El foco de la actualidad se ha alejado de la pandemia en uno de sus momentos más interesantes, al menos desde el punto de vista evolutivo. La llegada de ómicron supuso un cambio tal que desde fuera parecía el culmen del SARS-CoV-2: mucho más transmisible que delta (que, a su vez, era más contagiosa que alfa) y causante de una enfermedad más leve, muchos quisieron verla como el punto y final de estos dos años.
Sin embargo, el panorama post-ómicron es cada vez más diverso. La variante original, BA.1, ha sido reemplazada por BA.2, dominante ahora mismo a nivel mundial. De esta han ido surgiendo distintos sublinajes que han ido ocupando su espacio: en España, la BA.2 original está siendo sustituida por BA.2.9 y, desde la última semana, BA.2.10 ha empezado a crecer.
En Estados Unidos, el sublinaje BA.2.12.1 ya supone el 36,5% de los contagios a nivel nacional y es dominante en algunas regiones. En Bélgica, BA.2.13 ocupa el 5% de las nuevas secuencias. A estas sub-subvariantes hay que añadir los linajes BA.4 y BA.5, que en Sudáfrica ocupan más del 50% de los nuevos contagios.
Da la impresión de que se está acelerando el ritmo de aparición de nuevas variantes, pero es algo que no preocupa a Raúl Rivas, catedrático de Microbiología de la Universidad de Salamanca. "Es absolutamente normal lo que está pasando, con este virus y con otros, especialmente los de ARN, que introducen fallos cuando copian su información genética. Algunos de estos fallos –que ocurren en gran cantidad– hacen que aparezcan nuevas variantes y subvariantes para adaptarse a diferentes nichos: podemos ser nosotros mismos u otros animales".
La tasa de aparición de nuevos linajes y sublinajes de SARS-CoV-2 y, específicamente, ómicron, "es algo que estaba dentro de lo esperable y no va a acabar aquí. Van a ir apareciendo nuevas variantes y subvariantes, incluso puede que algunas diverjan mucho de las iniciales y de las que están dominando ahora. Es algo normal".
De la misma forma lo ve María del Mar Tomás, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc). "Otros coronavirus no tenían esta capacidad de transmisión. Entonces, cuanto más te transmitas, más capacidad de mutar tienes".
La especialista en Enferdades Infecciosas señala, con todo, que "ha habido un antes y un después con la variante ómicron. Antes [las otras variantes] eran más invasivas, provocaban mayor afectación del sistema inmune y más efecto a largo plazo. A partir de ómicron la afectación ha sido más leve".
Escalada de contagiosidad
No se trata únicamente de que muten y ya: estas nuevas variantes son cada vez más transmisibles y han dejado atrás a la ómicron original. BA.2 ya era un 30% más contagiosa que BA.1, pero ahora BA.2.12.1 es incluso un 25% más transmisible que BA.2. No muy atrás se quedan BA.4 y BA.5, con un 10% más de capacidad de infectar que BA.2.
Como consecuencia de ello, el número de contagios en EEUU y Sudáfrica, países donde dichas variantes están imponiéndose, han comenzado a ascender de nuevo, si bien sus cifras todavía están alejadas de los picos que vivieron entre diciembre y enero.
Lo que suena más delicado es que algunas de estas parecen resistir la capacidad neutralizante de los anticuerpos generados por anteriores infecciones, e incluso la de las vacunas, sin importar los refuerzos. En palabras del médico y divulgador norteamericano Eric Topol: "Lo que estamos manejando ahora en EEUU –BA.2.12.1– no pinta nada bien con su alto nivel de escape inmune e infecciosidad".
Un reciente artículo en la revista Cell analizaba las características de la proteína S en el sublinaje BA.2 y alertaba de que este podía resistir la inmunidad humoral (la generada por los anticuerpos) inducida por la infección con BA.1.
Pues bien. Otro artículo, esta vez con resultados preliminares –todavía no ha sido revisado por expertos independientes–, indicaba que la capacidad neutralizante de las muestras de plasma de personas que habían sido infectadas con BA.1 se reducían 3,7 veces frente a la variante BA.2.12.1, y nada menos que 8 veces contra BA.4 y BA.5.
Además, señalaba que la evasión de la respuesta inmune era mayor incluso en aquellas personas infectadas con BA.1 y que habían recibido tres dosis de la vacuna CoronaVac, una de las inmunizaciones contra la Covid que se han desarrollado desde China y cuya eficacia frente a las variantes originales ya era menor que la de las vacunas utilizadas en Europa (las de Pfizer-BioNTech, Moderna, AstraZeneca y Janssen).
Este estudio, realizado por investigadores chinos de las universidades de Pekín y Capital Medical, entre otros, apuntaba a la mutación L452, no presente en la variante ómicron original, como responsable de este escape inmune, sugiriendo que apareció por presión selectiva.
"Es la mutación que más preocupa", comenta la doctora Tomás, "puede determinar que tenga más habilidad para infectar la célula e incluso más transmisión, y escapar a la infección natural previa".
La médica explica que todas estas variantes tienen capacidad de reinfectar "una sobre otra, porque provocan poca inmunidad duradera y cuadros más leves, se trata de infecciones del cuadro respiratorios superior". No obstante, advierte de que es necesario realizar estudios para comprobar si incrementan la hospitalización por el virus.
Situación en España
Los autores del trabajo también apuntan que dos anticuerpos neutralizantes experimentales, como bebtelovimab y cilgavimab, pueden neutralizar de forma efectiva las variantes estudiadas. Hay que tener en cuenta que dos de los autores del trabajo son desarrolladores de ambas terapias.
Con todo, en su último análisis de variantes, el Ministerio de Sanidad español afirmaba que "no se han encontrado diferencias en el riesgo de hospitalización o en la efectividad de las vacunas" entre BA.1 y BA.2, aunque reconoce que "la infección previa por BA.1 podría ofrecer un grado de protección menor frente a BA.4 y BA.5 que el observado frente a BA.2". Hasta el momento, se han detectado en nuestro país un total de 7 casos de BA.2.12.1, un caso de BA.5 y ninguno de BA.4.
Un trabajo publicado hace un año en la revista Virus Evolution determinaba que la capacidad de mutación del SARS-CoV-2 era de 10 nucleótidos al año por cada 100.000, superior a otros coronavirus, que mutan a un ritmo de 6 nucleótidos anuales por cada 100.000, pero inferior a la gripe, que lo hace a 25 nucleótidos. El genoma de referencia del SARS-CoV-2 consta de 29.903 nucleótidos (moléculas que conforman su ARN).
Con esta capacidad, los autores del trabajo vaticinaban que las vacunas contra la Covid se tendrían que actualizar frecuentemente en los primeros años tras su irrupción pero que, a medida que pasaran los años, alargarían su periodo efectivo gracias a que los niveles mundiales de virus se habrían reducido desde entonces.
María del Mar Tomás recuerda que la vacuna "sigue protegiendo de enfermedad grave", aunque considera importante que exista otra que cubra varias variantes "para pacientes que pueden desarrollar una enfermedad grave". No es algo urgente pero avisa de que para octubre, cuando regresemos a los interiores, deberemos estar preparados para ir hacia la cuarta dosis de las actuales o tener nuevos desarrollos.
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