En agosto de 2020, los españoles disfrutaban de unas merecidas vacaciones estivales tras la pesadilla que habían vivido en una primavera de confinamientos y colapsos hospitalarios. La Covid ya parecía algo del pasado y ni en nuestros peores sueños pensábamos que se iban a suceder cinco oleadas más. En ese momento había menos de 400 personas en las UCI por la infección, una cifra a la que no nos hemos vuelto a acercar hasta ahora.
Por primera vez en más de año y medio, el país ha recuperado ese reflejo de la nueva normalidad en las unidades de cuidados intensivos. Según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, hay 368 personas ingresadas, la cifra más baja desde ese lejano agosto posterior a la primera ola.
El 8 de ese agosto en que todavía era posible pensar en un mundo sin Covid, la cifra de personas en UCI por la infección era de 340, según los datos oficiales recogidos por el portal de la Universidad de Oxford Our World in Data. Al día siguiente se notificaban 378 personas en UCI. Han tenido que pasar 20 meses para regresar a una cifra inferior a esta.
La utilización de los servicios asistenciales se sigue midiendo de la misma forma con la nueva estrategia de la Covid, que se puso en marcha el 25 de marzo. En la actualidad, el 4,07% de las camas de cuidados críticos están ocupadas por pacientes con infección grave, lo que sitúa al país, según este indicador en riesgo bajo.
No obstante, la situación no es la misma en todas las comunidades. Casi toda la península tiene la ocupación por debajo del 5%, equivalente al nivel de circulación controlada del SARS-CoV-2. La excepción (si salvamos a Navarra) es el cuadrante norte-noreste, donde la situación se encuadra en el siguiente nivel de riesgo, considerado bajo: desde Cantabria a Cataluña, la ocupación llega hasta el 7%. En los archipiélagos ocurre algo similar.
Al descender a nivel de provincias, solo una se encuentra en niveles medios: Tarragona, donde la ocupación de las UCI está en el 11,34%. Además, saltan a nivel medio varias provincias cuya comunidad se sitúa un escalón por debajo: León, Valladolid, Burgos, Albacete y Córdoba.
En los últimos 7 días han ingresado en la UCI 4,4 personas por cada millón de habitantes, una tasa que sitúa el indicador en el nivel de transmisión controlada. Solo cinco comunidades (Asturias, Cataluña, Castilla-La Mancha, Andalucía y Canarias) se sitúan en nivel bajo, pero dos provincias catalanas, Lleida y Tarragona, se encuentran en nivel medio: en la última semana entraron en cuidados intensivos 20 personas por cada millón de habitantes en la primera, y 18 en la segunda.
Signos de que la pandemia no ha acabado
Vaso medio lleno o medio vacío. Los datos de la Covid en España pueden ser interpretados de una forma u otra: lo que para algunos es una señal de tranquilidad, para otros puede haber indicios de que hay que seguir muy atentos a la evolución de la pandemia.
No se trata solamente de que una o dos provincias estén en un nivel medio de peligro en la ocupación de las UCI. Los indicadores de transmisión, que ahora miden solamente la incidencia del coronavirus en mayores de 60 años, ofrecen cierta tranquilidad: la incidencia parece estabilizarse oscilando entre los 420 y los 460 puntos, una cifra que no es baja pero no marca repuntes.
Sin embargo, varios parámetros han vivido aumentos significativos en menos de un mes. El primero de ellos es la positividad de los tests Covid, que lleva cuatro semanas subiendo y ahora se sitúa en el 20%, cuando en lo peor de la sexta ola estaba en el 25%. Este aumento sugiere que está habiendo más casos positivos de los detectados.
Por otro lado, en el entorno asistencial, mientras los ingresos en UCI han ido bajando, las hospitalizaciones han comenzado a subir. Finales de marzo marcó un suelo de pacientes ingresados en camas de agudos: 4.150 fueron notificados el 1 de abril, casi el doble de los que había en ese agosto de 2020 del que las camas de UCI actuales son un reflejo.
En diez días, la cifra ha crecido en 600 personas. No solo eso, sino que la tasa de ingresos semanales respecto al total de contagios en mayores de 60 años se ha incrementado hasta niveles cercanos a los peores de la sexta ola, por encima del 6%.
El dato más demoledor es el de las muertes. Poco antes de la sexta ola nos preguntábamos si llegaría un día en que se notificaran cero muertes por Covid, pero ese día parece cada vez más lejano: en la última semana se produjeron 161 fallecimientos, entre 20 y 30 diarios.
Estas cifras siguen siendo muy superiores a las de periodos de calma anteriores: a principios del último verano y durante el pasado octubre había días con un solo dígito. Incluso en las residencias, el entorno más vulnerable a la Covid-19, se podían notificar una o dos muertes semanales durante dichos lapsos temporales.
Los últimos números en estos entornos sociosanitarios muestran, en cambio, que estamos lejos de los mejores tiempos. En el último informe de Imserso notifica que, en las cuatro semanas precedentes, se han producido entre 43 y 59 muertes.
Si ómicron cambió las reglas de las olas pandémicas, también lo ha hecho del periodo entre pandemias. El cambio más profundo, con todo, parece haber sido en nuestras mentes. Solo así hemos aceptado una 'nueva normalidad' en la que mueren 30 personas por Covid cada día.