El investigador David del Rosario.

El investigador David del Rosario. Planeta.

Salud

David del Rosario: "La felicidad no es cambiar a los demás sino nuestro modo de pensar"

"Si una buena noticia ni te inmuta, es que vas a estallar de estrés" / "No hay que tener pensamientos positivos para ser feliz. No es viable" / "La materia prima que usamos para construir un pensamiento es el 0,5% de la realidad".

17 febrero, 2024 03:23

David del Rosario es un perfil atípico para el mundo de la ciencia, el emprendimiento y la divulgación en España. Ganador del Premio Nacional de Telecomunicaciones del Colegio Oficial de Ingenieros (COITT) y el premio extraordinario en MsC Biomedical Engineering de la Universidad de Barcelona, es miembro del grupo Genética Humana y de Mamíferos de la Universidad de Alicante, además de conferenciante y autor. Múltiples disciplinas en torno a una única obsesión: el cerebro humano.

De sus exploraciones científicas, académicas y personales surge su última obra: Tú has escrito este libro. Neurociencia aplicada al día a día para tu bienestar."He escrito el libro por razones honestamente egoístas, para que la gente dejara de preguntarme cosas acerca del pensamiento", bromea durante su conversación con EL ESPAÑOL. "El sitio que le corresponde a la neurociencia no es un laboratorio ni una publicación científica, sino únicamente nuestro día a día".

¿El cerebro y su funcionamiento siguen siendo grandes enigmas no solo para nuestro día a día, sino para la ciencia que lo estudia?

Así es. Sabemos muy poquito sobre nuestro cerebro pese a que influye muchísimo en nuestra vida diaria. Nuestro día a día consiste en estar constantemente pensando, sintiendo y percibiendo cosas, y ni siquiera sabemos cómo funciona. Esta fue una de las cosas que me hizo meterme hace ya 15 años en el mundo de las neurociencias, saber por qué hacemos lo que hacemos y por qué somos como somos. No se trata de buscar la felicidad de forma adictiva, sino de conocernos y comportarnos de una manera coherente con nosotros.

La idea de que construimos nuestra realidad en base a nuestras percepciones ya estaba en Platón. ¿La ciencia ha ido confirmando la intuición filosófica?

Correcto. Nuestro cerebro crea una realidad personal para cada uno. Yo siempre digo medio en broma y medio en serio que en realidad los científicos no sabemos muy bien qué hacer. Mucha gente me dice: '¡Pero si eso ya lo decían hace 3.000 años!'. Pero es que la ciencia va lenta, nos gusta ir despacito y con buena letra al aplicar el método científico. Tenemos que inventar el 'cacharro' que nos permita pasar de la intuición subjetiva a la información registrada por electrodos y coherente con nuestra hipótesis.

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La cantidad de actos inconscientes que realizamos es asombrosa. Si yo decido mover la mano, la orden ya se habrá activado en mi cerebro antes incluso de que pensase en hacerlo. 

La toma de decisiones es algo maravilloso, pero todavía muy incierto. En estudios que hemos hecho en laboratorio hemos visto manifestarse un impulso en nuestro cerebro antes de tomar la decisión. Causó revuelo y debate, pero la realidad es que nunca tendrás libre albedrío hasta que conozcas cómo funcionan tu mente y tu organismo. Hasta que sepas que un pensamiento no es un hecho, es solo una posibilidad. Somos unos seres arrastrados por una percepción imaginada: si tuviéramos un poquito de tiempo para parar y observar, nos daríamos cuenta de que basamos nuestra felicidad y sufrimiento en un mundo imaginario. La ciencia nos dice que podemos poner un poquito de nuestro cerebro al servicio de la felicidad que ansiamos.

¿La infelicidad viene de no reconocer que nuestra percepción del mundo es subjetiva e imaginaria, y eso nos hace sentir frustrados e incomprendidos?

Tenemos unos sentidos esculpidos por la evolución de una manera muy precisa. Nos hacen procesar toda la información de vital importancia para la supervivencia. Pero nos hemos dado cuenta de que la supervivencia y la felicidad se pueden solapar, no hace falta renunciar a ninguna de las dos. Yo descubrí que era adicto a las sensaciones de felicidad. Me pasaba el día rechazando las emociones negativas causadas por personas que no me caían bien o situaciones que no quería vivir. Y me di cuenta de que si asumía la responsabilidad de lo que percibo, había una salida real al conflicto. No hace falta cambiar los demás. Una persona, un lugar o una cosa no tienen la capacidad de hacerte sentir mal, es tan solo la idea que nuestro cerebro le asocia.

¿Cómo puede ayudarnos esta información a salir de un bucle en el que alguien o algo nos está causando infelicidad?

Cuando te das cuenta de que un pensamiento es solo una posibilidad, no un hecho, te das cuenta de que no tiene sentido defender tu punto de vista. No tengo que cambiar la manera de relacionarme con las cosas, no tengo que tener pensamientos más positivos, no tengo que cambiar la lista de cosas por hacer. Eso no es viable. Y desde el momento en el que te das cuenta de que todo lo que piensas no es tan importante porque es solo una posibilidad, puedes empezar a vivir exactamente desde una perspectiva diferente. Tu vida será la misma, pero tu contexto interno habrá cambiado.

Nuestras percepciones, explica, están determinadas por los sesgos. ¿Cómo podemos saber si estamos siendo influidos por preconcepciones sesgadas?

¡Cómo nos vamos a relajar con esta respuesta! Sencillamente, no puedes. Un sesgo es algo que cognitivamente está ahí, y aunque lo sepas, ahí seguirá estando. Pero saber que forma parte intrínseca de nuestra forma de pensar nos lleva a renunciar a querer tener razón. Desde el punto de vista de la neurociencia es una estupidez. Dejamos de lado el 95% de la información porque nuestro cerebro no tiene la capacidad de entenderla -ultrasonidos, ondas electromagnéticas- y porque algunos procesos quedan en un segundo plano inconsciente. Según mis cálculos, la materia prima que usamos para construir un pensamiento es el 0,5% de la realidad. ¡Fíjate si estará sesgado! ¡Y ese 0,5% mío no será el mismo 0,5% que defenderás tú!

Esto tiene una enorme trascendencia, porque afecta a nuestra identidad, que construímos en base a nuestros recuerdos y su carga emocional.

La carga emocional es un indicador. Es mucho más probable que recordemos lo que nos ha impactado que lo que ha pasado de puntillas por nuestra percepción. Si tuviésemos que recordar todos los momentos que vivimos, tendríamos que desarrollar sistemas de memoria muy diferentes. Para que te hagas una idea, las personas que lean esta entrevista habrán olvidado el 95-97% de la información en 48 horas. Sólo se quedarán con aquello que les haya hecho decir: '¡Wow!".

¿Cómo podemos, por tanto, relacionarnos con nuestras experiencias para construirnos una identidad de un modo más saludable?

La experiencia junto a la información dan lugar al conocimiento, y cuando se vive ese conocimiento, aparece la sabiduría. Tenemos que dejar de pensar tanto la vida y comenzar a vivirla. Pero eso nos lleva a un punto muy interesante: las creencias limitantes. Se trata de una propuesta neuronal a la que yo le doy la condición de hecho sin rechistar, la automatizo y genero mi identidad en base a esos pensamientos. Si me he hecho a la idea de que soy una persona tímida, me acabaré inventando así. Si mis recuerdos son de hacer deporte, se construye la propuesta: 'David es deportista'. Pero puede que no me apetezca en absoluto hacer ejercicio ahora. Darte cuenta de que no tienes que estar definiéndote constantemente es maravilloso.

Un gran factor disruptor de nuestra vida es el estrés, que usted define como 'carga alostática'. ¿En qué consiste este concepto?

Nuestro organismo está perfectamente preparado para entrar y salir de una respuesta de estrés. El problema es cuando el estrés es constante. La carga alostática es como una mochila que voy llenando con pequeños sucesos y situaciones estresantes. No son para tanto, pero van subiendo la presión de mi olla express hasta que exploto. Vamos a tope de cortisol y adrenalina, que causan respuestas desproporcionadas. ¿Y cómo vaciamos la mochila? Son cosas súper simples: dar un paseo, por ejemplo. Nuestros sistemas atencionales se sobrecargan en las ciudades y descansan en la naturaleza. El deporte moderado, socializar por placer, son maneras de reducir la carga.

No es siempre fácil, sin embargo, detectar el punto de estrés que va a hacernos estallar...

Para saber si mi mochila está llena, punto uno, paro. Punto dos, existe una 'sensación básica' que tiende a volverse un poquito desagradable, con un nivel de activación alto. Si te dan una buena noticia y ni te inmutas, es señal de que vas a estallar. Si mi sentir no se mueve es muy probable que haya excedido mi carga alostática. Nuestro cuerpo no está preparado para estancarse en una sensación superviviente. Entonces pongo en marcha alguna de las estrategias que hemos visto: dar un paseo, hacer un poco de ejercicio, socializar o cualquier otra que identifique personalmente con el bienestar.