Anorexia, depresión o intentos de suicidio: las consecuencias de no tomar en serio la hiperactividad
Un estudio ha hallado relaciones causales entre el TDAH y otros trastornos mentales acudiendo a la evidencia genética.
6 septiembre, 2023 03:21Si el mundo de la salud mental –hasta que llegó la pandemia– ha sido frecuentemente banalizado, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) ha sido una patología especialmente minusvalorada. Un nuevo estudio, sin embargo, remarca los lazos causales que tiene con otros trastornos más graves y advierte de las consecuencias de no dedicarle la atención necesaria a estos pacientes.
Aunque la relación entre el TDAH y otros trastornos es conocida, la mayoría de los estudios que la establecen son observacionales, es decir, se basan en la observación de la correlación de estos fenómenos.
Por eso, Christa Meisinger y Dennis Freuer, de la Universidad de Augsburgo (Alemania), han aplicado a estos trastornos una técnica conocida como aleatorización mendeliana (en homenaje a Gregor Mendel, el padre de la genética), que utiliza variantes genéticas como indicadores de un factor de riesgo en particular –en este caso, el TDAH– y lo relaciona con sus comorbilidades.
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Así, observaron las asociaciones genéticas entre el déficit de atención y la depresión mayor, el trastorno bipolar, el trastorno por ansiedad, la esquizorenia, el trastorno de estrés postraumático, la anorexia nervosa y el intento de suicidio.
Al aplicar la técnica, no observaron una causalidad entre el TDAH y el trastorno bipolar, la ansiedad o la esquizofrenia. Sin embargo, encontraron una relación clara con un mayor riesgo de anorexia (28%) y de depresión mayor (9%). De forma inversa, la depresión mayor se relacionaba con un mayor riesgo de TDAH (76%).
Tras ajustar la influencia de la depresión, los Meisinger y Freuer observaron una asociación causal con el intento de suicidio (30%) y el trastorno de estrés postraumático (18%).
Los autores explican que el uso de la aleatorización mendeliana previene ciertos sesgos inevitables en los estudios observacionales (la presencia de otras variables que puedan confundir los resultados, por ejemplo), si bien también tiene sus limitaciones. Por ejemplo, que el mismo gen pueda asociarse a distintos rasgos, dificultando la aplicación de la causalidad.
Con todo, en el artículo, publicado en la revista BMJ Mental Health, animan a los profesionales sanitarios a seguir de una forma estrecha a los pacientes con TDAH para detectar de forma temprana estos otros trastornos e "iniciarse medidas preventivas si fuera necesario".
Un trastorno 'agradecido'
Concuerda con esta llamada a la acción el psiquiatra Celso Arango, jefe del servicio de Psiquiatría del Niño y del Adolescente del Hospital Gregorio Marañón y portavoz de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental.
"Llama la atención que no invertimos en aquellas patologías para las cuales hay una amplia evidencia de reducción de morbilidad, cronicidad y mortalidad, y además han resultado ser coste-eficientes, no solo en lo sanitario sino en lo social", explica.
Arango sostiene que el déficit de atención es uno de los trastornos más 'agradecidos' ya que el tratamiento es muy eficaz para evitar las comorbilidades y la evolución a trastornos más graves. "Un TDAH no tratado es un generador de patologías secundarias y más graves a lo largo de toda la vida".
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El psiquiatra recuerda que desde hace una década se conocen bien los rasgos genéticos comunes para TDAH, autismo, trastorno bipolar y depresión mayor. Sin embargo, aunque el uso de la aleatorización mendeliana –"una técnica que se ha puesto de moda"–, aunque es mejor que los estudios observacionales, no permite atribuir una relación de causalidad entre un fenómeno y otros.
"Para ello hacen falta estudios longitudinales, donde tenemos una población antes y después de ser expuesta a un factor de riesgo y vemos cuál es el impacto de esa exposición".
No obstante, recuerda que los factores de riesgo genéticos "no codifican los trastornos tal y como nosotros los conceptualizamos, como una patología que definimos a partir de unos síntomas. Los genes codifican proteínas, estas tienen que ver con el desarrollo del cerebro y este desarrollo es más o menos anómalo y acaba produciendo síntomas a lo largo de la vida".
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Sin embargo, son necesarios otros factores para que un trastorno como el TDAH pueda acabar desarrollando otros más graves: maltratos, abusos, consumo de sustancias tóxicas, etc.
"Lo que nos dice el estudio es que hay muchísima comorbilidad, fundamentalmente en niños y adolescentes", explica Arango. "Cada vez es más raro ver una patología única, un único trastorno".
Esto no es una buena noticia: a mayor comorbilidad, peor pronóstico y tratamiento más difícil. "A veces no solo hay comorbilidad sino una secuenciación, de una patología se pasa a otra y el cerebro se acaba desarrollando de forma anómala".
Por eso hace hincapié en la detección y el tratamiento temprano. "Si no lo hacemos, no solo habrá un trastorno sino dos y de peor pronóstico".