Por el momento en España no es demasiado común dejar de tomar alguna de las comidas principales del día, aunque poco a poco se está poniendo de moda "saltarse el desayuno". Diversos estudios sugieren que no sería perjudicial: el desayuno no es esencial, necesario ni es la comida más importante del día, como se ha comentado en múltiples ocasiones en EL ESPAÑOL.
Sin embargo, otros trabajos sugieren que aquellos que sí desayunan también son más proclives a llevar a cabo una dieta más saludable en general. De hecho, otros tantos estudios habrían sugerido que precisamente el hecho de saltarse el desayuno sería un factor de riesgo para desarrollar sobrepeso u obesidad.
Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista Nutrients ha querido ir un poco más allá, comparando los riesgos de saltarse las tres comidas más importantes del día: desayuno, comida (almuerzo) y cena.
El principal objetivo del estudio, llevado a cabo con datos de 17.573 hombres y 8.860 mujeres en etapa universitaria en Japón, fue evaluar posibles asociaciones entre saltarse una de estas comidas principales y el riesgo de sufrir sobrepeso u obesidad.
Para ello, los investigadores usaron datos de controles médicos anuales de los estudiantes durante un periodo de entre 3 y 4 años de media de seguimiento. Al final del estudio, 1.896 hombres y 1.518 mujeres habían aumentado de peso (al menos un 10% más de su peso basal). Por sexos, se trataba de un 10% de los hombres y un 17% de todas las mujeres; pero lo más sorprendente fue la comida que se asociaba más con el engorde, la cena.
Y es que, según las conclusiones del estudio, saltarse la cena se relacionaba de forma más intensa con el aumento de peso o con llegar a un IMC de sobrepeso u obesidad, tanto en hombres como en mujeres.
Pero, por otro lado, el estudio también indicó que saltarse la cena era un hábito mucho menos frecuente que saltarse el desayuno. Pero, a su vez, su asociación con el aumento de peso y el sobrepeso u obesidad eran más potentes.
Hasta el momento, pocos trabajos habrían sugerido que saltarse la cena podría contribuir al aumento de peso. Un trabajo previo iraní, donde se analizaron datos de más de 5600 participantes de entre 10 y 18 años, también llegó a una conclusión similar.
Por su parte, un estudio español, con más de 16.900 hombres y más de 18.000 mujeres, de entre 25 y 64 años, sí encontro una relación, pero en este caso entre saltarse la cena y mayor prevalencia de obesidad solo en mujeres; en hombres no había diferencias significativas.
En el caso del actual estudio, se comparó a aquellos estudiantes que cenaban de forma habitual con aquellos que tenían una mayor irregularidad. Y, según sus conclusiones, aquellos estudiantes más irregulares en el momento de realizar la comida nocturna también eran irregulares en su ingesta energética: cenaban menos veces, pero solían cenar más calorías de las necesarias.
Una de las hipótesis sería que, como forma de autorregulación, los estudiantes también tenderían a comer más de lo necesario durante el día para paliar los efectos de no cenar; evidentemente, sin ser conscientes de ello.
Otra posible hipótesis, indican los investigadores, es que también habría cierta relación entre saltarse la cena y una baja calidad de la dieta en general, lo que a su vez se ha relacionado con un aumento de peso.
Según estudios previos, saltarse la cena también se relacionaría con una reducción de la ingesta de verduras, pescados y proteínas vegetales, en comparación a saltarse el desayuno. Una vez más, reducir la ingesta de verduras y pescados también se habría relacionado con un aumento de peso a largo plazo.
Puntos fuertes y limitaciones
Los autores hacen hincapié en repetidas ocasiones en la necesidad de seguir estudiando el origen de esta relación entre saltarse la cena y aumento de peso, dado que solo se ha detectado una relación pero no una causalidad.
Aún así, defienden como puntos fuertes del estudio su diseño, el periodo de más de 3 años, la cantidad de participantes o tamaño muestral, y la búsqueda de resultados de dos parámetros. Estos son el aumento de peso (definido como un aumento del 10% o más del peso basal) y el aumento del IMC (superior a 25, para poder definirlo como sobrepeso, o superior a 30, para poder definirlo como obesidad).
Por otro lado, los autores son conscientes de las limitaciones del trabajo. Se incluyó a estudiantes universitarios, de entre 18 y 19 años, de una única universidad de Japón, por lo que sus resultados serían dificilmente generalizables.
Por su parte, no se evaluó una asociación dosis-dependiente. No es posible saber cuánto riesgo existe para aumentar de peso según cuántas veces se salta la cena, solo que hay relación entre ambos factores.
Así mismo, la asociación entre saltarse la cena y el aumento de peso puede haberse visto influida por factores de confusión. Un ejemplo sería el cronotipo, dado que se sabe que un cronotipo nocturno tiene tendencia a saltarse la cena. La depresión también puede afectar a esta asociación: este trastorno sería la real causante del aumento de peso por sí misma, con la ausencia de ganas de cenar como efecto colateral.
El estrés, por sí mismo, también parece influir tanto en el aumento del riesgo de saltarse la cena como en su potencialidad para provocar aumento de peso. Finalmente, la baja actividad física también puede dar lugar a ambas situaciones, sin que una tenga por qué influir sobre la otra de forma directa.
Respecto a la no asociación entre el desayuno y el aumento de peso, los investigadores sugieren que el corto periodo de estudio podría influir en sus hallazgos, dado que estudios previos que sí han encontrado relación también han durado más tiempo.
Y, para finalizar, los autores puntualizan que muchos estudiantes que se saltaban la cena ocasionalmente antes de iniciar el estudio empezaron a cenar casi todos los días durante el periodo de seguimiento, algo que podría alterar los resultados: la asociación entre saltarse la cena y el aumento de peso podría ser incluso más intensa de lo que se ha detectado.