Los investigadores han encontrado una nueva cepa de virus gripal con “potencial pandémico” en China. Se trata de un virus que puede contagiarse de cerdos a humanos, y que ha generado un buen puñado de titulares alarmantes.
Que el virus haya sido detectado tan pronto es una excelente noticia, pues activar la situación de alerta de forma rápida permite a los virólogos pasar a la acción y desarrollar nuevos test específicos para este virus gripal concreto.
Pero es importante que entendamos que hasta ahora no hay pruebas de que este virus se pueda transmitir de humano a humano. Y a pesar de que los test de anticuerpos han demostrado que algunos trabajadores chinos de explotaciones porcinas sí que lo han tenido en el pasado, de momento tampoco hay pruebas de que este virus sea particularmente mortífero.
Lo que sabemos hasta ahora
China posee un fantástico sistema de vigilancia contra la gripe implantado en todas sus provincias. Rastrean la aparición de brotes de gripe que tengan su origen en aves, humanos o cerdos. Y lo hacen porque, como afirman los científicos en el artículo, “la vigilancia sistemática de virus gripales en cerdos es clave tanto para emitir una alerta temprana como para estar preparados ante una potencial pandemia”.
Entre 2011 y 2018, en sus tareas de vigilancia de virus gripales procedentes de cerdos, los investigadores encontraron lo que denominaron “un genotipo 4 (G4) surgido recientemente y reclasificado como virus H1N1, similar a los procedentes de aves euroasiáticas (EA)”. En ese artículo llamaban al virus G4 EA H1N1.
Sostenían que había estado propagándose muy lentamente desde 2013, y que se convirtió en el componente fundamental del virus H1N1 de origen porcino que se detectó en China en 2018. En castellano: lo que descubrieron fue un nuevo tipo de gripe que era una mezcla de nuestra gripe humana H1N1 y otra de origen aviar.
Lo interesante es que los test de anticuerpos han demostrado que los trabajadores de las explotaciones porcinas de las áreas afectadas estaban contagiados. De entre los trabajadores testados, en torno al 10 % (35 personas de 338) presentaban signos de haber contraído el nuevo virus G4 EA H1N1 en el pasado. Las personas de entre 18 y 35 años parecían más propensas a haberlo tenido.
Lo más destacable, sin embargo, fue que también dieron positivo en anticuerpos un pequeño porcentaje del total de muestras de sangre recogidas; unas muestras que procedían de personas que, en principio, habían tenido poco contacto con los cerdos. Es decir, estas personas también habían tenido el virus en el pasado.
Es muy relevante que hasta ahora los investigadores no hayan encontrado pruebas que apunten a que es posible la transmisión del virus entre humanos. Han descubierto “eficiencia infecciosa y transmisión por aerosol en hurones”, lo que quiere decir que hay pruebas de que el nuevo virus se puede contagiar a través de gotitas que viajan por el aire de hurón a hurón (se trata de animales a los que a menudo usamos como sustitutos de humanos en los estudios sobre virus de la gripe).
Los hurones infectados por el virus G4 se pusieron enfermos, perdieron peso y sufrieron daños en los pulmones, lo mismo que otros ejemplares infectados con una cepa estacional del virus gripal H1N1 de origen humano.
También descubrieron que el virus puede infectar las células de las vías respiratorias humanas. La mayoría de las personas todavía no tiene los anticuerpos contra los virus G4, lo que quiere decir que la mayoría de sistemas inmunológicos humanos carecen de las herramientas necesarias para combatir la enfermedad en caso de tener que enfrentarse a un virus de este tipo.
En resumen: este virus ha estado circulando durante años, sabemos que puede saltar de cerdos a humanos, y cumple todos los requisitos para convertirse en una de esas enfermedades infecciosas que los investigadores denominan PPP (patógeno potencialmente pandémico).
Si un humano se contagia, ¿es grave?
Aún no tenemos demasiados datos con los que trabajar, pero es probable que la gente que sufrió esas infecciones en el pasado ni se acuerde de que las tuvo. El nuevo artículo sobre el asunto no ofrece demasiados detalles, pero ninguna de las personas de las que procedían las muestras murió a causa de este virus.
No hay indicios de que este nuevo virus haya tenido un gran impacto o una gran expansión en las regiones de China donde ha sido detectado. China posee unos sistemas de vigilancia de virus excelentes y en este momento no debemos tener miedo.
La Organización Mundial de la Salud ha afirmado que está siguiendo muy de cerca los acontecimientos, y que esto “pone de relieve que no podemos bajar la guardia ante la gripe”.
¿Qué va a ocurrir ahora?
Las personas que trabajan en mi campo (la investigación de enfermedades infecciosas) están alerta, pero no alarmadas. Las cepas nuevas de gripe surgen de vez en cuando y necesitamos estar preparados para darles respuesta. Tenemos que prestar la máxima atención a cualquier posible signo de transmisión de humano a humano.
Hasta donde sé, los test específicos que usamos para la gripe en humanos no serán capaces de identificar este nuevo virus G4 EA H1N1, por lo que deberíamos desarrollar nuevos test y tenerlos listos pronto. Sin embargo, nuestros test de cribado estándar para la gripe A deberían funcionar.
En otras palabras: podemos saber si alguien tiene la denominada “gripe A” (un tipo de virus gripal que normalmente detectamos en la gripe estacional). Pero se trata de un término muy general que abarca muchos tipos de cepas de gripe. Todavía no tenemos un test específico para detectar esta cepa concreta descubierta en China, pero podremos desarrollar uno rápidamente.
Resulta clave estar preparados en el laboratorio por si detectamos repuntes inusuales de gripe. Esta preparación subraya la importancia que tienen la planificación contra pandemias, los actuales sistemas de vigilancia de virus así como la ejecución de políticas sanitarias integrales.
Y, como ocurre con toda gripe, nuestras mejores defensas son lavarnos las manos de forma meticulosa y mantener la distancia social en caso de que otros, o nosotros mismos, tengamos el más mínimo síntoma.
* Ian M. Mackay es profesor asistente adjunto de la Un¡versidad de Queensland.
** Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.