La hipertensión es una de las afecciones más comunes y la padecen alrededor de 15 millones de personas en España, siendo casi el 43% de la población mayor de 18 años, aunque únicamente dos tercios del total están diagnosticados. Entre otras muchas consecuencias, las conclusiones de un estudio global que se ha publicado recientemente en el European Heart Journal de la Sociedad Europea de Cardiología han evidenciado que tener la presión arterial alta en la vejez aumenta el riesgo de sufrir una demencia como el alzhéimer.
La investigación está impulsada por el Centro Nacional de Investigación Médica y de Salud de Australia, el Centro Australiano de Demencia y la Unidad de Investigación de Neurociencias de Australia, y ha englobado el estudio de más de 28.000 personas, proporcionando la evidencia más sólida hasta la fecha sobre la capacidad de la presión arterial para favorecer o disminuir el riesgo de demencia. La doctora Ruth Peters, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Sídney, y coordinadora del programa de demencias en The George Institute, ha liderado el proyecto.
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Peters ha destacado que, en ausencia de avances significativos en el tratamiento de la demencia, reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad supone un gran paso adelante. "Dado el envejecimiento de la población y los costes sustanciales del cuidado de las personas con demencia, incluso una pequeña reducción del porcentaje de afectados podría tener un impacto global considerable", ha advertido, explicando que el estudio sugiere que "el uso de tratamientos fácilmente disponibles para reducir la presión arterial es actualmente una de nuestras 'mejores apuestas' para abordar esta enfermedad insidiosa".
La hipertensión aumenta el riesgo de demencia
Según los datos que se desprenden del estudio, la demencia se está convirtiendo en una epidemia mundial que afecta a 50 millones de personas en todo el mundo que podrían triplicarse en 2050 debido, principalmente, al envejecimiento de la población. Peters ha destacado que, si bien se han hecho muchos ensayos que han analizado los beneficios para la salud de reducir la presión arterial, fueron pocos los que incluyeron resultados de demencia y aun menos los que fueron controlados con placebo, siendo éstos los que brindarían el mejor nivel de evidencia.
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"La mayoría de los ensayos se detuvieron antes de tiempo por el impacto significativo de la reducción de la presión arterial en los accidentes cardiovasculares, que tienden a ocurrir antes que los signos de demencia", ha incidido. Para establecer una relación entre la tensión y la demencia, los investigadores han analizado cinco ensayos aleatorios introduciendo placebos que usaron en diferentes tratamientos para bajar la presión arterial y siguieron a los pacientes hasta que desarrollaron síntomas de demencias.
Se examinaron 28.008 personas de 20 países, con una edad media de 69 años y antecedentes de hipertensión arterial. El rango medio de seguimiento fue de algo más de 4 años, precisan. "Descubrimos que hubo un efecto significativo del tratamiento en la reducción de las probabilidades de demencia asociada con una reducción sostenida de la presión arterial en esta población de mayor edad", ha revelado Peters, valorando que "nuestros resultados implican una relación ampliamente lineal entre la reducción de la presión arterial y un menor riesgo de demencia, independientemente del tipo de tratamiento utilizado".
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Tratamientos preventivos en la sanidad pública
Los investigadores desean que los resultados contribuyan a diseñar políticas de salud pública que vayan encaminadas a frenar el avance de la demencia. También esperan que se informe sobre el tratamiento, puesto que puede haber dudas sobre cuánto reducir la presión arterial en la vejez. La doctora Peters defiende que "nuestro estudio proporciona el grado más alto de evidencia para demostrar que el tratamiento para bajar la presión arterial durante varios años reduce el riesgo de demencia y no observamos ninguna evidencia de daño".
No obstante, ha aclarado que "aun no sabemos si una reducción adicional de la presión arterial en las personas que ya la tienen bien controlada o si comenzar el tratamiento más temprano en la vida reduciría el riesgo a largo plazo de demencia". Por su parte, el profesor Craig Anderson, involucrado en el estudio como director del programa Global Brain Health en The George Institute, ha afirmado que "este trabajo es una base importante para que los ensayos clínicos proporcionen estimaciones confiables de los beneficios y riesgos de tratamientos preventivos, y la mejor forma de aplicarlos en diferentes poblaciones".
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