Intervención de próstata en Valencia.

Intervención de próstata en Valencia. GVA

Salud

La 'trampa' de los cribados de cáncer de próstata: el peligro de extenderlos a hombres sanos

A pesar de que la Unión Europea insta a implantar programas para detectarlo en varones sanos, los estudios arrojan resultados poco concluyentes.

11 junio, 2024 02:29

En 2024 se detectarán 30.000 nuevos casos de cáncer de próstata, el tumor más diagnosticado en hombres. Podrían ser más, muchos más, pero el beneficio de aumentar el diagnóstico no está claro: el cribado de este tumor lleva más de 30 años envuelto en una polémica que todavía tardará en resolverse.

El 90% de los tumores se detecta en estadios iniciales y son curables mediante y radioterapia, principalmente. En el otro 10%, que se diagnostica en fases avanzadas (como cuando ocurren metástasis y el tumor se traslada a otras zonas), la supervivencia se ha triplicado en los últimos 15 años gracias a los tratamientos que han ido apareciendo.

De esta forma, hay muchos hombres en España que llevan la etiqueta de este cáncer, que tiene en este 11 de junio su Día Mundial. Según los datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), más de 100.000 hombres conviven con el tumor.

La supervivencia —a cinco años del diagnóstico— es del 89,8%, la más alta entre los tumores frecuentes: lleva creciendo desde los años 90. Pese a estas cifras, en 2022 fallecieron 5.962 personas debido a este tumor.

"En los últimos años se ha visto un descenso en las cifras de mortalidad", explica a EL ESPAÑOL Rebeca Lozano, secretaria científica de la SEOM y oncóloga del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca.

Este descenso ha estado, "probablemente, asociado a las mejoras en los tratamientos, tanto en cáncer de próstata localizado —afortunadamente en la mayoría de los casos—, donde ha mejorado tanto la cirugía como la radioterapia, pero también en la enfermedad metastásica. Esto se traduce en un mejor pronóstico".

El número de casos de cáncer de próstata ha aumentado notablemente en las últimas décadas. Durante los 70 y 80, el crecimiento era del 1,3% anual, pero a partir de los 90 se ha disparado en torno al 7%.

Suele ser un tumor de desarrollo lento y tradicionalmente se diagnosticaba entre los mayores de 65 años, pero la incidencia en los menores de esa edad ha ido creciendo un 14,6% anual en los últimos tiempos.

El principal responsable de este aumento se llama PSA. Estas letras corresponden al llamado antígeno prostático específico, una proteína que se detecta en la sangre de los varones con cáncer de próstata.

Este proteína se descubrió en los años 70 y desde finales de los 80 se vio como una oportunidad para detectar cánceres ocultos en los varones de cierta edad mediante un análisis de sangre, confirmando el diagnóstico con una biopsia —la extracción de una muestra del tejido para comprobar que es cancerígeno— posterior.

Incontinencia urinaria o impotencia

El problema es que el PSA no es exclusivo de las células cancerígenas. Se pueden encontrar niveles elevados de esta proteína en hiperplasia benigna de próstata, prostatitis, retención aguda de orina o después de un masaje prostático.

Por eso, si bien es una buena prueba para diagnosticar precozmente un cáncer cuando un hombre acude a la consulta de su médico, su uso para detectar tumores en la población sana es más polémico.

La idea es sencilla: al igual que las mamografías y la detección de sangre oculta en heces permite detectar cánceres de mama y colorrectales en personas sin síntomas, el PSA podría hacer lo mismo con la próstata. Detectar el cáncer en sus fases más tempranas permite tratarlo antes y tener un mejor pronóstico.

Esto, sin embargo, tiene un problema. Muchos de los cánceres que detecta la prueba no habrían generado ningún problema al paciente: al ser un tumor de desarrollo lento, la persona no vería su vida afectada por el mismo.

Y es que en fases tempranas no se puede saber qué tumores acabarán provocando problemas de salud y cuáles no.

En el mejor de los casos, las molestias generadas de forma gratuita son biopsias innecesarias y la ansiedad de ser etiquetado con la palabra cáncer.

En el peor de los casos, este diagnóstico puede derivar en tratamientos innecesarios, con potenciales efectos secundarios, entre ellos, impotencia e incontinencia urinaria.

"El tema del cribado es muy controvertido", explica la doctora Lozano. "Siempre lo ha sido y sigue siéndolo. El principal problema es el del sobrediagnóstico: en algunos estudios se ha visto que puede haber un sobrediagnóstico de tumores indolentes, que no iban a dar la cara y que la persona no iba a tener problemas derivados de ese tumor sino que fallecería por edad y otras condiciones".

"Esto, al final, resulta en tratamientos innecesarios", continúa, "con las implicaciones para el paciente, como efectos secundarios de los tratamientos, pero también incluso para el propio sistema nacional de salud, porque realizar estos tratamientos supone un gasto, un coste, y por eso las directrices han sido cada vez más restrictivas".

En España, la Comisión de Salud Pública —formada por representantes del Ministerio de Sanidad y de las comunidades autónomas— rechazó en 2019 incluir este cribado en la cartera común de servicios: los riesgos superaban a los posibles beneficios.

Sin embargo, en 2022, el Consejo de Europa recomendó a los estados miembros de la Unión Europea que estudiaran ampliar su cartera de cribados a, entre otros, el cáncer de próstata.

Por eso, este 2024, Sanidad encomendó la realización de un nuevo informe de actualización sobre el cribado de cáncer de próstata a la Red de Agencias de Evaluación de Tecnologías Sanitarias.

"Se está haciendo un esfuerzo para que otros tipos de cáncer, aparte de los de mama, cérvix y colorrectal, se incluyan en programas más organizados", recuerda Lozano. "El programa europeo ha dicho que hay que implementar programas piloto en varones de hasta 70 años, pero en España todavía no están establecidos".

Lozano apunta que los estudios sobre el tema han dado resultados un tanto contradictorios. Y es que los dos grandes ensayos clínicos realizados para observar la viabilidad del cribado arrojan resultados poco concluyentes.

El primero de ellos se realizó en EEUU entre 1993 y 2001 y participaron más de 75.000 hombres entre 55 y 74 años. Se realizaba una prueba anual de PSA y un tacto rectal los primeros cuatro años.

Los análisis posteriores observaron un aumento del 12% en los tumores sin evitar ninguna muerte y una proporción de falsos positivos (12%-13% tras varias rondas de cribado) bastante elevada.

Mejorar el cribado

El otro estudio, realizado en Europa con más de 180.000 varones asintomáticos, arrojó resultados positivos pero no del todo concluyentes. Realizando una PSA cada cuatro años se consiguió una reducción de la mortalidad en torno al 21%, evitando una muerte por cáncer de cada 1.055.

Sin embargo, se observó un exceso de diagnósticos del 63% y un sobrediagnóstico del 50%. El beneficio del cribado solo se observaba en los hombres de entre 55 y 69 años.

Pese a todo, la doctora Lozano cree que el cribado de cáncer de próstata acabará imponiéndose. "Es un tumor que tiene una elevadísima prevalencia; entonces, el esfuerzo tiene que estar en buscar cómo mejorarlo".

El plan europeo establece el uso del PSA pero también una resonancia magnética confirmatoria como paso previo a la biopsia, pero están abordándose otras opciones, como "resonancias magnéticas multiparamétricas o el uso de biomarcadores más específicos, que combinan no solo la PSA sino también otros parámetros".

De hecho, en el futuro puede acabar determinándose el riesgo de cáncer de próstata en la saliva. Un estudio británico que ha sido presentado en la reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO) ha evaluado la eficacia de tomar muestras de saliva y analizar el ADN en busca de 130 variaciones genéticas en más de 6.000 varones de entre 55 y 69 años.

Los resultados, que deberán confirmarse en estudios con grandes grupos poblacionales, apuntan que este nuevo test dio menos falsos positivos que el de PSA, pero también menos falsos negativos, y además detectó con precisión cánceres obviados por la resonancia magnética.

"Insisto en que es un tumor muy prevalente, con elevada incidencia, pero tendremos que focalizarnos más en mejorar este cribado", concluye Lozano.