Un nuevo estudio de modelización publicado en la revista científica PLOS Computational Biology por Antonio Martín-Galiano, del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) ha identificado una serie de cepas existentes del SARS-CoV-2, así como otras variantes futuras que podrían surgir, que tienen el potencial de escapar a la respuesta de las células T citotóxicas del sistema inmunitario en una parte de la población.
La respuesta de las células T en los seres humanos está codificada genéticamente por las moléculas HLA, lo que significa que diferentes individuos tienen diferentes HLA, programados para reconocer a los patógenos invasores basándose en diferentes partes, o "epítopos" de los patógenos.
Con miles de moléculas HLA diferentes en la población humana y miles de posibles epítopos en cualquier virus, la evaluación experimental de la respuesta inmunitaria de cada alelo HLA humano a cada variante viral no es factible. Sin embargo, los métodos computacionales pueden facilitar esta tarea.
En este nuevo estudio, los investigadores determinaron primero el conjunto completo de epítopos de una cepa de referencia original de SARS-CoV-2 de Wuhan (China). El equipo descubrió 1.222 epítopos del SARS-CoV-2 asociados a los principales subtipos de HLA, que cubren aproximadamente el 90 por ciento de la población humana; al menos 9 de cada 10 personas pueden lanzar una respuesta de células T al COVID-19 basándose en estos 1.222 epítopos.
A continuación, los investigadores analizaron computacionalmente si alguno de los 118.000 aislados diferentes de SARS-CoV-2 de todo el mundo tenía mutaciones en estos epítopos. El 47% de los epítopos estaban mutados en al menos un aislado existente. En algunos casos, los aislados existentes tenían mutaciones en múltiples regiones de epítopos, pero las mutaciones acumuladas nunca afectaron a más del 15% de los epítopos para cualquier tipo de alelo HLA.
Cuando el equipo analizó los alelos susceptibles y el origen geográfico de sus respectivos aislados de escape, descubrió que coexistían en algunas regiones geográficas (incluyendo el África subsahariana y el este y sureste de Asia), lo que sugiere una posible presión genética sobre la respuesta de las células T citotóxicas en estas zonas.
"La acumulación de estos cambios en aislados independientes es todavía demasiado baja para amenazar a la población humana global. Nuestro protocolo ha identificado mutaciones que pueden ser relevantes para poblaciones específicas y que justifican una vigilancia más profunda", dicen los autores. Sin embargo, Martín-Galiano señala que "las mutaciones inadvertidas del SARS-CoV-2" podrían en el futuro "amenazar la respuesta T citotóxica en subpoblaciones humanas".