Circulan por Internet y por el boca a boca cientos de relatos sobre experiencias cercanas a la muerte. Escuchar y leer una y otra vez estas historias ha terminado conformando en el imaginario común una narración que suele tener los siguientes elementos: aparición de una luz destellante, tener la sensación de estar saliendo del propio cuerpo o un estado de relajación máxima. Pues bien, parece ser que un estudio ha logrado concluir que esta retahíla de sucesos no son alucinaciones que surgen cuando la persona regresa a la vida, sino que podrían estar orquestados por el propio cerebro.
La investigación, publicada en la revista Annals of the New York Academy of Sciences bajo el nombre 'Pautas y estándares para el estudio de la muerte y experiencias recordadas sobre la muerte', consiste en una revisión de toda la literatura científica publicada hasta la fecha sobre el tema.
En base a ello, los investigadores han llegado al razonamiento de que, cuando el corazón se detiene, las células cerebrales no se dañan de manera irreversible a los pocos minutos de no recibir oxígeno, sino que pueden estar funcionando durante un tiempo extra, por lo que los recuerdos que trae la gente sobre estas experiencias serían fruto de un cerebro todavía en rendimiento, aunque la persona esté en "el punto de la muerte".
Además, el ensayo ha logrado llegar a un esquema común sobre todas estas experiencias: sentir una separación del cuerpo y tener conciencia de que se ha muerto, percibir que se está viajando hacia algún lugar, ver la vida pasar 'a modo de película', tener una impresión de calidez, como la que surge cuando se está en un lugar familiar y, por último, regresar a la vida.
Al parecer, según apunta esta revisión, los estudios que existen sobre la muerte han demostrado que, cuando llega el momento, se produce una aparición de actividad gamma, las ondas cerebrales asociadas a actividades cognitivas y también a estados de felicidad, lo que explicaría el hecho de tener percepción sobre la muerte y la citada sensación de calidez.
"Pocos estudios han explorado lo que sucede cuando morimos de una manera objetiva y científica, pero nuestros hallazgos ofrecen una línea interesante que puede explicar que existe conciencia del suceso en los humanos y allanar el camino para futuras investigaciones", explica Sam Parnia, autor principal del estudio y director de Investigación de Cuidados Críticos y Reanimación en la Escuela de Medicina de Nueva York.
Ver la vida pasar
La revisión de Parnia y su equipo ha llegado a una deducción similar a la publicada este 2022 por la revista Frontiers in Aging Neuroscience, que recogía los resultados de un ensayo que había logrado captar por primera vez el registro de actividad cerebral de los momentos previos al fallecimiento y justo los que venían después. Concretamente, contaron con 900 segundos de datos de una persona que falleció durante un ataque de epilepsia.
Lo que encontró el equipo liderado por Ajmal Zemmar, neurocirujano de la Universidad de Louisville (Estados Unidos) es que, cuando el corazón del paciente dejó de funcionar, se observaron cambios en la misma banda específica de oscilación neuronal que apuntaba la revisión de Nueva York, la de las oscilaciones gamma.
"A través de la generación de oscilaciones implicadas en la recuperación de la memoria, el cerebro podría estar reproduciendo un último recuerdo de acontecimientos importantes de la vida, al igual que ocurre en los casos que informan sobre experiencias cercanas a la muerte", dilucidaba el autor de la investigación. De ahí, que pueda concordar la hipótesis de que el cerebro reproduzca una sucesión de recuerdos felices antes de apagarse para siempre.
Otro estudio, en este caso publicado en el Official Journal of the European Resuscitation Council, también logró concluir que la consciencia de las personas seguía funcionando una vez que su cuerpo había dejado de hacerlo.
Recogiendo testimonios de un grupo de pacientes que habían sufrido un paro cardíaco, pero luego habían sido reanimados, comprobaron que las personas tenían recuerdos de conversaciones que se habían mantenido en la sala mientras su corazón estaba parado. Incluso los había que afirmaban haber visto todo lo que sucedía a su alrededor. Como decía Sam Parnia, habrá que seguir investigando.