Alain Delon se ha convertido en la segunda gran personalidad del arte francés en pedir suicidio asistido en menos de un año. Su nombre se suma al de la cantante Françoise Hardy, que en junio de 2021 manifestaba su deseo a morir dignamente tras luchar durante tres años contra un cáncer de faringe. En el caso del actor, según ha confirmado su hijo en una entrevista para el medio francés RTL, se debe a los dos ictus que sufrió en el pasado y al recuerdo de los últimos días de lucha de su ex mujer, Nathalie Delon, que falleció en 2021 de cáncer de páncreas.
La diferencia entre ambos casos es que Delon sí podrá hacerlo, ya que en el país donde reside, Suiza, es legal el suicidio asistido. Para llevar a cabo el proceso, se recomienda la ingesta de una dosis letal de Pentobarbital sódico, un potente sedante que actúa sobre el sistema nervioso y es capaz de ocasionar la muerte en unos minutos.
"Después de tomarlo, el paciente se duerme en el plazo de unos minutos, que le conduce a un coma profundo para pasar a una muerte sin dolor", detallan desde Dignitas, la organización Suiza que ayuda a las personas en el suicidio asistido.
En España, la guía del Ministerio de Sanidad para una buena práctica de la eutanasia recomienda la utilización de este medicamento para inducir al coma al paciente que lo haya solicitado. Sin embargo, como el propio documento detalla, en España no hay comercializado ningún medicamento de uso humano que contenta Pentobarbital ni es posible conseguir un medicamento registrado en otro país en una presentación oral adecuada que contenta este principio activo.
Resulta que, en nuestro país, el Pentobarbital sódico sí está recogido por la Agencia Española del Medicamento (Aemps), pero como solución inyectable para practicar la eutanasia a caballos, gatos y perros. "Produce una pérdida de consciencia seguida de una profunda anestesia que precede a la muerte tras paro respiratorio y cardiaco", desgrana su ficha técnica.
En cuanto a su uso en humanos, dicho documento explica que "es un hipnótico y sedante potente y, por tanto, potencialmente tóxico para el hombre". Además, estipula que sus condiciones de dispensación son de prescripción veterinaria y que sólo puede ser administrado por el veterinario.
Precisamente, esta utilización veterinaria es lo que ha llevado al Pentobarbital a protagonizar más de una polémica. La primera fue en 2010 y guarda relación con la ejecución de John David Duty, un hombre de 58 años y preso del corredor de la muerte en Oklahoma que se convirtió en el primer ejecutado de los Estados Unidos con este sedante. Un tribunal federal ratificó la decisión del juez que lo permitió, debido a la escasez del pentotal sódico, el anestésico que se utiliza normalmente en las ejecuciones.
Usado en la clandestinidad
Los abogados de Duty apelaron la decisión de este juez aduciendo a que el uso de Pentobarbital podía dejar a la persona paralizada, pero consciente, mientras se le suministraba el resto de los ingredientes que componen la inyección letal. Sin embargo, en la comparecencia del caso, un anestesista aseguró que la cantidad que planeaban suministrar era más que suficiente para dejar inconsciente a una persona, incluso matarla, en unos minutos. Duty tardó 18 minutos en morir.
La otra controversia sucedió en España y fue debido a su recomendación por parte del Ministerio de Sanidad como paso para inducir al coma, ya que aquí no está aprobado para uso humano y algunos farmacéuticos hospitalarios denunciaron el sinsentido que tenía recomendar algo no permitido.
De hecho, en 2019, la Policía Nacional abrió una investigación por la compra de varias personas de Pentobarbital sódico a través de Internet. Según declaró a El País una de las entrevistadas por los agentes de seguridad, adquirió el frasco porque llevaba sufriendo desde hacía décadas una enfermedad neurodegenerativa que la tenía en silla de ruedas. "Por mi estado, quiero estar informada de las opciones a las que me pueda enfrentar en el futuro. Elegí el Pentobarbital porque es un fármaco efectivo y no doloroso si llega el momento de utilizarlo, declaró. El proveedor le cobró 600 euros por un frasco de 6,5 gramos.
El nombre del Pentobarbital sódico también fue sonado en el caso de María José Carrasco, una mujer de 61 años con esclerosis múltiple cuya muerte fue asistida por su marido, Ángel Hernández Pardo. Él también utizó este medicamento.