Las noticias sobre las nuevas variantes de coronavirus parecían perder fuelle estos últimos meses con la llegada de las vacunas, pero los macrobrotes registrados en zonas como Mallorca o Salou han vuelto a despertar inquietud entre la población.
Con más de 57.000 casos notificados en los últimos 14 días y una incidencia acumulada que va en aumento, la sombra de la variante Delta cada vez está más presente. Así lo aseguró Margarita del Val, viróloga del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), este sábado en el programa La Sexta Noche.
La científica puso el foco de atención sobre los más jóvenes, quienes aún no han recibido ninguna dosis de la vacuna contra el Covid-19 y que, en la mayoría de los casos, no presentan síntomas al contagiarse, lo que pone en riesgo a grupos de población de mayor edad.
Si bien, advirtió que "hay unos pocos que enferman gravemente y que progresan muy rápidamente hacia la gravedad", una cuestión que aún se está estudiando porque no se conoce cuál puede ser el factor de riesgo que hace que su salud se vea tan afectada y degenere tan rápido.
Como señaló en el programa, hay que tener en cuenta además que "estas poblaciones son las que van más retrasadas en recibir la segunda dosis de la vacuna y, por tanto, todavía no están protegidos frente a las mayores consecuencias que para ellos puede tener la infección".
Margarita del Val hizo también hincapié en las secuelas que está dejando la enfermedad en la población joven. "Sabemos que las personas con enfermedad leve o moderada tienen secuelas, pero no sabemos si estas van a revertir en algún momento, cuánto van a durar, y tampoco sabemos la gravedad". Sobre todo, en un contexto en el que la variante Delta acumula contagios en la población.
Hasta ahora, los datos reflejaban que en torno a un 33% de los chicos y un 30% de las chicas entre los 18 y 25 años que se contagian acaban presentando un cuadro grave con riesgo de muerte. Entre los que se recuperan, las secuelas son variadas, pero una de las más comunes son los problemas relacionados con la alimentación: problemas digestivos, alteraciones en el gusto y el olfato o la pérdida de peso.
Pero también se han podido observar otras más graves como son la insuficiencia respiratoria; problemas de coagulación y trombosis y el desarrollo de enfermedades crónicas como la diabetes o la tiroides. Eso sin contar las secuelas psicológicas y emocionales que ha dejado la pandemia también entre los más jóvenes.