De forma habitual se suele creer que, para obtener beneficios del ejercicio físico, se debe practicar durante un rango determinado de tiempo. De hecho, hasta hace apenas unos años se creía que el organismo solo usaba las reservas de grasa a partir de cierto periodo de tiempo realizando ejercicio.
Ahora sabemos que no es tan fácil, dado que depende no solo del tiempo de ejercicio, sino también del tipo de ejercicio en sí (aeróbico o anaeróbico) y de la intensidad del mismo.
Así lo vuelve a corroborar una nueva investigación a cargo de Gregory Lewis, especialista en insuficiencia cardíaca y trasplantes cardíacos, y sus colegas del Hospital General de Massachusetts, cuyo trabajo ha sido publicado recientemente en la revista Circulation: apenas 12 minutos de ejercicio intenso ya provocan cambios en el metabolismo sanguíneo.
En este caso, Lewis y sus colegas analizaron las reacciones sanguíneas de 411 hombres y mujeres de mediana edad tras realizar 12 minutos de ejercicio intenso, y se detectó que dicho corto periodo de tiempo de ejercicio sería suficiente para alterar más del 80% de los metabolitos sanguíneos circulantes.
Dichos metabolitos podrían actuar como indicadores de salud cardiovascular a largo plazo, sugiriendo así que incluso pequeños tramos de ejercicio intenso serían suficientes para obtener beneficios en determinados procesos biológicos del cuerpo humano.
Como bien recuerda Lewis, se sabe mucho sobre los beneficios del ejercicio en los sistemas cardíaco, vascular e inflamatorio del cuerpo humano, pero este nuevo trabajo destaca por su visión integral respecto al impacto metabólico que tiene el ejercicio intenso y de poca duración en vías metabólicas específicas, y sus efectos a largo plazo.
De hecho, ese corto espacio de tiempo fue lo que más llamó la atención a los investigadores, dado que incluso con sesiones breves se objetivarían cambios en los niveles circulantes de metabolismos clave en funciones como la resistencia a la insulina, el estrés oxidativo, la reactividad vascular, la inflamación y la esperanza de vida.
Para llegar a tales conclusiones, los investigadores usaron datos del Framingham Heart Study, un proyecto de investigación de larga duración que ya ha cubierto a tres generaciones de individuos, dado que sus inicios se remontan al año 1948.
En total, se analizaron 588 metabolitos, destacando algunos como el glutamato, relacionado con enfermedades cardíacas, diabetes y la esperanza de vida, cuyos niveles se redujeron hasta un 29% de media tras una única sesión de ejercicio. Por su parte, el ácido dimetilguanidino valérico o DMGV, asociado a un mayor riesgo de diabetes y enfermedad hepática, llegó a reducirse hasta un 18%.
Además, se objetivaron algunas variaciones respecto a sexo e índice de masa corporal: los individuos que sufrían obesidad veían limitados algunos de los beneficios de las sesiones de ejercicio de alta intensidad.
De hecho, el estudio también detectó que diferentes metabolitos seguían diferentes respuestas fisiológicas ante el ejercicio, algo que indicaría que podrían dar lugar a firmas únicas en el torrente sanguíneo, revelando si un individuo está en buena forma física o no, de la misma forma que los análisis sanguíneos básicos actuales determinan si existe una buena función del riñón o el hígado, por ejemplo.
Incluso poco ejercicio es mejor que no hacer ejercicio
Como bien recuerdan los mismos investigadores, cada vez son más los estudios que sugieren que incluso una pequeña cantidad de ejercicio físico es beneficioso para el organismo. Algunos trabajos han detectado que solo moverse una hora a la semana es suficiente para lograr algunos beneficios; aunque siempre será mejor moverse más, evidentemente.
Llevar a cabo la cantidad suficiente de movimiento y ejercicio ha demostrado reducir el riesgo de cáncer, ayudar en la pérdida de peso o mejorar la memoria, entre otros beneficios.
Este y otros estudios solo serían el inicio de una larga carrera en la comprensión de los fundamentos moleculares mediante los cuales el ejercicio físico afecta al organismo humano. Un conocimiento que, a largo plazo, podría mejorar la calidad de vida de individuos con hipertensión arterial u otros factores de riesgo cardiometabólico.