El mundo llega a 4 millones de muertos por Covid con los contagios al alza por la variante india
Por primera vez en dos meses, los casos de nuevos contagios de Covid superan esta semana a los de la anterior a nivel global.
1 julio, 2021 02:54Noticias relacionadas
Han tenido que pasar dos meses exactos para que España vuelva a rozar los 10.000 casos diarios. La cifra de por sí es preocupante pero lo es más si se mira en perspectiva: el miércoles de la semana pasada fueron menos de la mitad. Nuestro país está entrando en la dinámica en la que entró India en mayo y Reino Unido en junio.
Es una mala dinámica, por mucho que la maticemos. Indica a las claras que la variante Delta es extremadamente contagiosa: la incidencia acumulada a 14 días se coloca en 117,17 casos por 100.000 habitantes pero es probable que la semana que viene nos acerquemos peligrosamente a los 150 o incluso franqueemos este umbral de "riesgo alto".
¿Por qué podemos hacer esta afirmación? Porque ya superamos ampliamente esa incidencia en el grupo de edad de 12 a 29 años, rozando los 300 casos por 100.000 habitantes. Aunque sigamos vacunando a buen ritmo, a ese grupo aún le queda mucho hasta que alcance suficiente inmunidad.
Algunas comunidades autónomas, como Baleares, han iniciado corriendo una campaña para vacunar a jóvenes, pero se tardará aún un mes como mínimo hasta tener resultados visibles. Otras comunidades ni siquiera se lo están planteando. En Cantabria, por ejemplo, la incidencia entre 20 y 29 años supera los 700 casos por 100.000 habitantes.
Estamos, pues, ante un enemigo muy poderoso. Probablemente, más poderoso de lo que pensábamos, y habrá que combatirlo con todas nuestras armas científicas. La "cepa india" es muy contagiosa… pero no escapa a la acción de las vacunas, o por lo menos no a las de ARN como Pfizer o Moderna.
La incidencia entre mayores de 70 años, que en principio están todos vacunados con las dos dosis, no llega a los 20 casos por 100.000 habitantes. Eso, en un momento en el que en España prácticamente se hace vida normal y el virus parece completamente cosa del pasado.
Siempre se insiste en que pese a los repuntes en casos, los hospitalizados son pocos y aún menos los muertos. Esto es verdad y aquí lo hemos repetido muchas veces, pero no es la Covid la típica enfermedad que uno quiera arriesgarse a pasar "porque, total, no voy a acabar en la UCI".
Socialmente, en términos hospitalarios al menos, este repunte, que apunta a violento, no va a suponer ni la cuarta o la quinta parte de lo que supusieron los tres anteriores. Ahora bien, si esto es así, insisto, es exclusivamente por la acción de las vacunas… y quedan unos 28 millones de ciudadanos aún por completar el protocolo.
De hecho, si miramos a nuestro alrededor, vemos lo que pasa cuando la campaña de vacunación no funciona con suficiente agilidad o se ha visto obligada a recurrir a marcas como la rusa Sputnik o las chinas Coronavac y Sinopharm. Tres vacunas de laboratorios que siguen sin ser aprobadas por la Agencia Europea del Medicamento.
En ningún caso puede afirmarse alegremente que no funcionen: sin duda, protegen a buena parte de la población… pero no a tanta como lo hacen Pfizer, Moderna o Astra Zeneca. Con todo, tiene pinta de que si no existieran esas vacunas asequibles económicamente para los países en desarrollo, el mundo estaría viviendo una auténtica masacre en este momento.
Dicho esto, reconozcamos que a unos países les está yendo mejor que a otros en esta lucha contra la variante Delta. En Europa, tenemos el ejemplo británico o el portugués, por el cual una enorme activación de casos y contagios no produce el mismo incremento en hospitalizados ni en fallecidos.
No es que no los haya, ojo, tengamos cuidado con esto: Reino Unido ha doblado en un mes su número de ingresos, lo que pasa es que ha multiplicado por cuatro su número de casos, así que una cosa no ha ido a la misma velocidad que la otra.
En cuanto a los fallecidos diarios, se mueven en torno a veinte cuando apenas superaban los diez a principios de junio. Es fácil decir que han doblado sus cifras, pero son números tan pequeños que atenerse a porcentajes es un poco tramposo.
En Rusia, sin embargo, no vemos este patrón. Rusia ha tenido un problema enorme a la hora de concienciar a su población de que es necesario vacunarse: apenas el 11% de los rusos tienen la pauta completa y eso son más de cien millones de ciudadanos expuestos. Además, el propio laboratorio que creó la vacuna Sputnik reconoció ayer que era algo menos eficaz contra la variante Delta.
Probablemente, la mezcla de ambos factores explique que el país presidido por Vladimir Putin esté batiendo récords de fallecidos en pleno verano de 2021 (599 al día en la media semanal) cuando aún no llega al número de casos que vimos en la terrible ola de enero. El problema, además, es que la tendencia es muy preocupante, como se puede ver en el gráfico inferior.
Algo parecido está pasando en América Latina y sobre todo en Colombia. El pasado 27 de junio se alcanzó el récord semanal de fallecidos, con una media de 678 diarios. Colombia tiene aproximadamente un tercio de la población de Rusia, por ponerlo en perspectiva. ¿Cómo es posible que esto suceda en un país que, aunque administra Coronavac, basa su programa en las mismas vacunas que Europa y Estados Unidos?
La solución la encontramos en su número de vacunados: solo el 12% de la población tiene la pauta completa. Si mezclamos los factores invierno y frío con una variante explosiva y una baja vacunación, tenemos un problema muy, muy serio.
Algo parecido se está viendo en África, donde los casos han aumentado un 34% de una semana a otra, según cifras de la OMS. El problema con el continente africano es que nunca hemos tenido datos fiables de cómo ha afectado el virus a una población mayoritariamente joven. No sabemos si la edad ha influido en su bajo número de fallecidos, si simplemente no estaban contando o si no estaban notificando correctamente esas muertes por factores burocráticos o puramente políticos.
El aumento semanal de fallecidos en el grueso del continente es del 44%, aunque sobre una base muy pequeña, como nos sucedía en Reino Unido. Aun así, con muy pocas vacunas administradas, hay motivos de sobra para preocuparse.
En definitiva, la variante Delta está ya en todo el mundo y su impacto se nota con creces en las incidencias: por primera vez en dos meses, los casos de esta semana superan a los de la anterior a nivel global.
De momento, la mayoría de los países está esquivando el caos hospitalario y la explosión de defunciones, pero, si quieren seguir así, van a tener que tomar medidas muy restrictivas o vacunar a toda velocidad, cosa que, como vemos, no todo el mundo está consiguiendo, especialmente en países donde la vacunación es optativa y el Gobierno tampoco aprieta demasiado.
Estamos a apenas 40.000 muertos de llegar a los cuatro millones desde que empezó la pandemia. Cuatro millones en poco menos de año y medio. Imposible olvidar cómo nos estremecía oír hablar de los primeros tres mil en China o cómo contábamos en aquellos primeros días de marzo cada defunción en nuestro país con el corazón encogido.
Nos hemos acostumbrado al coronavirus y eso que el coronavirus se empeña en sorprendernos. La lucha contra la variante Delta tiene pinta de que acaba de empezar a nivel mundial. Esa es la mala noticia. La buena es que es una lucha que se acabará ganando si se vacuna a la gente pronto y bien.
En cualquier caso, esto nos recuerda que no podemos bajar la guardia y que el virus está lejos de extinguirse. Puede que las sociedades más avanzadas, con vacunas más efectivas y mayor capacidad burocrática para administrarlas, vean el futuro con cierto optimismo –estos repuntes de Reino Unido, Portugal, España y Rusia no son la norma siquiera en Europa- pero otros países lo van a pasar realmente mal.
Volviendo a nuestro país, como comentábamos el martes, cruzar la frontera de los diez mil casos diarios y acercarse la semana que viene a los quince mil o más supone de nuevo la saturación de la Atención Primaria, el pilar básico de nuestro modelo de Sanidad.
Estamos muy cansados tras este año y medio y todos pensamos que nos hemos ganado un buen verano, pero no lo llevemos demasiado lejos. No solo es cuestión de relajar las normas sino de respetar y ser escrupuloso con las que quedan en vigor. No siempre está pasando y eso es peligroso.