El cáncer de tiroides es el tumor del sistema endocrino más frecuente, no obstante, se trata de un tumor raro que constituye entre un 1 y 2% del total de las neoplasias malignas. Aun así, según los expertos, es llamativo el aumento de la incidencia de este tipo de cáncer en los últimos años. Según la OMS, en 2018 el número de cánceres tiroideos casi se quintuplicó, llegando a casi medio millón de casos en todo el mundo.
Para este tipo de cáncer, que afecta a la glándula tiroides, responsable de la producción de hormonas que afectan al metabolismo, existen factores de riesgo como la exposición a radiación en la infancia y, en menor medida, otros como factores genéticos, enfermedades autoinmunes, la obesidad o el tabaco. Curiosamente, este tipo de cáncer es más frecuente en mujeres, sobre todo aquellas con edades comprendidas entre los 30 y 50 años, “por lo que existe una influencia innegable de las hormonas femeninas en el desarrollo de esta patología”, explica la doctora María Cortés, especialista en endocrinología y nutrición en el Hospital Ruber Juan Bravo.
Gracias a los últimos avances en el diagnóstico y tratamiento, en general “el pronóstico es excelente” y la mayoría de los cánceres de tiroides tienen bajas cifras de mortalidad. “En el cáncer papilar de tiroides, el tipo más frecuente, la supervivencia a 5 años es superior al 90-95%”, afirma el doctor Joaquín Gómez, especialista en cirugía endocrina en el Hospital Ruber Juan Bravo.
Los expertos coinciden en que el tratamiento multidisciplinar del cáncer es una de las razones que han mejorado el pronóstico de la enfermedad. Es la razón por la cual el Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo, en Madrid, ha creado una nueva Unidad de alta resolución en cáncer de tiroides, con el objetivo de agilizar el diagnóstico y tratamiento para este tipo de cáncer.
Dos semanas desde el diagnóstico hasta el tratamiento
En el Ruber Juan Bravo trabaja, desde hace aproximadamente dos años, un grupo de especialistas de diferentes servicios en el diagnóstico y tratamiento del cáncer de tiroides, quienes más recientemente han conformado la Unidad de alta resolución. Ésta “ha añadido al trabajo multidisciplinar de los profesionales un compromiso temporal con los pacientes para atenderlos de una forma eficaz en un plazo de tiempo reducido”, afirma el doctor Gómez.
La diferencia que marca la creación de esta unidad es, fundamentalmente, crear un circuito específico para el cáncer de tiroides, para no demorar los tratamientos y obtener así el mejor pronóstico posible. Indican los especialistas que la dedicación exclusiva de la unidad “contribuye a que exista una comunicación más fluida” entre los distintos profesionales involucrados.
Esto tiene consecuencias directas sobre el período de tiempo que transcurre entre el diagnóstico y el tratamiento, ya que “no pasan más de dos semanas”, hasta que el paciente es tratado quirúrgicamente. Además del evidente beneficio para el paciente por la celeridad de la intervención, esta metodología de trabajo también aporta le aporta “la tranquilidad necesaria de saber que está siendo tratado de una forma rápida y eficaz”, señala la endocrinóloga.
Lo que se ha conseguido, en cada fase del transcurso de la enfermedad, es “engranar de una forma reglada y eficaz todos los servicios implicados”, según el doctor Gómez. Añaden los especialistas que, “a nivel de la sanidad privada no son muchos los centros que ofrecen al paciente este tipo de abordaje en esta patología”.
También forman parte de la Unidad de alta resolución los doctores Juan Carlos Meneu Díaz, cirujano general; Esteban Jódar Gimeno, Alicia Vicuña Andrés y Roberto Domínguez Fernández, endocrinólogos. En estos momentos, en el centro atienden entre 40 y 50 pacientes cada año por esta patología, aunque los especialistas advierten un continuado aumento de la demanda.
Un abordaje integral
Para el buen pronóstico del cáncer de tiroides, además de un rápido diagnóstico, juega a favor la experiencia del equipo que llevará a cabo el tratamiento y por ello es vital que el abordaje de la enfermedad se haga desde todos los frentes.
En el momento del diagnóstico, los servicios de anatomía patológica y radiodiagnóstico por imagen cuentan con avanzadas técnicas de “diagnóstico molecular”, que permiten analizar el código genético para identificar la presencia de la enfermedad.
Por su parte, el equipo de cirugía general se encarga del tratamiento quirúrgico, para el cual, explica Gómez, disponen de métodos “como la neuromonitorización nerviosa intraoperatoria o el uso de dispositivos de energía en quirófano” para disminuir las secuelas de la operación. El posterior seguimiento de la enfermedad, y detección precoz de una recaída, está a cargo de los especialistas de medicina nuclear.
Cada una de las fases están coordinadas por los especialistas en cáncer de tiroides del servicio de endocrinología, y recuerda la doctora Cortés que tampoco “nos podemos olvidar de los compañeros del laboratorio que realizan las determinaciones sanguíneas imprescindibles o los oncólogos en los casos más refractarios a los tratamientos habituales”.
A estos avances en el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de la enfermedad, “se suman los nuevos tratamientos biológicos para los pacientes resistentes a los tratamientos anteriores”, explica la endocrinóloga. En esta línea se han desarrollado, por ejemplo, fármacos basados en terapias diana, es decir, destinados a una mutación específica del tipo de cáncer “con resultados muy prometedores”.