Javier Serrano, enfermo de ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) desde el año pasado, ha muerto este martes como la primera persona a la que se le ha aplicado la eutanasia en la Comunidad de Madrid. A sus 58 años, este madrileño pasó de tener problemas en una pierna a no poder hacerlo, ir en silla de ruedas y dejar de mover las manos en tan solo un año. Ni siquiera podía dormir por el dolor.
Por eso, pidió acogerse la Ley de la Eutanasia, que establece el derecho de morir dignamente desde el pasado de junio. Él llevaba cuatro meses esperando para acabar con su dolor y, finalmente, ha podido hacerlo este martes gracias al análisis de la Comisión de Garantías y Evaluación, organismo que se encarga de evaluar cada caso y decidir.
“Los dolores son bestiales, cada día que pasa son peores y ya no aguanto ni con morfina”, reconocía Javier Serrano en declaraciones a la Cadena Ser antes de someterse a la eutanasia. Por eso, en cuanto le dieron la posibilidad de morir dignamente, dijo que sí sin pensárselo. “Estoy alegre y feliz”, contaba antes de que le dieran “el chute” en declaraciones a Madriddiario.
Ley de la eutanasia
PSOE y Unidas Podemos aprobaron el pasado mes de marzo la Ley de la Eutanasia en España, estableciendo una serie de requisitos para poder morir con el control sanitario. Uno de estos requisitos es que las Comunidades Autónomas crearán una Comisión de Garantía y Evaluación para evaluar quién podía acceder a este derecho.
En la Comunidad de Madrid esta comisión empezó a funcionar el pasado seis de octubre, seis meses después de que la legislación nacional lo permitiera, algo criticado duramente por Javier Serrano. “Yo ni entiendo este asunto de los plazos pero me parece que es una cagada lo que han hecho”, aseguraba en declaraciones a Madridiario.
Él, de hecho, no lo tuvo fácil. En el 12 de octubre, Javier Serrano se encontró con un neurólogo que era objetor de conciencia. No lo sabía y se dio cuenta de esto cuando vio el equipo de paliativos que le enviaron a su casa. “Me intentaron convencer de que no lo solicitara, me preguntaban que si había pensado en mi familia, que tenían pacientes que llevaban ocho años postrados, que se comunicaban con los ojos y era felices”, explicaba en una entrevista en la Cadena Ser.
El artículo 16 de la ley de la eutanasia establece que los profesionales sanitarios pueden acogerse a su derecho a no hacerlo siendo objetores de conciencia, pero en ningún caso menoscabando el derecho de prestación de la ayuda para morir por parte de los servicios de salud.