Evitar al 100% nuevos brotes del virus del Nilo es muy dicífil, casi imposible. Al igual que lo es poder erradicar en su totalidad a los mosquitos portadores de la enfermedad tras picar a un ave infectada. Harían falta muchos medios, sobre todo económicos, y mucha voluntad política.
No obstante, sí se pueden poner en marcha planes de control de vectores para reducir su reproducción, pero habría que empezar a aplicarlos ya. El tiempo apremia. La Junta de Andalucía presentó a principios de marzo un plan estratégico con la finalidad de reducir las enfermedades transmitidas por mosquitos o garrapatas. El mismo conlleva la puesta en marcha un programa específico del control de los vectores de la fiebre del Nilo.
Ya está publicado en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA), pero los ayuntamientos afectados como Coria del Río, La Puebla o Isla Mayor, localidades ribereñas del Guadalquivir con gran presencia de mosquitos, lo ven inasumible. Creen que la mayor parte de las acciones recaen sobre ellos.
Este escollo entre las administraciones, la falta de acuerdo, la burocracia y el tiempo primaveral no ayudan. Tampoco las lluvias que pueden producirse en las próximas semanas. Al contrario, dan alas a estos mosquitos.
Los expertos del CSIC y de Lokímica, la empresa que se encargó de la desinsectación en las zonas afectadas el pasado verano, coinciden en que habría que comenzar ya a prevenir.
Las cuentas son simples, a menor cantidad de estos insectos en las zonas urbanas, menor posibilidad de contagio, asegura Jordi Figuerola, investigador de la Estación Biológica de Doñana-Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en conversación con EL ESPAÑOL.
76 afectados
Lo ocurrido el pasado verano aún retumba en la memoria de muchos andaluces. Entre los meses de agosto y septiembre la simple picadura de un mosquito cambió la vida a más de 80 familias en las provincias de Sevilla, Cádiz y Extremadura.
Fallecieron siete personas y 76 estuvieron afectadas. De ellas, muchas sufren graves secuelas como una niña de 14 años y otro menor de cuatro. La mayoría de las víctimas son vecinos de las localidades de La Puebla y Coria del Río.
Entre otras cuestiones, el plan contempla que sean los consistorios incluidos en áreas de riesgo moderado, alto o afectado, los que deben asumir con planes municipales de vigilancia y control tanto en su fase larvaria como adulta. Realmente se trata de una competencia muncipal. No obstante, desde el Ayuntamiento de Coria del Río aseguran que este tipo de proyectos necesitan licitación, lo que conllevaría unos trámites de meses.
El problema radica además en las zonas no urbanas. El pasado mes de septiembre la Junta contrató los servicios de la empresa Lokímica e inició una campaña de desinsectación. Lo hizo por una situación de emergencia al no ser una competencia autonómica. En los alrededores de la zona de Coria y de La Puebla del Río se utilizaron todo tipo de maquinaria, incluso unos drones cargados de biocidas específicos para acabar con sus larvas.
Para trabajar en estos meses, la Junta de Andalucía ha creado un grupo técnico de coordinación y control en diferentes ámbitos como el ambiental, el ganadero, el silvestre y de vigilancia epidemiológica humana. Los datos obtenidos permitirán elaborar un mapa de riesgo de toda Andalucía, que se actualizará de forma quincenal.
Postura de los ayuntamientos
Cuando se produjo el brote, los ayuntamientos de Coria y La Puebla del Río fumigaron las zonas urbanas y no se ha dejado de actuar, pero aseguran que no tienen medios suficientes. Además, critican el poco margen que tienen para su aplicación. Precisamente, el plan andaluz persigue eso, reforzar los mecanismos de coordinación y comunicación entre los agentes y todas las administraciones implicadas.
Ante esta situación, los alcaldes han presentado un escrito ante la Dirección General de Salud Pública para mantener una reunión y llegar a un acuerdo, pero el tiempo corre en contra. Según el investigador Jordi Figuerola en el mes de abril se tiene que estar ya desinsectando que es el periodo de mayor riesgo.
Otro escollo son los arrozales. Estos municipios cuentan en sus términos con más de 35.000 hectáreas de arroz y son los ayuntamientos los que deberán requerir al propietario para que las mantengan en condiciones.
El servicio de Huelva
Los alcaldes abundan en la necesidad de una mayor coordinación. Precisamente Figuerola y la propia Junta de Andalucía ponen de ejemplo el Servicio de Control de Mosquitos de la Diputación de Huelva. El plan actua sobre 140.000 hectáreas y está concertado con 12 municipios.
El presupuesto roza los tres millones de euros y el ente provincial aporta el 80%. Consideran fundamental la puesta en marcha de un servicio de estas características Sevilla y Cádiz. En Huelva no se registró ningún caso de fiebre del Nilo el pasado mes de verano y asesoró a la Junta en el plan de actuaciones que llevó a cabo en las localidades afectadas.
El investigador Figuerola lleva 42 artículos publicados sobre la presencia de esta fiebre y ha asesorado a la Junta de Andalucía en la confección de este plan de actuación -forma parte del grupo de trabajo-. En el CSIC tienen constancia de la circulación de este virus por Andalucía desde el año 2006.
Pero el año pasado se dieron una serie de circunstancias que provocaron estos brotes que acabaron con siete vidas humanas. Las poblaciones de mosquitos fueron mucho más abundantes que otros años tras la caída de las fuertes precipitaciones en el mes de mayo. Esto permitió un mayor desarrollo de las poblaciones de mosquitos, unido a la inexistencia de control en las zonas urbanas.
El virus replica en la mayoría de las aves, pero no todos los mosquitos son portadores. Lo son dos especies principalmente, el Culex pipiens en zonas urbanas y Culex perexiguus en zonas rurales y naturales.
Sin ánimo de alertar, Figuerola asegura que en condiciones normales no ocurre nada, pero el objetivo es evitar que los mosquitos infectados lleguen a zonas habitadas. "Conviene que nos lo empecemos a tomar en serio". No obstante, los casos registrados en humanos -76 en total- suelen ser la punta del iceberg. Significa que el número de aves infectadas habrá sido muy superior.