Hablar de la situación del coronavirus en España y de su gestión pone de los nervios a mucha gente, pero casi nadie sufre una descarga eléctrica por ello. Algo así le ha sucedido al exministro José Luis Corcuera esta mañana, durante la entrevista que le estaba haciendo la periodista Susanna Griso.
Aunque Corcuera no había subido especialmente el tono sí estaba criticando, sin medias tintas, la actuación del Gobierno en este asunto. De repente, el expolítico -ahora alejado del PSOE por el que un día fue ministro- se ha llevado la mano al pecho y ha parecido que caía para atrás, ante el susto de la comunicadora.
Él mismo explicaba después qué le había sucedido. "Me ha saltado el desfibrilador", afirmaba ante la pregunta de Griso de si le había dado un amago de infarto. No, a Corcuera no le había dado un infarto -no ha tenido dolor ni ningún otro síntoma-, pero el desfibrilador que lleva implantado, un aparato de los que se implantan aproximadamente 6.500 en España al año, le había parecido que tenía una alteración del ritmo cardiaco que conllevaba la existencia de una arritmia fatal e incluso el riesgo de sufrir muerte súbita.
Dos prestigiosos especialistas en cardiología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, el catedrático y jefe de Servicio José Luis Zamorano y el jefe de la Unidad de Arritmias, Javier Moreno, explican a EL ESPAÑOL qué puede haber pasado para que haya ocurrido esto, que ha puesto en vilo a los telespectadores y la presentadora del programa Espejo público.
Ambos especialistas, como también el jefe de Arritmias del Hospital Clínico San Carlos, Julián Pérez Villacastín, señalan que, si todo va bien, lo que ha hecho el desfibrilador de Corcuera ha podido salvarle la vida, aunque no siempre es así.
Pero empecemos por el principio. ¿Quién lleva un desfibrilador? Señalan Zamorano y Moreno que es algo que está indicado para la prevención secundaria de estas arritmias graves (es decir, para quien ha sobrevivido a una de ellas) y para la prevención primaria de las mismas, pacientes de alto riesgo que han tenido problemas cardiacos, como un infarto importante que le haya dejado el corazón débil.
El 84% de los pacientes pertenecen a este último grupo y no se sabe en qué situación está Corcuera, del que no se había hecho público que padeciera ningún problema cardiovascular.
Según Pérez Villacastín, el desfibrilador se puede definir como una especie de "ángel de la guarda" de quien lo lleva, ya que vela porque no le ocurra nada. La paradoja: en la gran mayoría de los casos, un desfibrilador no tendrá que saltar nunca. O, en un símil más gráfico, no tendrá que provocar una descarga eléctrica para evitar la muerte súbita de su portador.
Según Moreno, en un estudio que se llevó a cabo en España con 2.000 pacientes a los que se había implantado un desfibrilador, la posibilidad de que éste cargara porque el ritmo cardiaco se alterara con riesgo de arritmia fatal fue de un 4% en dos años.
Sin embargo, en un 2% de los casos se produjo lo que se denomina una"descarga inadecuada", algo que sucede cuando el ángel de la guarda se excede en sus funciones y achaca, por ejemplo, una taquicardia atribuible a los nervios a un fallo de la función eléctrica del corazón.
¿Qué le ha pasado a Corcuera? Imposible saberlo pero, sin duda, es algo que ya saben sus cardiólogos. Lo que está claro es que su desfibrilador ha cargado, que lo ha hecho en directo y que el expolítico ha reaccionado con una entereza difícil de creer.
"¿Alguna vez has sentido una descarga eléctrica?", pregunta Zamorano, que tiene claro que muchos pacientes ante esa situación se ponen muy nerviosos. "Además de congratularme porque no le haya pasado nada, he de decir que me ha dejado impresionado cómo ha mantenido la compostura a pesar de haber recibido una", comenta.
Zamorano y Moreno señalan que a Corcuera ni siquiera le habrá hecho falta acudir al hospital tras el episodio. El desfibrilador manda información a un control remoto que cada paciente tiene en su domicilio y que, a su vez, cuenta lo que ha pasado a su hospital.
Villacastín cree que nunca está de más visitar al especialista después de una carga, precisamente para averiguar qué ha podido ir mal si el desfibrilador se ha puesto en marcha sin tener que hacerlo, ya que podría haber problemas de fondo que lo explicaran, desde la adrenalina de una situación a niveles bajos de potasio o magnesio.