Hace menos de una semana que el Ministerio de Sanidad publicó la última actualización de la Estrategia de detección precoz, vigilancia y control de Covid-19, el documento maestro que marca el camino para gestionar la pandemia, basado en su evolución y en las últimas evidencias disponibles sobre el virus.
Hay elementos de este documento que se han mantenido más o menos constantes a lo largo del tiempo, como la definición de contacto estrecho: aquella persona que haya estado a menos de dos metros de distancia de un caso confirmado durante un tiempo de más de 15 minutos en un día.
"Es una definición basada en el conocimiento previo de otras enfermedades", explica Salvador Peiró, médico especializado en Salud Pública e investigador de Fisabio. Concretamente, en el conocimiento de la gripe, virus con el que se comparó en los primeros momentos de la pandemia.
De ahí el concepto de esos dos metros de distancia de seguridad que, a efectos prácticos, Gobierno y comunidades han reducido hasta metro y medio o incluso 1,2 metros. Se trata del cálculo de la trayectoria de las gotas microscópicas (gotículas le llaman) que expulsa un individuo contagiado al hablar y que pueden contener carga viral. La gota describirá una parábola hasta caer al suelo por la fuerza de la gravedad unos dos metros frente a la persona.
Hace tiempo que se tiene la certeza, en cambio, de que el SARS-CoV-2, a diferencia del virus de la gripe, se transmite por aerosoles. "En una discoteca o espacio cerrado, el coronavirus puede transmitirse a distancias de 30-40 metros y durante horas después de la estancia de la fuente: no has tenido contacto con el contagiado pero has estado expuesto", explica Peiró, para quien esta cuestión es el "defecto básico" de la concepción actual de contacto estrecho.
El "excesivo" tiempo entre contactos
Tampoco le convencen los 15 minutos establecidos en la estrategia de detección precoz: "Es un tiempo excesivo". En ello coincide Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, que advierte de que la variante Delta "marca la necesidad de cambios determinados, y uno de ellos es el ligado a los contactos".
Esta variante, que ya predomina en la península y, advirtió el Centro Europeo para el Control de Enfermedades, lo hará en toda Europa a finales de mes, es mucho más contagiosa que la cepa salida de la ciudad china de Wuhan. "Esos 15 minutos habría que reducirlos a 5 o 10, y aún así me parece ser generosos".
March señala que existen casos documentados de gente que se ha contagiado cenando al aire libre sin mascarilla por estar cerca de la mesa de una persona infectada, por lo que la ventilación y el aire libre como elemento protector tampoco está garantizado. "La situación es muy diferente [respecto a la variante original del virus] y eso obligaría a plantear maneras de entender el rastreo de forma totalmente diferente".
Este es el quid de la cuestión. Si consideramos contactos estrechos a todas las personas que han cenado en un interior o en una terraza donde ha habido un individuo infectado, ¿es posible rastrear a todas? Según Salvador Peiró, la definición actual es útil porque acota bastante el rastreo, pero puede generar problemas, como así lo hizo el caso de los estudiantes de viaje de fin de curso a Palma de Mallorca: "La juez decidió que si no cumplían con la definición de contacto estrecho se podían ir, y eso fue un error".
También ha resultado insuficiente el concepto para explicar los brotes surgidos en colegios mayores. Sin embargo, el especialista reconoce que la gestión de estos macrobrotes, salvo en el caso de Palma, no ha generado obstáculos. Además, con la transmisión comunitaria a los niveles actuales, el rastreo de contactos no puede cumplir su objetivo principal: controlar el virus trazando su camino.
Joan Carles March se muestra escéptico. "La capacidad de rastreo ha bajado, se ha visto que no es tan importante por el número de contagios actuales" y la imposibilidad de controlarlos, y lo ejemplifica con las cifras que dio el consejero catalán de Salud, Josep Maria Argimon, de que el 40% de los contactos no seguía la cuarentena. "Hay gente ligada a los estudios epidemiológicos que admite que, probablemente, esa cifra sea superior al 50%".
A pesar de que la quinta ola está en la fase de salida, todavía no ha llegado la hora de fiarlo todo al rastreo (y a las vacunas, obviamente). "Cuando la pandemia esté controlada, aislar cada caso y sus contactos será importante, tanto en el terreno individual como colectivo", indicar Peiró.
Una vez llegado este momento, se inclina por actualizar el concepto "para incluir casos en espacios interiores compartidos, sin importar el tiempo de exposición y la distancia. Iglesias, gimnasios, etc. Cualquier lugar de este estilo, incluso después de la que la fuente de contagio se haya marchado".
March no quiere que nos olvidemos de los espacios abiertos que, aunque no da unos parámetros concretos, no garantizan por sí solos la seguridad frente al contagio. También se refiere a la reducción del tiempo de exposición a esos 5 o 10 minutos como mucho. En el mundo postvacunación cuidar estos detalles será vital para tener controlado a un virus que ha demostrado saber adaptarse a las circunstancias mejor de lo que esperábamos.
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