El párkinson es, después del alzhéimer, el trastorno neurodegenerativo más prevalente en España. Según datos de la Sociedad Española de Neurología, cada año se diagnostican 10.000 nuevos casos y, actualmente, se estima que conviven con esta enfermedad entre 120.000 y 150.000 personas. Algunos de sus síntomas pueden aparecer incluso 10 años antes de que se diagnostique la enfermedad, por eso es importante tenerlos presentes para lograr un tratamiento adecuado cuanto antes.
La enfermedad del párkinson pertenece a los conocidos como Trastornos del Movimiento y afecta al sistema nervioso de manera crónica y progresiva. Se caracteriza por la pérdida de neuronas en la sustancia negra del cerebro, la zona que produce el neurotransmisor dopamina y que juega un papel relevante en el movimiento, además de en otras funciones.
Actualmente, se desconocen las causas concretas que originan la enfermedad, aunque desde la Federación Española del Párkinson apuntan a que podría deberse a una combinación de factores genéticos, medioambientales y los ocasionados a raíz del propio envejecimiento del organismo.
La edad es un factor de riesgo clave, ya que lo más común es que el párkinson se inicie a partir de los 50 o 60 años y su prevalencia va aumentando exponencialmente según se van cumpliendo años. Si aparece antes de los 50, se denomina Enfermedad de Párkinson de Inicio Temprano.
En cuanto a los factores genéticos y medioambientales, no hay mucha discusión al respecto. Se estima que entre un 15% y un 25% de las personas que la padecen tienen también un pariente afectado, mientras que algún estudio cita como factor de riesgo el consumo continuado de agua de pozo o haber estado expuesto a herbicidas o pesticidas.
Al estar su origen rodeado todavía de cierto misterio, las investigaciones sobre ella no cesan. Es por eso que, hace poco, un estudio publicado por JAMA Neurology encontró dos nuevos factores de riesgo asociados a la enfermedad: padecer hipertensión y diabetes tipo 2.
Al parecer, ambas dolencias podrían ser dos síntomas tempranos de la enfermedad, que detectada de una manera rápida puede recibir un tratamiento más efectivo y capaz de mejorar la calidad de vida de la persona que la sufre.
Dos tipologías
El párkinson se manifiesta de múltiples maneras, los cuales pueden dividirse entre síntomas motores y no motores.
Entre los más reconocibles se encuentra el temblor en reposo. Éste suele aparecer primero en las extremidades, pero también puede darse en la boca o los párpados. Además, se agrava si la persona está nerviosa o en situaciones de ansiedad.
La rigidez es otra de las manifestaciones más conocidas. La persona afectada con esta dolencia comienza a tener una menor amplitud de movimientos y, desde la Federación Española de Párkinson, señalan que se puede presentar en algo tan simple como tener dificultades para girarse en la cama. Asimismo, puede afectar a algunas expresiones faciales, como el parpadeo. Esto es lo que se conoce como hiponimia.
Atención a la depresión
No obstante, desde la SEN apuntan a que los síntomas no motores suelen ser los primeros. La depresión se señala, incluso, como el primer indicio del párkinson, junto con problemas de ansiedad, desarrollo de apatía, pérdidas de memoria y problemas para articular palabras, algo denominado disartria.
Los trastornos del sueño es otra de las señales precoces. Este problema puede presentarse con dificultades para conciliar el sueño (insomnio) o si la persona se despierta varias veces a lo largo de la noche.
El estreñimiento también es un síntoma no motor, que se da hasta en el 80% de los pacientes, así como la pérdida involuntaria de saliva, que tiene un índice de incidencia del 75%.
La sintomatología de esta enfermedad es tan variada y compleja, así como sus causas, que prevenirla es todavía una tarea en el tintero. No obstante, los especialistas recomiendan que lo más efectivo es tener hábitos de vida saludables, como hacer ejercicio y una dieta equilibrada; controlar la tensión arterial y prestar atención a un posible desarrollo de diabetes tipo 2.