Una mujer sostiene una maqueta del órgano reproductor femenino.

Una mujer sostiene una maqueta del órgano reproductor femenino. iStock

Salud

Contracturas vaginales, el último tabú femenino: "En la farmacia me dijeron que me lo estaba inventando"

Las contracturas vaginales son la causa del dolor de muchas mujeres durante las relaciones con penetración, pero no siempre se diagnostican.

30 noviembre, 2022 03:00

Las contracturas en la vagina existen y pueden ser muy dolorosas. Sin embargo, una buena parte de las mujeres no saben que pueden producirse; algunas manifiestan dolores durante las relaciones sexuales con penetración o, incluso, se ven incapacitadas para ellas. Irene, que prefiere no decir su apellido, descubrió que tenía una de estas colocando su copa menstrual durante uno de sus períodos: "Al introducir la copa sentí que tenía un bulto en las paredes, pero intenté no darle importancia. Tenía dolor en las relaciones sexuales, pero forzaba. Al mes siguiente ni siquiera podía introducir la copa y entonces me agobié".

Cuando en Urgencias le dijeron que tenía una contractura en el suelo pélvico, alucinó: "yo no sabía que eso podía contracturarse". Le advirtieron de que se trataba de una contractura bastante severa y que debía acudir a un fisioterapeuta especializado en el suelo pélvico. La siguiente sorpresa llegó entonces: estos sanitarios deben realizar el masaje terapéutico introduciendo los dedos en la vagina. Sin embargo, cuando recibió su primera sesión la cosa se complicó nuevamente: "Cuando entraron los dedos de la fisioterapeuta vi las estrellas. Me dijo entonces que necesitaba tomar relajantes musculares por vía vaginal para poder empezar la terapia"

Sí, el diazepam también existe en formato de óvulos, pero incluso algunos farmacéuticos lo desconocen. De hecho, Irene todavía recuerda al farmacéutico al que se los pidió: no sólo puso en duda la existencia de estos medicamentos, sino también la de su contractura. Pero, ¿por qué se le produjo esta contractura? En Urgencias le dijeron que la razón podría ser el estrés, pero más tarde tanto su ginecóloga como su fisioterapeuta apuntaron a que la razón podía ser el hecho de que llevara durante todo el mes un anillo anticonceptivo y la copa menstrual cuando le bajaba la regla. "Tu vagina parece el bolsillo de Doraemon", le había dicho la fisioterapeuta.

Estrés

Sin embargo, Mercedes Herrero, ginecóloga de Gine4 en HM Hospitales, considera que esta causa es muy poco probable y que se trata de algo extremadamente infrecuente. "La causa por la que más habitualmente se produce la contractura en la vagina es una relación sexual que, en un momento, ha producido dolor o tensión", explica la experta. "La mujer comienza a pensar que le va a doler". Herrero explica que el suelo pélvico es un tejido muy reflexógeno y que puede tensarse incluso de manera inconsciente por motivos de estrés o de tensión. Es decir, que el vínculo que comparte el cerebro y estos músculos es muy estrecho.

La ginecóloga descarta que un anillo o una copa menstrual supongan un riesgo para esta dolencia porque ambos son muy flexibles y la copa, incluso, está hecha de un material muy blanco, la silicona médica. "Hilando muy fino podría pasar que una mujer se hiciera daño manipulando mal sus genitales para sacar la copa, forzando el suelo pélvico. Pero el producto en sí es muy poco probable que lo haya provocado", sostiene Herrera. Más que la causa, la ginecóloga insiste en que lo importante es concienciar de que las contracturas vaginales existen y están infradianosticadas.

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El problema de Irene tardó alrededor de un año en resolverse, un año en el que tuvo prohibidas las relaciones sexuales, el anillo anticonceptivo y la copa menstrual. Después de haber tomado dos ciclos de quince días de diazepam en óvulos, una ginecóloga le dijo que debía parar porque la musculatura de su vagina se estaba quedando demasiado floja. La siguiente opción de tratamiento que le recomendaron fue la punción seca, es decir, pinchar en el interior de la vagina. "En ese momento piensas 'que hagan lo que sea, pero que acabe ya'. De esos meses recuerdo ir llorando al fisioterapeuta y pensar 'por qué a mi'", cuenta Irene.

El cerebro y la vagina

Las sesiones con la fisioterapeuta continuaban, pero Irene seguía teniendo dolor durante las relaciones. Volvió a la ginecóloga y esta visita sería determinante: si el problema continuaba era muy probable que tuviera que recibir infiltraciones. La ginecóloga comenzó a explorar e Irene no sentía dolor, por más que la médico apretase. "Me dijo 'Irene estás sana, te has curado', pero hasta el día anterior había intentado tener relaciones y me dolían. Efectivamente, esa misma noche pude tener relaciones sexuales con mi pareja sin sentir dolor". Mercedes Herrero explica que al problema de la contractura vaginal se había unido un caso de bloqueo emocional, una anticipación.

"Es decir, piensas que tienes un bulto, que no vas a poder y al final no puedes. A mis pacientes les pregunto en consulta si alguna vez han intentado beber de una pajita mientras la aprietan con los dientes. No se puede", explica Herrera. "La pajita sería la vagina y los dientes la presión que ejercen los músculos del suelo pélvico, y esta presión puede ser involuntaria". Tras esta experiencia, Irene reconoce que la cabeza juega un papel importantísimo, pero, además, realiza ejercicios del suelo pélvico para fortalecerlo. Explica que, a día de hoy, podría volver a utilizar la copa, pero ya no quiere a pesar de que le encantaba.

En el momento en el que la ginecóloga comentó que Irene estaba sana, el bloqueo emocional se fue. "En más de una ocasión me dijeron que no podría tener hijos si el dolor no pasaba o no dejaba los relajantes musculares. La fisioterapeuta me decía que nunca había visto una chica tan joven con una contractura tan severa. Por suerte, ahora me encuentro perfectamente; con la fisioterapeuta sufrí, pero me trató muy bien. Sin duda, para mi lo más difícil fue a nivel mental; pensar en que no volvería a tener relaciones sin dolor", recuerda Irene.

Explora tu vagina

Herrero explica que es muy importante dejar claro que las contracturas vaginales existen y que son la razón por las que muchas mujeres van de consulta en consulta buscando solución a un dolor en sus relaciones sexuales que no terminan de solucionar. "Sin embargo, el diagnóstico es facilísimo", reconoce la ginecóloga, que además aporta algunos consejos para que las mujeres detecten estas contracturas por sí mismas: "Hay que colocar un dedo en la vagina y, a la altura de la primera falange del dedo, notar una sensación como de tapón; la vagina es un tubo y se percibe un tapón. A esa distancia, de unos dos centímetros más o menos, es donde está el anillo muscular del suelo de la pelvis, que rodea la vagina. Si recorres ese anillo y ves un punto que origina dolor, ahí está la contractura".

De hecho, la ginecóloga cuenta que es importante que los hombres que tengan relaciones heterosexuales también conozcan esta condición: "puede que estén manteniendo relaciones con una mujer excitada y pensar que están haciendo algo mal porque aún así no pueden llevar a cabo la penetración". ¿Qué deben hacer las mujeres que detecten que este es su problema? Lo ideal es acudir a un fisioterapeuta del suelo pélvico, pero en el caso de no poder, la propia mujer puede realizarse unos masajes. Herrero recomienda utilizar dilatadores e ir aumentando su tamaño según lo vaya permitiendo la vagina, si la mujer tiene pareja puede ayudar y erotizar este proceso, "para que no se perciba como unos deberes". En su perfil de Instagram, Mercedes Herrero explica cómo hacer estos masajes.

Las contracturas en la vagina existen y pueden ser muy dolorosas, pero tienen solución. "Simplemente saber lo que tienes ya alivia mucho. La contractura de suelo pélvico se sufre en silencio, nadie conciencia de ella porque todavía da reparo decir que no puede mantener relaciones sexuales por este motivo. No es como un positivo en covid, que ahora todo el mundo lo pone en redes sociales". Por eso, Herrero recomienda romper con este silencio y convertirnos en "activistas de la salud" si hemos padecido este dolor.