Los epidemiólogos no se cansan de repetirlo: los estudios de asociación son, como su propio nombre indica, trabajos que asocian una variable con otra. Por el contrario, los de causalidad también lo hacen pero atribuyendo la segunda variable a la segunda o viceversa.
Si esto no se aclara, es fácil generar alerta. Ejemplos claros de estudios de asociación son los clásicos que han llevado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a limitar el consumo de carne roja y productos cárnicos procesados.
Pero que haya que aclarar esa diferencia no significa que este tipo de trabajos y sus conclusiones carezcan de interés. Al igual que en los casos mencionados relacionados con la nutrición, en ocasiones los estudios epidemiológicos observan asociaciones entre conductas y enfermedades que son de interés para la ciencia.
Es el caso del trabajo publicado en la última edición de BMJ Sexual & Reproductive Health, que arroja un resultado llamativo y, de no especificarse que es de asociación y no de causalidad, ciertamente preocupante para más de uno/a.
El estudio asocia el haber tenido diez o más compañeros sexuales a lo largo de la vida con un mayor riesgo de cáncer tanto para hombres como para mujeres. Para estas últimas, además, hay bonus. Ese mismo comportamiento se asocia a enfermedades limitantes a largo plazo.
Como aclaran los investigadores, hasta ahora muy pocos estudios habían analizado la relación entre estas dos variables -número de parejas sexuales y parámetros de salud-, lo que hace de por sí interesante al trabajo.
Sin embargo, cuestiones relativas al diseño del estudio -y el hecho de que la revista no sea de las más punteras en su campo- pueden poner en duda estos resultados.
El trabajo se ha llevado a cabo utilizando los datos de otro estudio longitudinal sobre envejecimiento (ELSA), una muestra representativa a nivel nacional de adultos de más de 50 años. En él. 2.537 hombres y 3.185 mujeres contestaron preguntas sobre su estado de salud y sobre las parejas sexuales que habían tenido a lo largo de su vida.
Después se les clasificó según la respuesta a esta última pregunta en los siguientes grupos: los que habían tenido entre ninguna y una, los que habían tenido entre dos y cuatro, los que se habían acostado con entre cinco y nueve personas y aquellos que habían practicado el sexo con diez o más compañeros sexuales en su vida.
Hay que destacar que la edad media de los participantes era de 64 años y que casi tres de cada cuatro estaban casados. Los porcentajes quedaron así: entre los hombres, el 28,5% declaró haber tenido entre ninguna y una pareja, el, 29%, entre dos y cuatro, el 20%, entre cinco y nueve y el 22%, diez o más.
Las mujeres eran menos promiscuas: en el primer grupo, se situaba el 41%, en el segundo, el 35-5%, sólo el 16% había tenido entre cinco y nueve parejas y menos del 8%, diez o más.
En ambos géneros, un mayor número de compañeros sexuales se asociaba a una menor edad, estar soltero y estar en los estratos más altos o bajos en lo que a posición económica se refiere. Pero esto no era lo que estaban buscando los investigadores, sino la asociación con la salud.
Así observaron que las mujeres que habían tenido diez o más parejas eran un 91% más proclives a haber sido diagnosticadas de cáncer que las que habían tenido una o ninguna, así como un 64% más tendentes a padecer una enfermedad crónica limitante.
Entre los hombres, aquellos que declararon haber tenido 10 o más compañeras/os sexuales eran un 69% más proclives a ser diagnosticados de cáncer que los que sólo se habían acostado con una persona o ninguna.
Entre los fallos que presenta el trabajo, más allá de su condición de estudio observacional y que, por lo tanto, no permite establecer relación de causalidad, es que falta información, ya que no se analizó, por ejemplo, el tipo de cáncer que habían padecido los afectados.
Otro fallo es que sólo se preguntó por el rango de compañeros sexuales, por lo que no se conoce realmente con cuántas personas se acostó cada participante, que tampoco desvelaron si dichas personas eran de su mismo género o distinto.
Aún así, los autores se atreven a especular con que ese riesgo elevado de cáncer que se observa puede estar causado por la mayor prevalencia de tumores asociados con infecciones de transmisión sexual. A lo que no encuentran ninguna explicación por el momento es al aumento de enfermedades incapacitantes entre las mujeres más promiscuas.
En cualquier caso, los investigadores de la Anglia Ruskin University sí creen que preguntar a las personas mayores de cierta edad por su número de parejas sexuales podría ser un complemento a los actuales programas de cribado de cáncer.