La guerra constante entre el Ministerio de Sanidad y la Comunidad de Madrid parece que entrará en la noche de este viernes en una especie de alto el fuego a la espera de lo que determine la Justicia.
Con la publicación en el BOCM de las medidas exigidas por el gobierno central sin necesidad de forzar el límite de 48 horas, Madrid entrará a las diez de la noche en un terreno ambiguo: por mucho que nos empeñemos en llamarlo confinamiento y por muy heroico que suene lo de ir con salvoconductos de municipio a municipio, lo cierto es que un confinamiento en el que puedes ir al bar hasta las diez de la noche tampoco merece ese nombre.
Se restringirá, por supuesto, la movilidad, pero eso no es algo nuevo. Es nuevo si vives en una de las zonas de salud que no está ya confinada por la propia Comunidad desde hace dos semanas.
El trabajo podrá seguir siendo presencial como lo seguirá siendo la educación. No hay límites a las salidas a la calle, solo recomendaciones, y el número máximo de personas no convivientes que pueden juntarse al aire libre o entre cuatro paredes seguirá siendo de seis.
La verdad es que no estamos ante ninguna gran revolución, pero confiemos en que ayude a la desescalada de casos e ingresos que estamos viendo en los últimos días… sin estrangular económicamente a las empresas y, por extensión, a sus empleados.
¿Es esta medida necesaria? Desde un punto de vista estadístico es difícil de decir. Parece que estamos en una de esas situaciones en las que las dos partes -Gobierno y Comunidad- tienen datos suficientes para apoyar sus tesis.
En primer lugar, afrontemos la situación desde la perspectiva del volumen, es decir, de la cantidad bruta, tal y como hace el Gobierno central: la semana del 21 al 27 de septiembre, 21.103 casos. Es una bajada muy considerable respecto a los 27.040 de la semana anterior (14-20 septiembre), pero juntando las dos cifras tenemos 48.143 casos en catorce días, lo que supone una incidencia acumulada de 740,66 casos por 100.000 habitantes.
Aquí empezamos con los matices: la cifra que da la Comunidad de Madrid es ligeramente inferior a la que actualiza el Ministerio. En el informe de Sanidad del 28 de septiembre, se hablaba de 51.650 casos detectados. Es imposible que al ir consolidando datos la cifra baje, lo normal es que aumente.
Aparte, hay un problema serio a la hora de medir la incidencia acumulada tanto a 7 días como a 14 días en todo el país y eso desde luego incluye a Madrid: los atrasos en notificación. Por poner un ejemplo, este viernes 2 de octubre, la consejería madrileña de Sanidad ha notificado 3.855 nuevos casos, de los cuales hasta 572 (un 14,84%) no entran en el plazo de esos catorce días sino que son resultados de tests realizados antes incluso de esa fecha.
Como último giro de guion, se podría mencionar que los datos a partir del 29 de septiembre no parecen tan buenos. En los últimos tres días se percibe un aumento en la notificación no consolidada con respecto a la semana anterior.
En concreto, el dato aún sin consolidar de estos últimos tres días a fecha de hoy es de 6.242 por 4.642 de los últimos tres días según el informe de la semana pasada. Un aumento considerable, del 34,46%, que aún tiene que confirmarse con el tiempo. De ser así, y manteniendo la media del 10% de ingreso sobre caso detectado, podríamos tener un nuevo repunte hospitalario en dos semanas. Probablemente, eso es lo que trate de evitar el Gobierno. No sabemos a qué precio ni sabemos realmente si esa amenaza va a confirmarse según vayan entrando los datos actualizados.
En ese sentido, hablar de cifras absolutas parece un error. No las conocemos a tiempo real y como vemos, varían según la administración. Aun así, aceptando una cifra en torno a los 750 casos por 100.000 habitantes, la situación de Madrid tiene difícil comparación en Europa: Bruselas es la que más se acerca con 394, París y su área metropolitana están en torno a los 250, Berlín no llega a 60 y Londres se mueve por debajo de los 50.
De tener que comparar con alguna otra capital de provincia, la referencia sería Pamplona, por supuesto, que lleva dos meses con una incidencia desatada y confinando regularmente determinados barrios sin éxito alguno. El último dato que conocemos del gobierno navarro es de 375 casos por 100.000 habitantes… a la semana.
La incidencia a 14 días de toda la comunidad de Navarra está cifrada por el ministerio en 692,13, aunque también son datos parciales y probablemente esté en realidad por encima de los 700.
El problema de la comparación entre Madrid y Pamplona está en lo tantas veces repetido por las autoridades madrileñas: tanto su volumen de población como su encaje en las comunicaciones del país son radicalmente distintos. Pamplona, además, insisto, empezó con los confinamientos parciales ya en julio.
Para hacerse una idea, Navarra como región no ha superado en ningún momento los 5.000 casos en dos semanas. Solo el viernes 18, la Comunidad de Madrid registró 6.658. Madrid presenta, además, una positividad mucho mayor (19,2% por 11%) y una mayor ocupación hospitalaria, tanto total (22,90% por 8,99%) como en camas UCI (42,61% por 20,93%), aunque fuentes hospitalarias cifran para EL ESPAÑOL ese porcentaje ya cercano al 60%. Desde luego, la situación en toda Navarra es muy preocupante y digna de medidas severas, pero no supone ningún alivio para la capital.
¿Cuál es la tesis entonces de la Comunidad de Madrid para rechazar medidas que económicamente pueden dañar a su territorio? Que la situación está mejorando. Y resulta que también tienen razón.
Como ha quedado dicho antes, en el último período más o menos consolidado (los atrasos de notificación son exagerados) tenemos una bajada de casos del 21,96%. Una bajada que se centra entre el día 19 y el 28 de septiembre, especialmente en el municipio de Madrid (curiosamente, el desplome de la incidencia en los distritos de la capital madrileña choca con el crecimiento en casi todos los municipios colindantes) y que ha tenido un correlato en el número de ingresos desde el pasado fin de semana: 2.369 en los últimos 7 días por 2.672 en la semana anterior, es decir, un descenso del 11,34% que ha supuesto un alivio en la presión hospitalaria en planta, bajando la prevalencia de 3.259 a 2.984 pacientes.
Ahora bien, parte de esa bajada se podría explicar por el traslado a UCI y por los exitus, es decir, los fallecimientos hospitalarios que, en principio, deberían contar como altas, por extraño que parezca.
Las UCI se siguen llenando y aquí apenas se ve descenso: tenemos 248 ingresos esta semana por 250 la anterior. La prevalencia aumenta de 453 a 505 camas UCI ocupadas al tratarse de pacientes que requieren más tiempo hasta la recuperación definitiva. La idea de que Madrid pueda permitirse tener 500 camas UCI reservadas exclusivamente a una sola enfermedad es no entender la función de la UCI en un hospital y en la sociedad. Y no, no se pueden ampliar a gusto de las autoridades porque eso supone ocupar otros espacios y negar, por tanto, otros servicios.
En definitiva, los datos no dan la razón a unos ni a otros, se adaptan bastante bien a la perspectiva de cada uno. En efecto, la situación tiene difícil comparación con otras grandes ciudades, pero viene siendo así un tiempo. Por otro lado, está claro que la tendencia es positiva incluso sin poder verse aún del todo las medidas tomadas hace dos semanas por la Comunidad. Ambos tienen razón defendiendo posiciones contrarias.