos, que celebran ser escogidos para formar parte de él. Es la ciencia seria que más hacer reír.
Este año, uno de esos estudios bien podría estar en una revista de astrología. La conclusión principal es que la estación del año en la que se nace está asociada con la muerte por enfermedad cardiovascular, como el infarto.
Obviamente, los investigadores de la Universidad de Harvard no hablan de horóscopos, que eso ya sería pasarse, pero sí demuestran por primera vez algo que se había intentado demostrar varias veces: la asociación entre mortalidad y época de nacimiento.
Para ser precisos, otros trabajos previos sí habían ligado el nacimiento en primavera o verano a un mayor riesgo de mortalidad pero, hasta ahora, no se había conseguido separar los factores de confusión como el historial médico o la posición económica y social.
Para solucionar este problema, los investigadores utilizaron datos de una de las cohortes que más alegrías ha dado a la ciencia, el llamado Estudio de la salud de las enfermeras. En 1976 se seleccionó a 116.911 enfermeras y se las fue estudiando periódicamente, para saber la asociación entre su hábitos y el riesgo de enfermedades o mortalidad. Los registros que se tienen sobre ese grupo son de los más completos de la historia de la epidemiología. Durante 38 años de seguimiento, se han ido definiendo todas estas asociaciones -43.000 de ellas ya han fallecido-.
En este nuevo trabajo no se ha observado una asociación entre la mortalidad general y el nacimiento en primavera o verano, contradiciéndose así la popular creencia basada en estudios con mala metodología.
Sin embargo, después de tener en cuenta todos esos factores de confusión, los investigadores encontraron que las mujeres nacidas en estas dos estaciones presentaban un riesgo ligero -pero estadísticamente significativo- de morir por enfermedad cardiovascular.
Se trata de un estudio observacional, por lo que no se puede establecer una relación causa - efecto. Asimismo, no se entienden bien las razones de la asociación observada. Pero se sospecha que en ella podrían influir las fluctuaciones de la dieta según la estación, los niveles de contaminación en cada época del año y la disponibilidad de luz solar antes del nacimiento y en los primeros meses de vida.
Pero lo que queda claro es que el estudio es potente y estos datos han de ser tenidos en cuenta. La razón: la muestra es multitudinaria, el seguimiento muy largo y existe información detallada sobre su estilo de vida, la historia familiar y los factores económicos y sociales.
Uno de los puntos que más destacan los autores es que el estudio recalca la importancia que puede tener para la salud futura los factores a los que se expone un feto y el consecuente niño en sus primeros meses de vida, que a su vez estarían influidos por la estación del año en la que son concebidos, permanecen en el vientre de sus madres y nacen.