El 'misterio' de la vuelta de la sarna: por qué crecen los casos de esta infección desde la pandemia
Causada por el ácaro 'Sarcoptes scabiei', profesionales confirman que, actualmente, llegan a ver casos a diario de esta infección de la piel.
6 marzo, 2022 02:40Noticias relacionadas
Durante la Guerra Civil, entre los batallones de soldados, se popularizó una plaga a la que bautizaron como la "picazón del campamento". Esto no era otra cosa que la sarna, una enfermedad infectocontagiosa cuyo principal síntoma es un gran picor corporal. Esta afección lleva entre nosotros largo tiempo. Tanto, que ya los romanos hablaban de malestares causados por irritación. Sin embargo, no fue hasta 1687 cuando Giovanni Cosimo Bonomo, un médico italiano, descubrió al parásito causante de estas picazones, el Sarcoptes scabiei.
Asociada a ambientes insalubres por su proliferación en épocas, digamos, poco higiénicas, solemos pensar que la sarna es cosa del pasado, pero a raíz de la pandemia causada por la Covid-19 han vuelto a saltar las alarmas sobre un nuevo brote. "Esto a grandes rasgos no es mentira, pero habría que matizarlo, porque no hay registros epidemiológicos fiables que corroboren estos datos".
Esas son las palabras de Eliseo Martínez, coordinador del grupo español de Epidemiología y Promoción de la Salud de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV). Según el dermatólogo, es cierto que hay una "percepción generalizada" en la profesión de que los casos de sarna están aumentando. "Hace diez años, era una cosa que veíamos una vez a la semana o menos y, ahora, en cualquier consulta de dermatología es algo que hay casi a diario", explica.
Las causas sobre este posible incremento no están claras. La falta de datos e investigación sobre el tema no hacen fácil un diagnóstico. En España, el último trabajo que existe es un informe del Estudio Centro Nacional de Epidemiología y del Centro Nacional de Medicina Tropical del Instituto de Salud Carlos III de Madrid, el cual confirma una tendencia creciente de 2014 a 2017.
Según sus datos, los puntos con más incidencia son residencias para ancianos, escuelas, instalaciones militares, prisiones… Es decir, aquellos puntos donde cohabita un mayor número de personas, ya que su principal vía de transmisión es el contacto estrecho. Por ejemplo, este febrero, Instituciones Penitenciarias confirmaba un brote de sarna en el centro penitenciario de Segovia.
"Si tuviera que lanzar una hipótesis es que, como se transmite por contacto estrecho y prolongado entre personas, el incremento puede deberse porque, con el confinamiento y las medidas de aislamiento social, hemos pasado más tiempo en casa y, el convivir de forma más estrecha, ha provocado que en las familias que había un caso de sarna, éste se haya extendido con más facilidad", dilucida Martínez.
Otra de las explicaciones que da el experto es el "limitado acceso a la sanidad" que provocó la pandemia, con la dificultad consiguiente para tratar la sarna y el aumento de contagio a otras personas.
Además, el dermatólogo apunta a que últimamente se está observando una resistencia del ácaro al tratamiento tradicional. "Es curioso porque lo que dice la literatura es que la eficacia de estos tratamientos es altísima, de un 90%, pero cada vez es más difícil de tratar. No sabemos muy bien por qué".
Resistencia al tratamiento
La cura habitual para un caso de sarna es la aplicación de una crema llamada permetrina, la cual se debe administrar en dos ocasiones, un día por la noche, dejándola actuar mientras se duerme, y otra vez a los siete días. Para los casos más complicados existen unas pastillas, ivermectina, que cada vez son más demandadas, debido a esa aparente resistencia del Sarcoptes scabiei a la crema.
Un dato que hace pensar en esa resistencia lo aporta el propio Martínez: "Este mes, el artículo más consultado en la biblioteca digital que tenemos los profesionales de la AEDV es sobre el tratamiento de la sarna en niños". El dermatólogo reconoce que con esto no se puede concluir nada, pero considera que es significativo que sus compañeros estén buscando literatura para tratar este tipo de problemas. "Eso es porque estamos encontrando casos difíciles" concluye.
Para verificar todas estas hipótesis hace falta investigación. Hasta el momento, son elucubraciones. No obstante, sobre la sarna sí que hay cosas claras. La primera, que es muy poco probable que haya un brote en los probadores españoles, como apuntaba hace unas semanas un usuario de TikTok, cuyo vídeo se hizo viral y provocó que cundiera el pánico. "Desde un punto de vista puramente teórico, no es imposible que se transmita a través de la ropa, ya que el parásito puede vivir en ella durante un tiempo, pero el riesgo es muy bajo. No creo que sea un mensaje positivo para transmitir a la población", comenta el dermatólogo.
Por otro lado, también es conveniente desmitificar los principales estigmas de la sarna. Ni la sarna es cosa del pasado ni es una cosa de mala higiene. "Eso pasa en las mejores familias", aclara Martínez, que sabe por experiencia que mucha gente tiene tanta vergüenza cuando se lo comunican que luego tiene complicaciones para comunicárselo a su entorno más cercano, con el consiguiente riesgo que eso tiene para la extensión de la infección.
Las señales
La alerta para saber si tenemos sarna debe saltar si, sin causa aparente, como padecer de piel atópica u otros problemas cutáneos, aparece un picor grande en el cuerpo. Éste suele ser más intenso de noche y suele venir acompañado de lesiones rojizas, que están causadas por el ácaro.
En los casos comunes de sarna, el número de ácaros que se tiene no es extremadamente elevado ni conlleva un problema peligroso, pero existe una variante, llamada costrosa o noruega, que puede llegar a ser muy peligrosa si no se trata. Normalmente, suele darse en personas con VIH, afectadas por cáncer o de edad avanzada.
Según los datos del estudio español, la incidencia acumulada fue de tres ingresos hospitalarios por sarna por cada millón de habitantes. De todos ellos, el 90 % fue dado de alta a casa rápidamente. Sólo el 3% falleció. No obstante, a pesar de la tranquilidad que arrojan las cifras, el propio informe denuncia la poca investigación e información que existe para ser una enfermedad con una carga de morbilidad considerable en el mundo.