La variante ómicron, que apareció en Sudáfrica hace sólo unas semanas, ha hecho saltar todas las alarmas en un momento en el que Europa vuelve a ser el epicentro de la pandemia. El motivo no es otro que la alta transmisibilidad que tiene esta nueva forma del virus que, además, puede evitar -al menos en parte- la inmunidad que ofrecen las vacunas de las que disponemos hasta la fecha. De hecho, el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) advirtió este mismo miércoles de que las vacunas por sí solas no son suficientes para detener a ómicron.
Estos días, los científicos se afanan en intentar responder a algunos de los enigmas que se ciñen sobre ella. Uno de ellos es si, efectivamente, tal y como se viene apuntando, la nueva variante provoca una enfermedad más leve que delta. Un estudio realizado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Hong Kong -pendiente de ser revisado por investigadores independientes- apunta que la nueva forma del virus infecta y se multiplica 70 veces más rápido que la variante delta en los bronquios. El trabajo, sin embargo, también sostiene que la infección que se produce en los pulmones es 10 veces menor, lo que explicaría que la enfermedad desarrollada tras el contagio sea menos grave.
Este estudio se une a otros preprints que han sido publicados en las últimas semanas y que indican que, a pesar de que la nueva variante reduce sustancialmente la eficacia de las vacunas, los casos desarrollan una sintomatología y una enfermedad más leve. "Es importante tener en cuenta que la gravedad de la enfermedad en los seres humanos no está determinada sólo por la replicación del virus, sino también por la respuesta inmune del huéspeda a la infección, que puede conducir a una desregulación del sistema inmunológico innato [la conocida como tormenta de citoquinas])", explica Michael Chan, uno de los autores principales del estudio.
El hecho de que ómicron provoque al final una enfermedad más leve no es del todo una buena noticia ya que una variante un 50% más transmisible como ésta, por pura estadística, es un problema mucho mayor que una variante que sea un 50% más letal. Lo ejemplificaba hace justo un año Adam Kucharski, epidemiólogo de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, cuando ni delta ni ómicron habían aparecido todavía. Mientras que una variante más transmisible es capaz de crecer exponencialmente, una variante más letal no lo hace, por lo que los casos graves y de fallecimiento serían menores.
Así lo confirma también el autor de este estudio. "Se observa que, al infectar a muchas más personas, un virus muy infeccioso puede provocar una enfermedad más grave y la muerte, aunque el virus en sí sea menos ‘patogénico’", subraya Chan. "Por lo tanto, junto con nuestros estudios recientes que muestran que la variante ómicron puede escapar parcialmente de la inmunidad de las vacunas y de las infecciones pasadas, es probable que la amenaza general de esta nueva forma del virus sea muy significativa", finaliza.