Las personas y autoridades sanitarias que todavía mantienen la idea de que fomentar que un número elevado de personas menos vulnerables pase la Covid-19 y el resto se proteja así de la infección por la mal llamada inmunidad de rebaño -lo correcto es hablar de "de grupo"- están equivocadas.
Así lo ha destacado un grupo de 80 investigadores de todo el mundo -incluyendo al español José María Martín Moreno- en una carta publicada en la noche de este miércoles en la prestigiosa revista The Lancet, una iniciativa bautizada como El memorandum John Snow [el padre de la epidemiología moderna] en la que pretenden exponer su punto de vista en cuanto al consenso científico en torno a la Covid-19 y las estrategias que hay que llevar a cabo para proteger "la sociedad y la economía".
Los expertos de distintas disciplinas, desde la Medicina y la Salud pública a las Matemáticas, afirman que "es crucial actuar de forma urgente y decisiva". "Se necesita aplicar medidas efectivas que supriman y controlen la transmisión y hacerlo de forma masiva, aunque deben estar apoyadas por programas financieros y socilaes que animen a la buena acogida por parte de la comunidad y que suplan las desigualdades amplificadas durante la pandemia".
"Es probable que se requieran restricciones continuadas en el corto plazo para reducir la transmisión y arreglar las consecuencias de las respuestas ineficaces a la pandemia, todo ello para evitar futuros confinamientos", continuan.
"El propósito de estas restricciones es suprimir de forma eficaz las infecciones por Sars CoV-2 hasta que se queden en unos niveles tan bajos que permitan la detección rápida de nuevos casos y la localización de brotes, y que se pueda responder de forma rápida a través de la estrategia 'encontrar, hacer test, rastrear y aislar", escriben los investigadores, que apuntan a que proteger la economía está "inexorablemente ligado" al control de la Covid-19, acabando así con la falsa dicotomía economía o enfermedad.
Los autores reconocen que las restricciones actuales han llevado comprensiblemente a una desmoralización generalizada y han acabado con la confianza de la gente hacia las instituciones.
Esto ha hecho, apuntan, a que haya un "interés renovado" por las estrategias que promueven la inmunidad de grupo -las que abogan por una enfermedad descontrolada en la población de bajo riesgo mientras se protege a los vulnerables, lo que algunos creen que llevaría a la inmunidad de grupo de esa población de bajo riesgo, que acabaría protegiendo a los vulnerables-.
Pero los científicos firmantes -de las más prestigiosas instituciones y universidades del mundo- creen que esa teoría tiene muchos puntos débiles.
Explican que la transmisión incontrolada en gente joven aumenta de forma significativa la enfermedad y la muerte en toda la población, además de apuntar a que la experiencia real de muchos países demuestra que no es posible restringir los brotes sólo a ciertas secciones de la sociedad, además ser prácticamente imposible y, desde luego, muy poco ético, aislar sólo a ciertos segmentos de la población.
Así, afirman que los esfuerzos para proteger a los más vulnerables son esenciales, pero tienen que ir de la mano de estrategias poblacionales con enfoques múltiples.
Además, escriben que no hay evidencia de que la inmunidad natural -a la que se puede aspirar mientras no haya vacunas- proteja a largo plazo, por lo que este tipo de estrategia no llevaría a la inmunidad de grupo sino a olas de transmisión que se repetirían durante varios años.
Esto, explican, se ha visto en muchas enfermedades infecciosas hasta que se introdujo la vacuna respectiva frente a cada una de ellas. Así, los autores lo tienen claro:hay que suprimir la transmisión del virus hasta que la población pueda vacunarse.